EDITORIAL
En REALPOLITIK hemos sido recurrentes en dos temas preocupantes para los oaxaqueños: la gobernabilidad y la seguridad. No es algo fortuito. De alguna suerte una publicación seria, responsable y comprometida, no puede ser omisa ante situaciones que laceran a la sociedad y en donde se percibe cierta displicencia de las autoridades estatales. Es el caso de la ingobernabilidad que hemos vivido en los días de diciembre, atosigados por protestas y bloqueos carreteros o a cruceros y avenidas. Las causas fueron desde falta de pagos a ciertos sectores sociales, como los maestros del Cártel 22, las protestas de comuneros por falta de energía eléctrica o inconformidades por resultados electorales y fallos de las autoridades jurisdiccionales. El caso es que siempre el ciudadano común paga los platos rotos.
Una de las cuestiones que más se critican al gobierno estatal es su abulia ante dichas situaciones. Es decir, tal parece que no se enteran en las estructuras del poder público o simplemente les importa poco lo que la ciudadanía padece. Otra más es la ausencia de negociadores oficiales que busquen que los mecanismos de presión o chantaje no se exacerben, ya sea ofreciendo una solución en el corto plazo o, incluso, pagando a los instigadores que ya es usual en nuestro medio. Es entonces cuando surge una interrogante ¿Dónde está el trabajo de la Secretaría General de Gobierno? La respuesta es simple no hay trabajo.
Y el tercer motivo de cuestionamiento es la falta de voluntad política para instrumentar desalojos de carreteras, cruceros u oficinas públicas, haciendo uso de la fuerza pública, cuando el diálogo con los inconformes o ha fracasado o se encuentra en un punto muerto, por la cerrazón de los últimos para encontrar una salida al problema.
En torno a la inseguridad, los hechos son más que evidentes. Sólo en diciembre se contabilizan más de 80 homicidios dolosos. El 20 de dicho mes, en menos de 24 horas se consumaron 10 hechos, independientemente de una pareja que fue levantada en Santo Domingo Zanatepec y cuyos cadáveres aparecieron dos días después, justamente el 20 de dicho mes. El 30 de dicho mes, en menos de 12 horas se registraron al menos diez ejecuciones. Esto implica que mientras en la Secretaría de Seguridad Pública se sigue “diseñando la reingeniería de la estrategia de seguridad”, el crimen la ha rebasado. No queremos seguir poniendo en entredicho el viejo ardid de que somos de las entidades más seguras del país. Si lo fuimos, con certeza ya no lo somos. Pero convencer a quienes pregonan la especie de esta cruda realidad es un verdadero desafío. Insistimos: para resolver los problemas, lo primero es aceptar que existen. Caso contrario es asunto perdido.