EDITORIAL
El gobernador Alejandro Murat está en vísperas de cumplir su tercer año de gestión sin que haya obras relevantes qué destacar de su gobierno. Se trata de un caso inédito si se compara con al menos las tres administraciones anteriores. Ya no hay manera de responsabilizar al pasado, pues en el imaginario colectivo, desde hace al menos dos años, dejó de tener importancia echar la cinta atrás. Recientemente, justo cuando trascendió que Murat Hinojosa habría solicitado al Congreso del Estado, la autorización para pedir un nuevo préstamo por 3 mil 500 millones de pesos, lo cual incrementaría la deuda pública, los corifeos de siempre echaron de su ronco pecho, para responsabilizar del crecimiento de la misma a los dos regímenes anteriores: el de Ulises Ruiz y el de Gabino Cué Monteagudo.
Si bien es cierto que, desde el principio, la bancada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en la LXIV Legislatura local, se mostró demasiado indulgente con la solicitud, la misma que envió a la Comisión de Finanzas para su análisis, dicha situación puso a las diversas fuerzas políticas en alerta. En principio, porque se conoce el método manido del “pago por evento”, pero además, porque en la revisión de las propuestas para la utilización de los recursos, se advirtieron inconsistencias. Más de 100 proyectos serían financiados con el empréstito, algunos de los cuales no se justifican plenamente. Al final, con 32 votos a favor, la petición del ejecutivo fue autorizada.
No hay que olvidar que existen vacíos y una nula explicación sobre los recursos asignados a la reconstrucción de las viviendas y demás en el Istmo de Tehuantepec, luego de los sismos de septiembre de 2017. Como lo mencionamos la semana anterior en este mismo espacio, la reconstrucción es parte de una agenda pendiente. ¿A dónde se fueron los más de 2 mil millones de pesos que se solicitaron para tal efecto? Es un acertijo. Lo cierto es que hay miles de viviendas que siguen sin haber recibido apoyo, ni del gobierno federal ni del estatal. La Auditoría Superior de la Federación ha encontrado la hebra de la corrupción en algunos rubros como la remoción de escombros y otros. Pero todo se ha sumergido en la más abominable opacidad.
Sin embargo, no obstante la serie de claroscuros y argumentos para la recapitalización de la deuda, para lo cual se requería asimismo la autorización de poco más de 13 mil millones de pesos y los 3 mil 500 millones “para obras”, la mayoría de diputados y diputadas que llegaron al Congreso con una mano adelante y otra atrás, vieron su conveniencia: el pago de uno o dos millones de pesos a cada uno, por haber levantado la mano y apoyar el multicitado préstamo.
