Cada vez que el jefe de departamento del Parque Nacional Benito Juárez, Froilán Martínez Rojas, habla de las 5 mil 884.44 hectáreas que conforman esta área protegida -distribuida en cuatro municipios de la zona conurbada-, equipara su importancia a realizar un análisis de laboratorio del principal pulmón de la ciudad de Oaxaca.
“Aquí podemos medir el nivel de las plaquetas y glóbulos de la ciudad, tanto rojos como blancos”, dice a manera de alegoría.
La presencia del puma y el jaguar es el indicador más fehaciente de que este bosque cumple su función: regula el microclima en la ciudad, capta agua para la microcuenca y es la zona que atrapa los contaminantes de la atmósfera.
Por su riqueza biodiversa, este parque – conformado por los municipios de San Andrés Huayapam, Tlalixtac de Cabrera, San Pablo Etla y Oaxaca de Juárez, con su Ejido Donají y la agencia de San Felipe del Agua- es la zona más cercana a la ciudad donde se ha levantado un registro fotográfico de la presencia de puma y el jaguar.
Desde el 2013 que se instalaron seis fototrampas -a un kilómetro de distancia entre una y otra- en el Ejido de Donají, comprendido por 357 hectáreas; se han registrado 20 especies de mamíferos, incluyendo cuatro felinos amenazados o en peligro de extinción, como el tigrillo, el yaguarundí y el puma.
José Santiago Velasco, biólogo y asistente técnico de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) en Oaxaca, sabe que en la parte alta de ese bosque de pino y encino, a unos siete kilómetros de camino, en enero pasado una foto tampa capturó la imagen de un puma.
Las fototrampas se activan con el movimiento de un animal o una planta. Toma fotografiadas cada tres segundos. Su pila y memoria puede permitir registros hasta por un mes, tiempo en que se almacenan unas mil imágenes que hay que depurar.
El trabajo, es de mucha paciencia y cuando lograron el primer registro de un felino fue como darle una palmada al trabajo comunitario que realizan quienes integran el Comité de Vigilancia en ese Ejido arañado por la mancha urbana de una ciudad que no deja de crecer entre el descontrol.
Esa paciencia que implica el monitoreo la conoce bien el presidente del Consejo de Vigilancia del Ejido Donaji, Juan Luria Anaya. En 2014, un año después que empezaron con el monitoreo, una de las cámaras que atan a el tronco de un árbol captó a un puma, no sabían si era hembra o macho.
Tuvieron que esperar dos años para que otro puma volviera a aparecer. En ese año pudieron determinar que era un macho. Dos años después hubo un nuevo registro y apenas en enero de 2019 otro más.
Esas dos últimas fechas coinciden con el registro que tienen del yaguarundí, también conocido como gato moro, que las fototrampas pudieron fotografiar en la parte baja de ese ejido.
Felinos
Aunque el Parque Nacional Benito Juárez comprende cuatro municipios, sólo en tres de ellos hay fototrampas, 26 en total que han podido capturar imágenes de mamíferos medianos y grandes.
“Es un área muy pequeña, pero la más importante para la ciudad de Oaxaca, es el hábitat de cuatro de los seis felinos que existen en México, un indicador de buena salud ambiental”, resalta Pavel Palacios, director del Área de Protección de Flora y Fauna Boquerón de Tonalá de la Conanp.
Estima que entre el Parque Nacional Huatulco, el de Lagunas de Chacahua y otras áreas destinadas voluntariamente a la conservación, existen unas 300 estaciones de fototrampeo que capturan la presencia de felinos.
Su presencia, coincide, habla de la buena condición del ecosistema, Si ese estatus cambia en el Parque Nacional Benito Juárez las repercusiones en la ciudad de Oaxaca serían evidentes.
“Es el principal pulmón de la ciudad y fuente de recursos naturales, está bien cuidada y conservada, pero muy pocos la conocen”, lamenta el biólogo Martínez Rojas, quien tiene la seguridad de que de estos árboles salió la madera de las primeras casas o la leña para el primer pan que se hornea.