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El ocaso de la industria camaronera

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Gonzalo DOMÍNGUEZ

 

SALINA CRUZ.- Al menos 16 cooperativas pesqueras camaroneras que cobijaban a unas 300 embarcaciones de altamar, desaparecieron del puerto en casi dos décadas, y con ello, también se perdieron unos dos mil empleos.

Hoy, apenas sobreviven unos 39 barcos camaroneros, que difícilmente salen a pescar sorteando el alto costo del diésel marino y la escasa producción.

Mientras que la dársena del muelle pesquero bajo la responsabilidad de la Administración Portuaria Integral (API), luce un panorama desolador, en completo abandono, sin mantenimiento y con barcos hundidos que difícilmente asoman el casco de lo que fue una nave camaronera, como muestra del desinterés oficial.

“No hay rastro de lo que fue la industria camaronera. La mejor época fue en el año de los 80, cuando gobernaba José López Portillo, pero hoy sólo quedan recuerdos porque ninguna cooperativa pesquera existe”, admite Felipe Zárate Domínguez conocido entre la tropa camaronera como “El Huame”, uno de tantos pescadores quien considera que la mala administración llevó a la quiebra a las 16 cooperativas pesqueras.

De acuerdo con el viejo pescador, la primera cooperativa que se formó en Salina cruz, fue la Suriana, “esa era la madre de todas las cooperativas”, soltó con un gesto de lamento.

Posteriormente aparecieron la Salina Cruz, la Progresista Istmeña, la Chontal, la Playita, la Perla del Soconusco, la Perla de Salina Cruz, la Eliseo Jiménez Ruiz, la Golfo de Tehuantepec, la Santa María y la Garrapatero de la región chontal, y la Cantera.

A la lista de cooperativas, se sumó la Oaxaqueña, la Ventosa, la Suchiate, la San Francisco, la Puerto Ángel y la Belisario Domínguez, pero la mayoría quebraron por mala administración.

“El Huame”, recuerda que los primeros barcos del puerto de Salina Cruz que surcaron las aguas del pacífico mexicano, eran de madera, como la línea de los San Juanes, el Ignacio Zaragoza, la Zapatilla, el Sotavento, el Promesa 1 y 2, el Marisco 10 y el Fonseca, que contaban con refrigeración de hielo y tenían capacidad para navegar hasta por un mes.

De acuerdo con la fuente, la mejor época camaronera del puerto, fue en los años 80, durante el gobierno de José López Portillo, quien avaló la iniciativa de comprar los barcos a los armadores o dueños, para formar cooperativas pesqueras.

Lamentablemente, ninguna cooperativa pesquera pudo mantenerse de pie, por la mala administración y todas se declararon en quiebra.

Desde entonces, ninguna autoridad federal o estatal, se ha preocupado por rescatar a la industria camaronera, y los políticos usan como bandera el desastre de los camaroneros.

Los legisladores, tampoco se han acercado para conocer las necesidades que atraviesan los pescadores, “sólo llegan en campaña política, se toman la foto y se van, sin que regresen a cumplir con sus promesas”, expresó.

A la par de las 16 cooperativas pesqueras, también desaparecieron las congeladoras y empacadoras de camarón, como La San Juan y la San Martín, además de Productos Pesqueros o Pesca Industrializada (PISA), que procesaban el camarón de exportación.

 

De pescador camaronero a bolero

 

Felipe Zárate “El Huame” inició el oficio de pescador camaronero a los 15 años de edad, a bordo de la embarcación Salina Cruz 1º, cuando se embarcó como pavo y terminó como cocinero y marinero.

“Fueron más de 22 años entregados al mar, con viajes de 30 días y lográbamos pescar hasta 15 o 20 toneladas de camarón, pero hoy sólo salen 5 o 7 toneladas por viaje”, explica.

“Pasamos muchas experiencias, buenas y malas, esa era nuestra vida entregada al mar, con altas y bajas, pero siempre atracábamos alegres porque había producción”, recuerda.

Sin embargo, al desaparecer la flota camaronera, Felipe se vio obligado a cambiar de oficio, porque su condición física también está deteriorada y hoy es lustrador de calzado en el parque central.

Junto al Huame, se embarcaron Romeo Osorio Benítez “El Manotas, quien se desempeñó como capitán de barco a bordo del Santa Cruz.

Ambos pescadores, lamentan que en el norte del país, haya más garantías y apoyo para los camaroneros, por eso allá están los mejores barcos y con buenos equipos.

Sin embargo, en Salina Cruz hasta para entrar al muelle pesquero se tienen que acreditar, y es el único puerto que no tiene malecón porque se lo adjudicó la Administración Portuaria Integral (API).

“Para nosotros, la API es un estorbo, porque tiene abandonado el muelle pesquero, nos restringe la entrada y cobra alta comisión”, expresa el Manotas.

El testimonio de los pescadores, se refleja en el abandono que se respira en el puerto, donde los barcos se van a pique, y no hay autoridad que se preocupe para rescatar la industria camaronera oaxaqueña.

 

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