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La guerrilla en Oaxaca

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En la década de los años setenta México vivió la llamada “Guerra Secreta”, cuyo saldo extraoficial de muertos fue de cientos de guerrilleros y un número no determinado de policías, paramilitares y soldados; fueron los años de la radicalización estudiantil, en donde la izquierda tomó como opción la lucha armada. Fue entonces, hace casi 60 años, que en Oaxaca irrumpió la Unión del Pueblo, una organización de corte nacional e internacional perfectamente estructurada, cuyas acciones se sustentaban en la estrategia denominada “guerra popular prolongada”, este grupo más tarde se alió con el Partido de los Pobres, de donde surgió el PROCUP y que posteriormente propició el nacimiento del EPR

 

Jorge Vega Aguilar

 

En pleno apogeo de la pugna por la rectoría de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), en los años 1975-1978, un comando del grupo guerrillero “Unión del Pueblo” (UP), integrado en su mayoría por jóvenes, intentó asaltar un camión recolector de dinero de un banco en pleno centro de la ciudad de Oaxaca de Juárez, a unos pasos del mercado 20 de Noviembre.

Fracasaron en su propósito, hubo carreras y gritos, la gente se espantó, aparecieron policías por todas partes y dispararon. Eran cinco los guerrilleros, y una veintena de policías. Luego se sumarían más uniformados.

Formaba parte del grupo armado José Luis Cortés Gutiérrez, uno de los jóvenes combatientes de la UP quien sintió que un cuchillo muy caliente le quemaba en la cintura. Cayó, dos balazos de los policías le atravesaron de izquierda a derecha. Se revolcaba y los oficiales le seguían disparando. Llegó la Cruz Roja y se lo llevó al Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”.

Irrumpía así en el escenario de la entidad, la guerrilla urbana, y José Luis Cortés Gutiérrez, de acuerdo a su testimonio, después de haber sido detenido, fue torturado en el Hospital Civil y cuando se recuperó recluido en la Penitenciaría Central de Santa María Ixcotel.

José Luis Cortés Gutiérrez, era un adolescente de ojos brillantes, mirada firme, penetrante, de baja estatura, quien consideraba entonces que la Unión del Pueblo “no era un grupito armado listo para crear desórdenes callejeros”, sino “una organización nacional e internacional perfectamente estructurada conforme a principios y finalidades científicos”.

Afirmaba que la UP no era un grupo violento, porque, según decía, “es violencia la demagogia, la corrupción, la enfermedad y la ignorancia de las masas populares”. “Es violencia la cárcel, la tortura y la muerte para los proletarios, y la impunidad para los ricos”.

Era hermano del psicólogo Arturo, así como de Pedro, Felipe y David, quienes fueron activos militantes del Movimiento Democrático Universitario (MDU) que encabezó el médico Felipe Martínez Soriano entre 1975 y 1978, durante los gobiernos de Manuel Zárate Aquino y el general Eliseo Jiménez Ruiz.

Durante la administración de Zárate Aquino, se generó un clima de polarización política y social, en medio de protestas estudiantiles, tomas de edificios públicos, paros de transportistas y represión por parte del gobierno estatal.

El 2 de marzo de 1977, una marcha de estudiantes “democratizadores”, que se dirigía al centro de la ciudad de Oaxaca de Juárez, fue reprimida con saldo de varios muertos.

Esta situación aunada al descontento social, provocó que el 3 de marzo, Zárate Aquino pidiera licencia por seis meses, y fuera sustituido por Jiménez Ruiz, quien había sido uno de los jefes militares que dirigió la persecución de Lucio Cabañas, dirigente del clandestino del “Partido de los Pobres”, y que finalmente fue muerto en un enfrentamiento con el Ejército Mexicano en el lugar conocido como El Otatal, Tecpan de Galeana, en la zona montañosa del estado de Guerrero.

Jiménez Ruiz, ya siendo gobernador interino, señalaba que “ni el país ni el gobierno federal le deben absolutamente nada a Oaxaca, por el hecho de que en esta entidad haya nacido Benito Juárez”.

Martínez Soriano, por su parte, fue el primer rector electo de la UABJO, quien fue ratificado en un referéndum el 13 de mayo de 1977, tras haber sido designado por el Consejo Universitario en octubre de 1976.

Sin embargo, las pugnas internas entre la Organización “Nezahualcóyotl”, fundada por Arturo Cortés Gutiérrez, y “Nicolás Guillén”, promovida por Marco Antonio Niño de Rivera, y que junto con otros grupos estudiantiles llevaron a la rectoría a Martínez Soriano, desembocaron en enfrentamientos a balazos, inclusive, entre ambos bandos.

 

“Navidad sangrienta”

 

El 23 de diciembre de 1977 estallaron bombas incendiarias en varios negocios del centro de la ciudad, en lo que fue conocido como “la Navidad sangrienta”.

Tras esa acción, varios universitarios integrantes de la Organización Nezahualcóyotl, quienes eran más conocidos como “los coyotes”, fueron detenidos y encarcelados, acusados de actos terroristas.

En febrero de 1978, fue asesinado a balazos el ex secretario general de la UABJO, Carlos Hernández Chavarría –militante del Partido Comunista-. Tres hombres jóvenes disfrazados de albañiles le dispararon y dijeron: “Este es el inicio de un ajuste de cuentas en la Universidad”.

El 7 de febrero de 1978, Martínez Soriano junto con Arturo Cortés, fueron detenidos y conducidos al Campo Militar número 1 en la Ciudad de México, para que confesaran su participación en supuestos grupos guerrilleros.

Fue una cacería de militantes del Movimiento Democrático Universitario que llevó a cabo lo que se conocía como la “Brigada Blanca”, ya desaparecida.

El 11 de febrero de 1978, Martínez Soriano –quien después encabezaría el Frente Nacional Democrático Popular (FNDP), fue liberado, pero obligado a firmar su renuncia irrevocable a la rectoría de la UABJO.

Jiménez Ruiz, a su vez, se referiría después a Martínez Soriano como “una persona que desaprovechó la oportunidad de unir a los estudiantes y sacar del caos a la UABJO”, porque, “se rodeó de tremendismo, de un falso espíritu revolucionario, se echó en brazos de la Unión del Pueblo, que suponía que la revolución socialista está a la vuelta de la esquina a través de bombas, secuestros y asesinatos de gente humilde”.

 

Surge la Unión del Pueblo

 

La Unión del Pueblo, surgió a principios de los años setenta, simultáneamente con otros grupos activistas, y tuvo como principales centros de operaciones Guadalajara, Oaxaca y la Ciudad de México.

Sus acciones estaban basadas en lo que llamaban “guerra popular prolongada”, y la vinculación con organismos y otros movimientos para formar su base social.

Fue en los años setenta, cuando diversos sectores juveniles del país, que habían estado ligados a movimientos estudiantiles y sufrieron la represión de 1968 se radicalizaron.

Así aparecieron el Movimiento Acción Revolucionaria (MAR), la Liga Comunista 23 de Septiembre, las Fuerzas de Liberación Nacional (FLN), la Unión del Pueblo y el Partido de los Pobres.

La Unión del Pueblo tuvo su etapa de apogeo entre 1971 y 1978, durante el periodo de la llamada “guerra sucia”, cuando se combatía a grupos disidentes con métodos extrajudiciales.

Fue fundada por Jaime Baliwest y José María Ignacio Ortiz Vides –un guerrillero guatemalteco–.

La Unión del Pueblo se dividió después en dos grupos, uno de ellos, el Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo (PROCUP), fundado por Héctor Heladio Hernández, y quien fuera asesinado en noviembre de 1978.

Después asumió el mando el oaxaqueño Tiburcio Cruz Sánchez, esposo de Elodia Canseco Ruiz, -quien se ostenta como Francisco Cerezo Quiroz-, y posteriormente el PROCUP se fusionó con el Partido de los Pobres, lo que dio lugar al PROCUP-PDLP, al cual se agregarían más grupos que crearon el Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Tiburcio Cruz Sánchez, es hermano de Gabriel Alberto Cruz Sánchez quien, junto con Edmundo Reyes Amaya, militantes del EPR, están en calidad de desaparecidos desde el 25 de mayo de 2007.

En sus comunicados, varios de los dirigentes del PROCUP que se firmaban como Eleazar Campos Gómez, Lidia González Luján, Antonio Montaño Torres y Cristóbal Domínguez, afirmaban que se planteaban como objetivo estratégico “la toma del poder por parte del proletariado”.

El viernes 2 de diciembre de 1983, los hermanos Arturo y José Luis Cortés Gutiérrez fueron ultimados a balazos por la espalda, por un comando dentro de un autobús cuando se dirigían a Chipiltepec, Estado de México, cerca de Teotihuacán, y a quienes, supuestamente, el PROCUP había sentenciado a muerte “por traidores” en “tribunales” clandestinos.

Al día siguiente, en la ciudad de Oaxaca de Juárez, Felipe Cortés Gutiérrez y su esposa, Guadalupe Carrasco también fueron asesinados en su domicilio que estaba ubicado a unos metros de la entonces Escuela de Medicina y Cirugía –ahora Facultad-, de la UABJO.

De acuerdo a las crónicas periodísticas, Arturo y su hermano José Luis llevaban consigo parte de los documentos en los cuales denunciaban la actuación del PROCUP-FNDP, y lo que llamaron “historia negra” de ese grupo armado.

Felipe Edgardo Canseco Ruiz –actualmente licenciado en derecho y especialista en derecho constitucional por la Facultad de Derecho de la UNAM, fue militante del PROCUP.

El 13 de junio de 1990 fue detenido, estuvo preso siete años dos meses en el Reclusorio Preventivo Norte y el penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco, y en agosto de 1997 fue absuelto de todos los cargos que se le habían imputado.

Volvió a la lucha política democrática en 2001, a través del colectivo Izquierda Democrática Popular, ya al margen de movimientos guerrilleros como el EPR y sus escisiones.

 

El EPR en escena

 

El EPR hizo su aparición pública por primera vez en la entidad, el 28 de agosto de 1996, “como parte de su campaña militar y, en respuesta a la escalada represiva y la militarización desplegada por el gobierno antipopular de Ernesto Zedillo contra el pueblo”, decían en sus pronunciamientos.

Ese día, un comando eperrista tomó la ciudad de Tlaxiaco, y la madrugada del día siguiente dos destacamentos del grupo guerrillero ocuparon por 45 minutos La Crucecita, en Santa Cruz Huatulco.

En este último lugar se produjeron enfrentamientos con la Armada de México, Policía Federal y policías preventivos, donde murieron once marinos, uniformados y un civil.

En tanto, Felipe Edgardo Canseco Ruiz, refirió en el año 2001 que “creía que el PROCUP ya había desaparecido”.

 

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