RICARDO CID
Los síntomas de que la luna de miel entre Andrés Manuel López Obrador y sus votantes se está acabando, son cada día más claros y evidentes: primero fue la rechifla en la inauguración del estadio de béisbol de los Diablos Rojos; después fue la exhibida que le dio el periodista Jorge Ramos con los datos verdaderos de los asesinatos de los tres primeros meses; y el fin de semana pasado un ataque masivo en las redes sociales donde se viralizó la frase: “AMLO, RENUNCIA”. El detonante de todas estas expresiones populares es sin duda alguna el tema de la inseguridad, ya que los índices en materia de asesinatos, feminicidios, secuestros, cobros por derecho de piso, etc. lejos de bajar han aumentado en un diez por ciento y todo apunta a que el 2019 sea el año más violento en la historia de México.
La promesa de que en el momento que asumiera AMLO la Primera Magistratura del país, como por arte de magia se acabaría la inseguridad, se ha desvanecido dando lugar a un periodo de gracia para que se vean resultados positivos, lo cual tampoco ha sucedido, sin embargo la esperanza en algunos se niega a morir, pero en muchos otros el velo del engaño se ha caído y ahora pueden ver que todo se trató de una estrategia de campaña.
En la misma semana, a través de los medios masivos de comunicación, los mexicanos vimos imágenes muy significativas de lo que está pasando en México. Por un lado, el asesinato del Mayor Sergio Armando Hernández Vega, quien fuera el secretario particular del Jefe del Estado Mayor Presidencial con Enrique Peña Nieto, General Roberto Sánchez Miranda; como también la imagen de un niño de un año de edad tirado en el piso agonizando con llanto por un disparo en el pecho durante una ejecución colectiva en Minatitlán, Veracruz. La conclusión lógica es que vivimos en un país donde a cualquiera le puede pasar lo mismo.
La pregunta es, en este escenario dantesco donde la sociedad mexicana es masacrada por el crimen organizado, cómo encuadran, cómo hacen lógica los dichos de López Obrador en referencia a este tema: durante su campaña su estrategia se reducía a “abrazos y no balazos” y “perdón a los delincuentes”; en los primeros días de su gobierno le agregó “yo no voy a perseguir a los capos”; hace diez días afirmó “la inseguridad se va a acabar cuando se acabe la corrupción”; el fin de semana pasado explotó diciendo “nos dejaron un cochinero” y unas horas después lanza nuevamente una promesa, que “en seis meses se verán resultados”. Lo que queda de manifiesto es que, a 140 días de iniciado su gobierno, el actual Presidente de México no tiene una estrategia real y creíble de cómo solucionar el principal problema de los mexicanos: la inseguridad.
Todavía más grave, el gobierno de AMLO no solo ha evidenciado su falta de capacidad para solucionar este problema, sino que ha demostrado su desinterés para hacerlo, ya que sus prioridades de agenda han sido otras: estructurar programas sociales asistencialistas con claro sentido electorero y, desmantelar y destruir a las instituciones autónomas para no tener contrapesos políticos en el ejercicio de su gobierno.
Ahora bien, la gran duda por no decir temor, es si la Guardia Nacional en proceso de formación tendrá como principal fin perseguir a los delincuentes o a los opositores de la 4T, como ya ha sucedido en los gobiernos de corte socialista en América latina como Venezuela, Nicaragua, Ecuador o Bolivia. Todos ellos integrantes del Foro de Sao Paulo al igual que López Obrador y MORENA.
Dice el periodista y analista Héctor Aguilar Camín, la Guardia Nacional hasta ahora es una “entelequia”, no sabemos cómo se va a estructurar, cómo va a funcionar o con qué fines. Lo que sí sabemos es que, de acuerdo a la reforma constitucional aprobada, en lo que se conforma dicha Guardia Nacional, el Presidente cuenta con cinco años para disponer discrecionalmente de las fuerzas Armadas, es decir, totalmente a su servicio para lo que él guste y mande. Más aún, para que la Guardia Nacional pueda funcionar es necesario elaborar y aprobar cuatro Leyes Secundarias en la materia y esto tendrá que ser en la Cámara Federal de Diputados con mayoría de MORENA, es decir de López Obrador, lo cual no es buen augurio.
En la Reforma también se aprobó que el mando de esta corporación debería ser civil, sin embargo López Obrador ya anunció que será un militar en proceso de retiro y si a esto le sumamos que estará integrada por la Policía Militar, la Policía de la Naval y la Policía de la Fuerza Aérea, sin que ninguno de sus elementos pierda su rango militar, no es difícil deducir que muy lejos de ser una Policía con carácter civil, será el mismo ejercito con otro nombre y otro uniforme, confirmándose con ello la militarización al país y una mentira más dicha en su campaña, en el sentido de que “el Ejército regresaría a sus cuarteles”.
La verdad es que hoy no podemos asegurar cual es el fin de la conformación de la Guardia Nacional, ni tampoco si va a funcionar o no, eso lo sabremos a mediano o largo plazo. Lo cierto es que se está pensando conformarla con cien mil elementos cuando de acuerdo a experiencias de otros países se necesitaría en México un mínimo de 500 mil elementos para combatir con efectividad al crimen organizado.
Mientras todo esto sucede, mientras tres de cada cuatro mexicanos se sienten inseguros, mientras México es de los países más inseguros para ejercer el periodismo, mientras las cifras apuntan para que el 2019 sea el año más violento de nuestra historia, mientras miles de negocios cierran por las amenazas y el cobro de derecho de piso, mientras miles de mexicanos son secuestrados, mientras la delincuencia asesina a niños, mientras el Gobernador de Oaxaca cierra la frontera con Veracruz: la esposa del presidente, la señora Beatriz Gutiérrez Müller, anuncia que grabará un disco a dúo con Tania Libertad. Así las cosas.
