La presente administración gubernamental pretende revivir un proyecto que fracasó y ha estado abandonado 26 años; el argumento oficial es desahogar el congestionamiento vehicular que impera en el centro de la ciudad, sin embargo activistas alertan que en el fondo se pretende detonar un jugoso negocio inmobiliario, a partir de los predios en poder de ex funcionarios y políticos. En tanto, nativos de las agencias de Donají y San Felipe del Agua muestran su rechazo al proyecto por considerar que atenta contra la riqueza natural de la Cordillera Norte, el principal pulmón de la capital oaxaqueña
Texto: David MÉNDEZ
Fotos: Esteban CHINCOYA
Abandonado, devorado por la negligencia y la corrupción, convertido en un cadáver… Así se encuentra lo que en 1991 fue proyectado para ser el Libramiento Norte de la ciudad de Oaxaca, una vía que tenía el objetivo de dar solución a los problemas de congestión vehicular que imperan en la capital del estado
Esta obra, uno de los proyectos promovidos por el gobierno de Heladio Ramírez López, ha permanecido abandonada desde hace 26 años. Hoy forma parte del Plan de Desarrollo Metropolitano de la administración que encabeza Alejandro Murat Hinojosa, quien pretende revivir el proyecto para convertirlo en un jugoso negocio inmobiliario, según la denuncia de activistas.
Sin embargo, los comuneros de las agencias de Donají y San Felipe del Agua advierten que no permitirán que las autoridades reanuden los trabajos pues carecen de estudios técnicos y del consenso social.
Consultados por separado, los representantes agrarios califican aquel proyecto como un atentado contra los recursos naturales de la zona, considerada la reserva natural más importante de la ciudad de Oaxaca y fuente de agua de la zona metropolitana.
“Aquí los pueblos no van a dejar. (Los gobiernos construyen) puras autopistas, puras carreteras y nunca le hacen caso a la montaña”, sentencia Simitrio Ramírez, integrante del Comisariado de Bienes Comunales de la agencia de Donají.
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Una cañada por la que baja un arroyo que entre árboles y plantas recorre cientos de metros hasta el municipio de Santa Lucía del Camino, donde se fusiona con otras corrientes de agua, interrumpe súbitamente el trazo de lo que debería ser el Libramiento Norte.
Aquella vía de comunicación, o lo vestigios que quedan de ella, comienza a la altura de la terminal de autobuses de la colonia panteón Jardín, al oriente de la ciudad de Oaxaca, en los límites con la agencia de San Luis Beltrán.
Se trata de un camino de aproximadamente ocho metros de ancho, que en algún momento lució pavimentado y donde hoy, tras un olvido de casi 30 años, predominan hoyancos y terracería.
Rodeado por lotes baldíos y algunas casas construidas con madera, lámina y, las menos, con concreto, en un entorno desértico por la ausencia de vegetación, el primer tramo del recorrido se prolonga 300 metros hasta topar con una serie de veredas intransitables en automóvil o motocicleta.
Es necesario caminar en pendiente 200 metros más hasta llegar a las casetas de vigilancia del parque ecológico de Donají, donde Simitrio, desde las alturas, entre el trinar de pájaros y árboles, observa a las personas que se acercan.
“Hasta ahí llega el camino”, dice una vez que logra tener contacto y señala el sitio recorrido por los reporteros.
Hace 27 años, cuenta el vigilante, las autoridades no pudieron rellenar de tierra aquella zona para continuar con el trazo de la vía d comunicación y la abandonaron. A un costado, frente al tramo inconcluso, aún se observa el talud del cerro que fue cercenado.
“Fue una obra mal hecha, improvisada. No hubo estudios; la hicieron sin planeación”, condena Ramírez.
Si las autoridades oaxaqueñas planean reactivar el proyecto del Libramiento Norte, deberán construir un puente vehicular de al menos 50 metros de longitud, que conecte a San Luis Beltrán con Donají.
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En el otro extremo, donde ya se encuentran Simitrio y los reporteros, el trazo se reanuda. Éste atraviesa una de las dos cabañas que utiliza el comité de vigilancia del parque Donají, así como la zona donde se encuentra el acceso principal al espacio recreativo y, posteriormente, se enfila hacia tierras comunales de San Felipe del Agua.
Simitrio revela que, en realidad, hace 26 años, ningún grupo de comuneros se opuso a la construcción de la carretera, un proyecto ideado por Heladio Ramírez López que tenía el fin de liberar las vialidades de la ciudad de Oaxaca del tránsito de unidades de carga pesada y pasaje.
Al poniente de la ciudad, el Libramiento comenzaba en la agencia de Trinidad de Viguera y terminaba en la colonia panteón Jardín, al oriente.
Así, los camiones cargados de mercancía procedentes de las ciudades de México y Puebla que tuvieran como destino la región del Istmo de Tehuantepec, podrían incorporarse a la nueva vialidad y apresurar su marcha evadiendo el congestionamiento de la capital.
Sin embargo, sucedieron dos cosas: el gobierno no entregó a las comunidades los apoyos que prometió –pavimentación de calles, reconstrucción de iglesias y acceso a servicios básicos– y, luego, éstas, se percataron de la deficiente calidad de la obra y decidieron cerrarla.
“Si hubieran terminado la obra desde que la comenzaron, hace 20 años, ya tuviéramos toda la reserva (ecológica) incendiada; ahora se piensa mucho en eso. Ahí está la carretera, cualquiera tira su cigarro (y provoca incendios).
“La montaña aguanta dos, tres, incendios y desaparece… Donají, Viguera y San Felipe del Agua no van a dejar”, prevé el ciudadano, de unos 60 años.
–¿Escucharon la noticia sobre que las autoridades plantean reactivar el Libramiento Norte?, ¿qué opinan?, consulta Real Politik.
–Sí, se escuchó esa noticia.
–Ha habido rumores, pero no lo hacen…
–¿Les han comentado algo al respecto?
–No nos han dicho, pero hay rumores de que quieren echarlo a andar, pero no los van a dejar.
–Hace 26 años, ¿ustedes se opusieron a la obra?
–No, ya después de que lo hicieron mal los primeros en oponerse fueron Viguera y San Felipe. Al principio hubo oposición, pero poca; el gobierno convenció y fue que hicieron el recorte, el trazo… de lo contrario, no hubieran hecho nada.
>Luego, el gobierno que salió (de Heladio Ramírez) dejó todo malhecho y, el que entró, el de Diódoro Carrasco, dijo que no iban a seguir.
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Desde el parque Donají es posible transitar la vía aproximadamente 400 metros en vehículo; no obstante, el trayecto vuelve a interrumpirse al comienzo de los terrenos comunales de San Felipe del Agua.
Un montículo de tierra de un metro de altura por ocho de largo impide el libre tránsito. Se debe trepar para llegar al otro lado y continuar la marcha a pie.
El angosto camino hallado en la colonia Jardín gana algunos metros, hasta llegar a 10 o 12, y se vuelve un espacio propicio para dos carriles y aceras.
Aquí es visible un intenso trabajo inmobiliario. Al menos 10 residencias se edifican a un costado de la carretera. Se trata de viviendas amplias, de dos y hasta tres pisos.
Decenas de trabajadores de la construcción laboran con intensidad. Algunos proyectos ya se encuentran en obra negra; en otros, apenas se comenzó la etapa de cimentación; todos, respetan el paso de la vía.
No hay aquí tantos árboles como en Donají; al contrario, se observan cerros cercenados y los rayos del sol, a las 10 de la mañana, caen a plomo.
Dos kilómetros adelante, antes de llegar a la entrada al parque Benito Juárez, el camino se reduce abruptamente a una vereda de dos metros.
“Con el tiempo, el cerro se derrumbó y tapó todo. Ya estaba casi terminado, nada más que no funcionó luego y se tapó, señala un comunero de San Felipe del Agua, que pide no ser identificado.
“Dicen que el Gobernador lo quiere rehabilitar. A lo mejor para el desahogo de la capital es bueno, pero para San Felipe es malo”, comenta.
Luego, recula, y resalta que quizá los nativos de San Felipe acepten la obra nuevamente siempre y cuando el gobierno cumpla con las promesas que hizo en su momento Heladio Ramírez y se repavimenten todas las calles del asentamiento, se reconstruya su iglesia y se dote de servicios básicos al 100 por ciento de la población.
Además, agrega, el punto de vista de los habitantes podría cambiar y apoyar el proyecto, si el gobierno brinda seguridad eficiente a toda la población y termina con la delincuencia que los carcome desde hace varios años.
Si no ocurre nada de ello, el Libramiento Norte seguirá cerrado y devorado por el tiempo.
“A lo mejor sí (se permite el paso de la obra), si cumplen con todo; puede ser, no digo que no; para todo hay arreglo…”, dice con tono irónico.
“Que le den un cambio a la población porque está de la chingada”, añade, ya con seriedad.
Los comuneros de San Felipe mantienen activos tres bloqueos: la mojonera en los límites con Donají, una pluma antes de llegar al antiguo camino a San Felipe del Agua y una segunda mojonera en el límite con Trinidad de Viguera.
De acuerdo con los cálculos del comunero entrevistado, el 50 o 60 por ciento del Libramiento Norte recorre tierras de aquella agencia municipal.
–¿Cómo está la inseguridad aquí?
–De la tristeza, los chingao rateros. Asaltos, robos, todo hacen los desgraciados aquí: vienen a botar muertos, vienen a botar carros…
–¿Dónde los dejan?
–En toda la parte de arriba, en el Libramiento.
–¿Y los de Viguera estarán en la misma posición?
–En la misma; no les cumplieron.
–Entonces, lo primero que deberán hacer es conciliar con ustedes.
–Sí y la respuesta es no, reitera.
Aunque aclara que su respuesta demuestra el sentir de los 100 comuneros de San Felipe del Agua, ésta no puede ser tomada como una postura oficial por el reportero porque todos los pronunciamientos deben tener el aval de la asamblea.
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Después de atravesar el Antiguo Camino a San Felipe, el Libramiento recorre tres kilómetros más hasta encontrarse nuevamente con otro bloqueo, en el punto que desahoga hacia Trinidad de Viguera.
No obstante, los dueños de los terrenos ubicados a las orillas de este tramo, continúan la construcción de viviendas a gran velocidad, como si supieran que la vía se echará a andar pese a la aposición de los comuneros.
Y es que para el presidente del Patronato Pro Defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Oaxaca (Pro-Oax), José Márquez Pérez, “la realidad que se esconde detrás del proyecto del Libramiento Norte es un gigantesco negocio inmobiliario y de especulación de tierras de la clase política”.
La carretera no trata en sí de beneficiar a la población, explica el arquitecto, activista y, en su momento, político, sino de detonar de plusvalía e incrementar el costo de todas aquellas tierras que compraron funcionarios públicos una vez que se enteraron del proyecto de Heladio Ramírez.
“Con ese camino se abre paso a una urbanización improvisada, sin planeación, como se ha hecho en Oaxaca”, comenta para Real Politik.
“Todo se ha vuelto especulación de la tierra, esa es la realidad”, sentencia, en una entrevista realizada en su domicilio.
Pro-Oax, organización fundada por el pintor Francisco Toledo, dedicada al activismo en favor de las áreas naturales, nació justo en la década de los 90’s, cuando el secretario general de Gobierno, Lino Celaya, comenzó la apertura de la carretera, otorgándole los primeros contratos a una constructora de su familia.
Todos los trabajos, de acuerdo con Márquez, fueron hechos sin estudios de factibilidad e impacto ambiental, lo que dio pie a un ecocidio que provocó la protesta de múltiples activistas.
“Era una vereda que nada más se amplió a seis metros y se empezó a pavimentar en tramos, interrumpiendo las cañadas naturales, que son los escurrimientos de la Sierra Norte; entonces, fue improvisado, así se empezó: metiendo maquinaria de la empresa del hermano de Lino Celaya y tratando de hacer el camino hasta que se abandonó”.
Hoy, reactivar el proyecto, advierte, será más para favorecer a los grupúsculos que se han hecho de propiedades en aquella zona y fomentar con ello su enriquecimiento, a costa de la vida del resto de la población.
“Es un daño potencial a la cuestión ambiental, a la única fuente de suministro de agua del Valle de Oaxaca (la Cordillera Norte)”, asegura.
Márquez Pérez concluye que si el gobierno del estado quiere en verdad favorecer a la sociedad, deberá cancelar de manera definitiva aquella idea, comenzar a trabajar con intensidad en la construcción del Libramiento Sur, un proyecto que atravesaría los municipios de Etla, San Jacinto Amilpas y Xoxocotlán, entre otros, pero sin dañar ninguna fuente de oxígeno ni de agua.