Julio Castillo López
@JulioCastilloL
El lunes 1 de diciembre se cumplieron dos años del gobierno de Enrique Peña Nieto y fuera de su preocupante aceptación social se debe de reconocer que los resultados son bastante malos. No es la molestia social, no son las coyunturas ni las tragedias que puedan ser directa o indirectamente responsabilidad del presidente, es que al final del día las cuentas no le salen en ninguno de los rubros que debería de dar resultados:
En primer lugar el tema económico es un desastre; el crecimiento que tanto criticó el PRI en los sexenios que el PAN gobernó es alto en comparación con lo que han logrado. Aumentaron los impuestos y se cansaron de decir que no cambiarían su política y a penas el lunes salió Videgaray (el que cobra los impuestos) a decir que no estaban cerrados a bajarlos… o sea que, ¿el PAN tuvo razón? México sin empleo, sin crecimiento económico y con los impuestos más altos de su historia. La reforma fiscal sí es tóxica y está dañando a la economía de las familias, 7 de cada 10 mexicanos lo aseguran.
En segundo lugar el tema de seguridad que tanto pregonó el presidente en su campaña. Dijo que sería un México en paz y hoy no sólo no hay paz sino que los disturbios son provocados por la falta de autoridad y del Estado de Derecho… antes se vieron muchas situaciones complicadas, enfrentamientos entre narcotraficantes y policías o ejército o marinos pero no estaba en duda que los “malos” eran los “malos” y que los “buenos” eran los “buenos”; hoy no se sabe… y no es mencionar una tragedia aislada, es decir que los ciudadanos ven que es el gobierno quien está desestabilizando… y ¿qué solución plantea el presidente? Medidas legislativas que ellos mismos rechazaron hace años, pero el problema no es de la ley, el problema es de quien la debe aplicar y el Poder Legislativo puede legislar todo lo que sea necesario, pero si no hay voluntad para hacer valer la ley, no hay ley que solucione problema alguno.
En tercer lugar está la corrupción. Todos los gobiernos han tenido corrupción en distintos niveles pero desde la democracia, éste es el primero en que se ve la corrupción desde su propia casa. Todos los bienes de Chespirito (que en paz descanse) son valuados en aproximadamente 15 millones de dólares; la esposa del presidente, en la misma empresa, ¿ganó eso por año? El departamento de Miami liquidado al contado y la “casita” de las Lomas que está pagando a plazos son pruebas de lo honestamente imposible de justificar, por más que se empeñen.
Bajo estas premisas es lógico que este gobierno sea el peor calificado socialmente desde el “error de diciembre” de Zedillo. Las reformas que presumen son logros legislativos y su posible logro sería la implementación certera y expresa pero no estamos ni cerca de que alguna reforma estructural (con excepción de la fiscal que está más que implementada) sea implementada en su totalidad.
México ya cambió y entre el año 2000 que el PRI dejó la presidencia y hoy, no sólo han pasado 14 años, pasó de una cultura política a una de comunicación. No importa cuántos medios se compren o cuantos acuerdos existan, no pueden ocultar lo que pasa en un país en donde las redes sociales y la comunicación real es mucho más fecunda que la institucionalizada.