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Pobre e improductivo, el campo oaxaqueño

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Una política clientelar, sin metas claras ni un diagnóstico de la situación real que enfrenta, ha llevado al agro a la ruina; actualmente, el 60 0 70 por ciento del presupuesto destinado a este sector sirve para alimentar a unas 600 organizaciones sociales que no comprueban el uso de estos recursos, esto aunado a la baja productividad de las tierras ha llevado a Oaxaca a perder el liderazgo en la producción de café, piña y ajonjolí, entre otros productos, mientras las dependencias responsables de promover su desarrollo, son un simple testigo de la debacle que vive el sector agropecuario

 

 Texto: Alonso PÉREZ AVENDAÑO

Fotos: Esteban CHINCOYA

 

La Secretaría de Desarrollo Agropecuario Pesca y Acuacultura (Sedapa) del Gobierno del Estado continúa en su papel de “testigo” del trabajo que se hace en el campo oaxaqueño, sin un diagnóstico de cómo se encuentra el sector primario de la entidad, sin metas claras de lo que pretende lograr en el actual sexenio y gastando hasta el 70% de los recursos económicos con los que cuenta de manera clientelar, atendiendo a grupos de presión a los que les entrega dinero sin vigilar su uso.

El señalamiento es del ingeniero Raúl Cruz Valencia, presidente de la Federación Agronómica del Estado de Oaxaca (FAEO), que agrupa a mil 800 profesionales del agro en el estado:  “En Oaxaca existen más de 600 organizaciones sociales que vienen a pedirle al gobierno apoyos y el gobierno lo que hace es agarrar directamente de las bolsas de dinero que van para el campo, es el 60 o 70% del presupuesto estatal del campo que va a organizaciones sociales que en esencia no aplican los apoyos, no lo comprueban y no se verifica si se aplicó o no”, asegura.

Esta situación, dice, se ha mantenido a pesar del cambio de administración, en la que el gobernador Alejandro Murat ha colocado en 16 meses a dos titulares de la Sedapa, el primero, Eduardo Rojas Zavaleta, quien dejó el cargo para volverse candidato a diputado federal por el PRI; y el segundo, Carlos Grau López, quien ocupa desde el 31 de enero el cargo sin hasta ahora haber anunciado un cambio en la política agropecuaria estatal. Para Cruz Valencia, el problema no es quién ocupe el cargo, sino la falta de metas.

“El primer año lo que hizo la actual administración fue darle seguimiento a lo que hizo el gobierno anterior, ya estaban etiquetados los recursos, en el segundo año se supone que las cosas debieran de cambiar, sin embargo no se vislumbra mucho cambio porque aceptamos las reglas del gobierno federal, el 90 o 95% de los recursos que se aplican al campo en Oaxaca son federales, el gobierno estatal lo único que hace es ser testigo del uso del dinero federal”, agrega.

La falta de rumbo en las políticas públicas estatales, apunta, mantienen al campo oaxaqueño frente al problema más grave que arrastra desde hace décadas: la baja productividad, el bajo rendimiento de sus tierras.

“El problema es tanto con la Sagarpa como con la Sedapa, no existen metas, como agrónomos les hemos dicho que se requiere una priorización, poder decir, por ejemplo, en el Istmo, de las 14 mil hectáreas que tenemos sembradas de mango cuántas podemos tecnificar este año, eso no existe, lo mismo para papaya, cítricos, hace falta un trabajo de planeación del Gobierno del Estado para establecer esas metas”.

 

Desaprovecha auge exportador

 

En 2016, México ganó en el extranjero por ventas del sector primario 25 mil 796 millones de dólares, de los cuales una cuarta parte la generaron seis productos: aguacate, jitomate, berries, chile, nuez y pepino, todos inexistentes o producidos marginalmente en el territorio oaxaqueño.

El aguacate, el oro verde del cual México es el principal productor del planeta, generó ganancias en 2016 por 2 mil 227 millones de dólares al vender en el extranjero, principalmente en Estados Unidos, un millón 32 mil toneladas de las un millón 889 mil que se cosecharon. ¿Cuál fue la aportación de Oaxaca? 7 mil 727 toneladas, el 0.40%.

El jitomate, otro de los productos que genera altas ganancias por ventas en el exterior, logró mil 548 millones de dólares en 2016; en el país se cosecharon tres mil 349 toneladas, pero Oaxaca está fuera de la lista de la Sagarpa de los 10 principales estados productores.

“En el caso específico del aguacate es un cultivo que demanda, por lo menos 16 elementos para su nutrición, de acuerdo a la etapa fetológica del cultivo, en la primera etapa demanda nitrógeno, fósforo y potasio, que son macronutrientes, pero conforme pasan los años empiezan a demandar micronutrientes, fierro, calcio, magnesio, boro, que se aplica cuando empieza a florear la planta, si estuviéramos tecnificados, desde el mismo riego podríamos aplicarlo integrándolo al agua, falta tecnificar los sistemas de riego, nos hace falta utilizar más fuentes de fertilizantes para poder proveerle a las plantas una fertilización completa y que eso nos permita mejorar el rendimiento”, apunta el ingeniero.

Respecto al mango, aunque la tierra de tres regiones de Oaxaca es propicia para su cultivo -la Costa, el Istmo y la Cañada-, el rendimiento de la tierra es también un problema. En un campo tecnificado se podrían sembrar aproximadamente 260 plantas por hectárea obteniendo entre 15, 20 o 30 toneladas por cada una, en el estado se siembran 100 árboles por hectárea y se consiguen 11 toneladas.

De acuerdo con el Atlas agroalimentario 2017 de la Sagarpa, Oaxaca es líder nacional de al menos 10 productos del sector primario. Papaya, piña y ajonjolí se encuentran entre los frutos del campo por los que destaca el estado.

De papaya, Oaxaca produjo en 2016 el 35.3% del total nacional, ubicándose como el principal productor con 951 mil toneladas; en piña es el segundo lugar y participa con el 10.5% nacional, 11 mil 752 toneladas de las 111 mil 926 cosechadas; de ajonjolí el país produjo 59 mil 412 toneladas, 5 mil 977 en la entidad, el 10%, que la ubican como la tercera mayor productora.

El café, un cultivo del cual Oaxaca fue el principal productor del país durante décadas, generó en 2016 ganancias por exportaciones por 297 millones de dólares. El estado es el cuarto productor nacional pero

su participación es solo del 8.06%, con 66 mil 451 de las 824 mil 82 que se cosecharon en 2016.

De acuerdo con Valencia Cruz, gran parte de los productores de café en el estado aún registran pérdidas por su cultivo al obtener uno o dos quintales por hectárea.

“Hace falta mucha inversión para poder rescatar la cafeticultura, ahorita estamos metiéndole en promedio unas 500 plantas por hectárea, deben llegar a ser 2 mil 500, aunque en Oaxaca tradicionalmente los productores han estado metiendo mil 600; para pensar que el productor pueda alcanzar 20 o 25 quintales que le permitan tener al café como una fuente de ingreso se necesitan recursos, porque así como está genera solo pérdidas  y el productor prefiere dedicar esa área de cultivo a otra cosa, como el ganado”.

 

Maíz, la “única” opción

 

Por la falta de recursos y de conocimientos, miles de productores en el estado continúan sembrando pequeñas parcelas de maíz no obstante que las pérdidas son evidentes. Incluso en las regiones donde mejor se da este grano, como la Costa, el Istmo, Tuxtepec y el Bajo Mixe, su rendimiento de hasta cinco toneladas por hectárea es menor al promedio nacional de 5.5 toneladas bajo temporal y de 7 en sistema de riego. En Valles Centrales en promedio se obtienen dos toneladas por hectárea y en la Mixteca 700 kilos.

“Como agrónomos en el estado proponemos que se dedicaran a otro cultivo más rentable, por ejemplo, en la zona fría dedicarse a la siembra de durazno, manzana, aguacate, que les permita generar ingresos y comprar el maíz que ocupan, ahorita por hectárea están invirtiendo 14 mil pesos y están cosechando 700 kilos, si por kilo obtienen 5 pesos, son 3 mil 500 pesos de ingresos, es estar perdiendo aunque los campesinos a veces no vislumbran que se puedan dedicar a otra cosa”, explica Cruz Valencia.

 

El PESA, la alternativa

 

La gran mayoría de los programas del sector agropecuario que apoya la Sagarpa carecen de instrumentos para medir sus resultados. A Proagro, uno de los que mayores recursos recibe, la Auditoría Superior de la Federación en un informe publicado en febrero pasado le detectó malos manejos por 130 millones de pesos del presupuesto 2016. Ese año, de acuerdo con la auditoría 288-DE, 25 mil 64 beneficiarios de Proagro Productivo fueron incapaces de comprobar el haber utilizado los recursos recibidos para mejorar su producción agrícola. El posible daño al erario fue por 79 millones 498 mil pesos. Ese mismo año Sagarpa entregó 41 millones 815 mil pesos a 42 mil 253 personas, casi un millón de pesos a cada una, con montos que excedieron en mucho lo que estipula el programa.

Ante este panorama el único programa que ha mostrado tener un beneficio real en comunidades de alta y muy alta marginación es el Estratégico para la Soberanía Alimentaria (PESA), cuya metodología ha sido delineada por la Organización para la Alimentación y la Agricultura de Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés).

El programa opera a través del establecimiento de Agencias de Desarrollo Rural (ADR) que son grupos de asesoría multidisciplinaria que asesoran a pequeños productores.

Las condiciones son simples, explica Cruz Valencia, que el productor “tenga terreno, que tenga agua, que tenga un porcentaje para aportar y que tenga ganas”. El porcentaje que debe aportar cada pequeño campesino es el 10% del total del proyecto.

Cada ADR debe atender a una microregión, compuesta por al menos 25 comunidades, con 20 familias cada una. En Oaxaca el proyecto se implementa desde 2006 y hoy existen 42 ADR en municipios de alta y muy alta marginación como San Pedro Ixtlahuaca, Santa Gertrudis, San Mateo Río Hondo y San Carlos Yautepec, entre otros.

A través de este programa se han diversificado los cultivos para escapar del monopolio del maíz. En 17 de las agencias de desarrollo la línea de especialización es la de aguacate que actualmente suman 2 mil hectáreas cultivadas. En el PESA se garantiza el proyecto de forma integral. Los productores reciben desde las plantas de aguacate, ollas de agua, cajas de colmenas, invernaderos, macrotúneles, pero también la asesoría para aprender cómo desarrollarlos y mantenerlos.

“En el PESA tiene injerencia la FAO, eso ayuda mucho, incluso muchas organizaciones que andan queriendo bajar recursos, que toman calles, no pueden agarrar dinero del PESA, porque el programa ya está atendiendo a esas comunidades que los falsos gestores andan diciendo que quieren dinero”, asegura Cruz.

Aunque hay experiencias exitosas de este programa, ahora los productores deben saltar un nuevo escollo, la poca infraestructura del estado para comercializar sus cosechas. “Se carece de infraestructura, de cuartos fríos, por ejemplo, porque el aguacate, un ejemplo, lo sacamos de Santo Domingo Chontecomatlán, Sierra Sur, que está más o menos a nueve horas para llegar a la ciudad de Oaxaca, aquí hay que esperar que eso se pueda comercializar, pero se requiere de bodegas, de cuartos fríos y carecemos de esa infraestructura”, explica el ingeniero.

El PESA cuenta con una estrategia adicional para fortalecer la comercialización de productos excedentes en el mercado local, para llevarlos a los mercados o las plazas de Valles Centrales u otras regiones, no obstante por ahora cuenta solo con dos vehículos para transportación.

Este programa, enfatiza el presidente de la asociación agronómica, marca la diferencia de cómo lograr que los recursos del campo sean eficientes. “Las instituciones del campo solo cuidan la parte administrativa, hay un dinero del gobierno federal y hay que entregarlo, pero no hay un seguimiento, no hay monitoreo, excepto en el PESA, que nos está demostrando que es una muy buena vía para atender a los que menos tienen”, señala.

De seguir el camino del PESA con los demás programas del campo, apunta, “esos apoyos podrían ser suficientes para reactivar la producción y luego pensar en un financiamiento para reactivar la comercialización, lograríamos que los 475 mil productores de maíz, aguacate, caña, pitaya, limón que hay en el estado lograran aumentar su productividad”.

A pesar de los resultados exitosos que ha mostrado este programa, no ha quedado exento del desinterés de los gobiernos federal y estatal. Desde 2017, a partir de los recortes a diversas dependencias anunciados por el gobierno federal, el presupuesto del programa ha disminuido. En 2016 se le etiquetaron 2 mil 904.3 millones de pesos y para 2018, agrupado en el Programa de Derecho a la Alimentación, en el Proyecto de Seguridad Alimentaria para Zonas Rurales, obtuvo únicamente 2 mil 537 millones, 12.6% menos.

 

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