EDITORIAL
Hasta el último momento, ya iniciadas las fiestas de julio, la amenaza, los amagos y los bloqueos a sitios claves de la ciudad por parte de los maestros de la Sección 22, que simpatizan con el grupo de “Los Pozoleros”, se mantuvieron. Los días 11 y 12 de julio, la ciudadanía capitalina montó en cólera, al cristalizar dicha amenaza con el cierre de la Calzada Niños Héroes de Chapultepec, que convirtió a la capital oaxaqueña en un manicomio de tráfico, caos vial y recuerdos maternos para los responsables. Se trató de trabajadores de la educación que fueron contratados de manera irregular, además de miembros de la Coordinadora Estudiantil Normalista del Estado de Oaxaca (CENEO). El sitio a la capital se mantuvo por al menos 36 horas. El gobierno de Alejandro Murat cedió en todo. De la Terminal de Autobuses de Primera Clase, los rijosos pseudo maestros, se fueron a cobrar a la pagaduría del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO).
Ciertamente la ciudad padecía otro problema grave: estaba completamente inundada de basura, a raíz del problema entre el Frente Popular “14 de junio” y los colonos de la agencia “Vicente Guerrero”. Ahí acudió el ejecutivo estatal a ofrecerles el oro y el moro, ante la incapacidad de los negociadores oficiales adscritos a la Secretaría General de Gobierno (Segego) y del titular, Héctor Anuar Mafud. Dos fenómenos que crisparon los ánimos ciudadanos y la petición de los grupos empresariales al gobierno estatal, para no permitir más agravios a la sociedad y a la dirigencia de la Sección 22, para evitar seguir dañando a la ciudadanía y a los visitantes del país y el extranjero que atiborraban ya nuestras calles y sitios de interés.
Como una maldición, en la Asamblea Estatal representativa del Cártel-22, se impuso la corriente de “Los Pozoleros”, que encabeza Genaro Martínez Morales, quien desde hace mucho recibe consignas y, seguramente la paga, del ex gobernador Ulises Ruiz y del Subsecretario de Desarrollo Social y Humano de la Sedesol, Eviel Pérez Magaña. Este sujeto, junto con sus cómplices Irán Santiago Manuel, Yasir Antonio Cheng, Luis Fernando Canseco Girón y otros, estuvieron empujando la idea de boicotear La Guelaguetza. Las hostilidades empezaron el viernes, con el cierre del crucero del Aeropuerto y, de nueva cuenta, la Terminal de Autobuses de Primera Clase. Durante varios días de la semana anterior, los excesos, los atropellos y hasta las amenazas a los medios de comunicación, fueron la constante de ese cáncer social conocido como magisterio.
El viernes 14 de julio, las desgastadas y desnutridas huestes magisteriales realizaron una marcha de provocación. Pretendieron avanzar hacia el Cerro de “El Fortín”. No lo lograron. Lanzaron petardos y la respuesta policial no se hizo esperar: los retuvieron con gases lacrimógenos. La marcha llegó al Centro Histórico para instalar un plantón que sólo ha generado risa. Es importante subrayar que en los bloqueos desde la semana antepasada hasta la semana anterior, los maestros y adláteres que participan no rebasan los 150.
No obstante el repudio ciudadano, los dirigentes Eloy López Hernández y Genaro Martínez Morales siguieron adelante con su amenaza de boicotear nuestra fiesta tradicional. En entrevista el torpe dirigente asumió que todo lo hacían porque no tenían temor a la reprobación social. Lo que no esperaban es que el hartazgo de la sociedad civil llegó al límite. Transportistas y locatarios de los mercados han estado en alerta ante la persistente amenaza magisterial. El Cártel-22 le apuesta a un baño de sangre para salir con la misma cantaleta de siempre: su victimización. La mejor expresión del repudio de sus mismos compañeros, hartos de los métodos usados, fue la llamada guelaguetza popular, que lució desangelada y sin público.
