EDITORIAL
Aunque se veía venir desde hace al menos tres meses, la precipitada renuncia del ex titular de la Secretaría General de Gobierno, Alejandro Avilés, creó un vacío en la administración de Alejandro Murat, pues a pesar de la mala imagen, al menos el ex funcionario cesado tenía la película completa de los conflictos políticos, la protesta exacerbada de grupos y organizaciones, así como el espectro electoral. Aunque en efecto, en la práctica, pareciera que los mismos lo hubieran rebasado, pues la movilización social se agudizó de tal suerte, que dicha situación generaba comentarios dolosos sobre este gobierno, en el sentido de que era incapaz de atenuarla, emulando los peores momentos del anterior régimen. “Gabino Cué sigue aquí”, decía la ciudadanía con sorna.
El problema del ex titular de la Segego era que a todo le ponía el signo de pesos. A esto se agregó la reducción del presupuesto para la operación política y la falta de circulante que ha afectado al gobierno en los meses que lleva en el escenario oaxaqueño, cuando todo mundo sabe –y los dirigentes de grupos, sindicatos y organizaciones- lo saben más, es que sin dinero no hay gobernabilidad. Es una casta maldita de sujetos que se mantienen y viven como virreyes del magro presupuesto estatal. Además de ello, se les ha cubierto con una impunidad insultante. Nadie se atreve a tocarlos.
Por ministerio de ley, el gobernador Murat Hinojosa designó como encargada del despacho a María del Carmen Ricárdez Vela, una dama con amplia trayectoria política y experiencia en varias administraciones, desde Heladio Ramírez a la fecha. No hay duda que, pese a lo que digan sus detractores, puede hacer un papel decoroso en el manejo de la política interna. La aludida se desempeñaba como Subsecretaria de Gobierno. No obstante, se manejan personas que no sólo muestran cansancio y abulia respecto a la problemática oaxaqueña, sino que a sabiendas de su incapacidad para el cargo, han utilizado a sus fans y simpatizantes para dejar escurrir especies falsas o crear confusión entre la ciudadanía. En los últimos días se dijo que un joven político, que está en los afectos de AMH, se haría cargo de tan complicada dependencia. Se trata de Ángel Meixueiro que, por lo que se sabe, ha de conocer sólo de oídas lo que ocurre en la entidad, pues no obstante que su vida política ha estado vinculada al PRI y a ciertos actores de peso, no está empapado de la realidad local.
La elección del nuevo titular de la Segego, de darse el caso, debería atender con prioridad, el serio desafío que implica la gobernanza oaxaqueña. No es un asunto menor. Se requiere la figura de alguien que sea negociador, pero que también tenga mano firme para contrarrestar la agresión permanente al pueblo oaxaqueño; que sepa cómo encarar los bloqueos carreteros, como la muestra más burda y torpe de la industria del chantaje. Dejar de ver a la Segego como botín o como plataforma política rumbo al 2018. Quien llegue o se mantenga en el cargo debe entender que nada ha minado más la confianza ciudadana en el actual gobierno, que las afectaciones a la paz social y los obstáculos a la libre circulación. La designación de Ricárdez Vela como encargada del despacho conlleva la lectura de un reconocimiento tácito a su experiencia y lealtad. No sería una mala idea de que se le deje construir el reto y el desafío que implica un cargo de tanta responsabilidad.
