Murat: Un nuevo ciclo
Concluido el llamado gobierno de la alternancia, calificado como un fracaso, el pasado primero de diciembre inició su administración, Alejandro Murat Hinojosa. Asumió la gubernatura teniendo enfrente una entidad hecha pedazos; con el erario desfondado y con una y mil presiones por doquier. Las arcas estatales están vacías mientras los corruptos de la actual administración gozan de cabal salud, disfrutando nuestras miserias. Pero además, con centenas de organizaciones sociales que pretenden seguir engullendo nuestro precario presupuesto. La toma de posesión no fue una más. Desde el viernes 25 de noviembre, en su IV Congreso Político, la Sección 22 acordó boicotear el acto protocolario. Ante la amenaza, la Confederación de Trabajadores de México (CTM), desplazó a su bloque de transportistas, a lo que la S-22 respondió convocando a sus aliados.
Murat pues incursiona en un terreno minado, lleno de abrojos y espinas. No se trata de discursos y buenos propósitos. Oaxaca requiere mano dura. Partiendo de la premisa de que se abrirá al diálogo y la conciliación, ello no debe inhibir el uso de formas no convencionales de la política. No será con palabras o mensajes convincentes como los dirigentes del apretado directorio de organizaciones sociales parásitas y limosneras del presupuesto, habrán de replegarse. Hay que entenderlo: se acostumbraron a vivir de la dádiva, de los favores, del miedo a las movilizaciones y bloqueos. Ése es su fuerza y su legado. Doblegaron, igual que el magisterio, al anterior gobierno y no querrán ceder las parcelas de poder que adquirieron con seis años de solapamiento e impunidad.
Ése será uno de los primeros rubros que tendrá que capotear el nuevo gobierno: emprender una limpia de tantos vividores del erario, los cuales recibieron a fondo perdido entre 2011 y 2013, más de mil millones de pesos. Al que se fue le cobraron con creces la factura. El directorio creció en progresión geométrica, es decir, por multiplicación. El gran negocio de cualquiera es conformar una organización social y cebarse en el chantaje. He ahí el por qué deben crearse y alimentar contrapesos. Pero además, desplegar una política en la que se delimite la libertad de expresión y la presión social. Tampoco será tarea fácil, porque ni siquiera el blindaje de organizaciones amigas y leales podrá paliar el hambre de ese abominable directorio de siglas.
No debemos esperar milagros del nuevo gobierno, tampoco crearnos falsas expectativas. Más bien esperemos que no se repitan los esquemas del pasado; que se haga justicia en torno a los que saquearon y nos robaron. Aquellos que le robaron a los más pobres de México; que los dejaron sin medicinas; que nos empobrecieron aún más. Habrá que pintar una raya con el pasado, igual que los personeros de éste hicieron con “El Tirano”. La tolerancia y la debilidad pueden torcer el camino de la justicia. Un gobierno se consolida cuando muestra ante la sociedad su propósito de tomar el timón con fuerza. Cuando atiende un reclamo social, como el que hoy mismo se escucha en el imaginario colectivo: que los corruptos del pasado gobierno paguen sus trapacerías.
No debe haber componendas. La ley tiene observancia general y no debe aplicarse con distingos. Sin duda alguna, Murat se habrá de fortalecer ante este pueblo vilipendiado y acotado, cuando decida restituir para los oaxaqueños (as) el Estado de Derecho, esa demanda que por temor o por abulia, el anterior régimen mandó al depósito de basura. En tanto, hay que desearle al equipo que ha iniciado operaciones, la mejor de las suertes. Oaxaca es una ínsula aparte. Es pues, un mundo de problemas.
