PRI: Nuevo partido; viejo partido
Mucho daño le generarán al joven candidato a la gubernatura, Alejandro Murat, las prácticas viciadas de quienes se han asumido de facto, como los principales operadores de la campaña política que en breve arranca. El palomeo indiscriminado de aspirantes que no garantizan el triunfo en sus distritos o municipios; el rechazo abierto a otros y la falta de llamados a la unidad, pueden socavar el espectro político-electoral favorable, que se advierte en el horizonte. Se trata –dicen algunos priistas- de la venta abierta e indiscriminada de candidaturas, un fenómeno que mucho se ha dado en los últimos años. En días pasados las redes sociales han destacado el hecho que en poco contribuye a fortalecer la figura del partido y candidatos.
A juicio de viejos priistas, el candidato a la gubernatura debe sumergirse en los datos disponibles de la historia política contemporánea; conocer a los actores; saber de triunfos y derrotas. Ver en perspectiva la situación que priva tanto en los Valles Centrales como en las demás regiones y tomar decisiones. Delegar la operación política a mercaderes más que a eficientes y leales a su proyecto, conlleva el riesgo de otorgarles la gratuita concesión de palomear a aquellos que consideran candidatos “a modo”. Sin duda alguna, ello arriesga asimismo la estructura, que los ambiciosos pueden asumir como propia y demandar cotos de poder, cuando el triunfo asome a la puerta o, en su defecto, desentenderse, si la derrota vuelve a aparecer. Hay que recordar que el triunfo tiene muchos padrinos; la derrota ninguno.
En el entorno de la toma de decisiones, ha resultado eje de la crítica por ejemplo, la actitud asumida por uno de los que fue aspirante a la candidatura al gobierno estatal: Samuel Gurrión Matías. Ya es motivo de comentario doloso; de la nota chusca y ejemplo de los vicios que deben ser extirpados. Ni bien ha iniciado la campaña y los trascendidos respecto a sus desplantes de futuro pastor del Congreso del Estado; de depositario de al menos dos secretarías de Estado; de cuando menos 30 municipios y dos delegaciones federales, ya son parte de los chascarrillos de café o sobremesa. No se ha sacrificado al oso y ya se vendió la piel. Pero además, el desprecio con el que trata a los aspirantes a las presidencias municipales, es ya motivo de resentimiento y frustración, que poco habrá de contribuir al éxito de la campaña de proselitismo que iniciará la semana entrante.
Si bien es cierto que las protestas y descalificaciones son comunes en períodos electorales, ante la insustituible verdad de que no todos pueden entrar, también es cierto que no se han cuidado las formas. Las convocatorias son candados indiscutibles. Pero no. La cantidad de aspirantes en los 25 distritos electorales locales que se rigen por el sistema de partidos políticos fue inédito: 150 personas. Sólo para 78 municipios que se rigen por el mismo principio, hubo 290 aspirantes. Ello implica que en un afán de falsa democracia la convocatoria se abrió, con los resultados graves de la crítica a la elección de muchos que exhiben, la complicidad o el abierto soborno. Ello ha dejado en el tricolor oaxaqueño, una mancha indeleble.
El partido más viejo del país, con uno de los candidatos más jóvenes a la gubernatura, de todas las entidades en donde se realizarán elecciones, exhibe hoy más que nunca, los vicios, las inercias y la gravitación de esas formas que de no tomar consciencia de ello, lo han llevado al despeñadero. Pero nadie experimenta en cabeza ajena. Serán los mismos priistas quienes asuman como propia la tarea de extirpar esas viejas formas, que pueden descarrilar un sano proyecto político.