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 La fiebre electoral

 eleccionesComo cada seis años, la ciudadanía oaxaqueña padece los síntomas propios de la fiebre electoral. Es el tema común en los festejos o reuniones familiares; en el café entre los amigos. El oaxaqueño –lo hemos dicho con insistencia- vive los procesos electorales con más pasión que razón. Desde el más modesto empleado de tienda de autoservicio hasta el analista político universitario, el tema de la sucesión gubernamental es la nota del día. En este asunto, el taxista, el mecánico, el tornero o el carnicero, por decir sólo algunos oficios, devienen expertos analistas. Hablan con una propiedad digna de especialistas. Vaticinan, hacen pronósticos y también descifran entuertos. Ello va al tenor de la publicidad de los candidatos y de la contaminación visual que se da en calles y avenidas, con espectaculares por doquier.

Las redes sociales han influido asimismo, pero de manera negativa. Las mismas son en Oaxaca instrumentos que no sirven para acciones positivas, sino para el descrédito, para el denuesto y la descalificación. Un rumor, un trascendido, es suficiente para hacer pedazos a tal o cual aspirante, a quien se cuestiona sin piedad y a veces hasta sin razón. La manera en la que interpretamos los procesos electorales tiene que ver con nuestra propia idiosincrasia: hacer cera y pabilo del de enfrente. Sin embargo, he ahí el por qué se ha exigido a los aspirantes de tal o cual partido, seriedad, civilidad y madurez para participar en la contienda que a cuatro meses de llevarse a cabo, muestra los síntomas propios de la locura electoral.

La lucha se sigue dando al interior de algunos partidos que irán en coalición, como es el caso del Partido de la Revolución Democrática (PRD), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido del Trabajo (PT), que conforman la coalición: “Con rumbo y estabilidad para Oaxaca” (CREO), en donde aún no se ha definido el candidato, situación que ha creado expectativas, confusión y hasta desavenencias entre diputados federales y senadores. Esta situación no ocurre en la coalición que formará el PRI-PVEM-PANAL, definido como está prácticamente su candidato a la gubernatura. La maraña de nombres se habrá de hacer más compleja, con el registro de aspirantes a la diputación local en los 25 distritos y a las presidencias municipales, en al menos 117 ayuntamientos.

Una de las cuestiones que ha desestimado el órgano electoral es que se requiere llamar a los partidos políticos y dirigentes, para exigirles civilidad. Oaxaca requiere de elecciones de altura, de procesos electorales limpios, de propuestas y de ofrecimientos claros. Las campañas de lodo, de descalificaciones y denuestos, ya no caminan al tenor de los nuevos tiempos. Las elecciones deben ser un mecanismo que permita fortalecer la unidad entre los oaxaqueños no seguir sembrando encono y odio. La idea de que sean elecciones concurrentes evitará que se realicen varios procesos que no solamente serían más onerosos, sino además, ni bien se han cerrado las heridas de uno, cuando ya está encima el otro, como ocurría en el pasado.

Una primera acción que deben hacer partidos, órgano electoral, dirigencias y militancia, es alentar la participación ciudadana en las urnas. Nuestra entidad –y eso no es un secreto- ha registrado los índices mayores de abstencionismo, justamente por el desencanto que existe en el sistema de partidos y el viejo argumento de la desconfianza en las instituciones que califican las elecciones. Ya es tiempo, pues, de darle vuelta a la hoja y de remontar no solamente la poca participación en las urnas, sino también de darle un voto de confianza al ciudadano común que, como ya hemos dicho, vive los procesos electorales con más pasión que raciocinio.

17feb2016-SantaNegativa

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