Pascal BELTRÁN DEL RÍO/Excélsior
Todavía no se votaba en las elecciones de junio pasado cuando el PAN y el PRD ya estaban avanzando en lo que podría ser una alianza en diversas elecciones de gobernador el año entrante.
Se lo adelanté en abril pasado, en este mismo espacio, donde escribí que el modelo de gobierno de coalición PAN-PRD en el municipio de Tepic, Nayarit, que data de 2014, estaba sirviendo de base para pensar en proyectos de mayor envergadura.
Los comicios de junio significaron un fuerte revés para los dos partidos, especialmente para el PRD. Con ello se fortaleció el ánimo aliancista. La vara alta la lleva Acción Nacional porque su nivel de votación y su estructura son mayores en la mayoría de los estados en juego en 2016.
El PRD representa poco o nada en la mitad de ellos: Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Puebla, Sinaloa y Tamaulipas. En dichos estados, el PRD quedó en sexto, séptimo, sexto, quinto, quinto y séptimo lugares, respectivamente, en las elecciones intermedias federales de junio pasado.
En cambio, el PAN fue el partido más votado en Aguascalientes y fue segundo en las otras entidades.
Entre los estados que tendrán elección de gobernador en 2016, el PRD sólo superó en votos al PAN, en junio pasado, en Oaxaca y Zacatecas.
En el resto de las entidades con comicios para gobernador el año entrante –Hidalgo, Quintana Roo, Tlaxcala y Veracruz– hay más equilibrio entre las fuerzas electorales de panistas y perredistas, aunque con la primera por encima de la segunda.
De los 12 estados en los que se renovará la gubernatura, una potencial alianza PAN-PRD sólo aparece como competitiva, en los números, en Oaxaca, Veracruz, Aguascalientes, Puebla y Tlaxcala.
En la primera de esas dos entidades, los votos sumados de esos dos partidos representaron 91% de los obtenidos en conjunto por el PRI, Partido Verde y Nueva Alianza en la elección federal de junio pasado. En la segunda, fue 84%; en la tercera y la cuarta, 82%, y en la quinta, 61 por ciento.
Más lejos se quedan las posibilidades de los aliancistas en Chihuahua (59%), Zacatecas (58%), Sinaloa (56%), Tamaulipas (52%), Hidalgo (45%), Durango (40%) y Quintana Roo (38%).
La semana pasada, el líder nacional del PAN, Ricardo Anaya, dio a conocer que las alianzas con los perredistas estaban contempladas en Veracruz, Tamaulipas y Durango.
No fue gratuito el anuncio, pues en esos tres estados lo más probable es que el PAN ponga a los candidatos a gobernador y el PRD los apoye: el diputado federal Miguel Ángel Yunes, en Veracruz, y los senadores Francisco Cabeza de Vaca, en Tamaulipas, y José Rosas Aispuro, en Durango.
Y aunque las negociaciones aún están en curso, se espera que el PRD ponga condiciones para apoyar a esos tres panistas y, eventualmente, a otros.
Los estados que el PRD ha reservado para designar a los candidatos de la alianza son Oaxaca y Tlaxcala. En el primer estado, la razón es obvia: su mayor fuerza electoral y el peso que indudablemente ejercerá el gobernador Gabino Cué para manejar su propia sucesión.
Ahí es Cué quien parece tener mano y baraja las opciones del diputado istmeño José Antonio Estefan e incluso del líder empresarial Gerardo Gutiérrez Candiani, antes de ceder ante las pretensiones del senador Moisés Robles, su antiguo aliado, quien podría lanzarse como candidato independiente o fugarse a otro partido.
Sin embargo, en Tlaxcala las cosas podrían complicarse en la negociación, pues el PAN, como digo arriba, obtuvo más votos que el PRD en el estado más pequeño.
El PRD quiere que la candidata sea la senadora Lorena Cuéllar, pero la también senadora Adriana Dávila lleva años trabajando desde el PAN en pos de la candidatura.
Por si fuera poco, ambas padecerán la competencia de otra senadora tlaxcalteca, la morenista Martha Palafox, para convertirse en la segunda gobernadora del estado.
El caso es que Tlaxcala, que ha vivido tres alternancias políticas en 18 años, es un verdadero volado, y seguramente se entronizará allí la atomización electoral.
Eso da ventaja a una eventual alianza PAN-PRD en ese estado, siempre que la designación de la candidata (ahí no hay espacio para hombres) no entorpezca la unión de las fuerzas.