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Yo corrupto, tú corrupto, él corrupto…

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Ana PAULA ORDORICA/Excélsior

10nov2015-AlRescateCorrupción, corrupción, corrupción. A donde volteemos; en el sector que queramos, la corrupción está presente. México igual a corrupción no es una aberración. Desgraciadamente es una realidad.

El famoso dicho, “el que no transa no avanza”, es hoy más bien un modusoperandi. El problema es que en México somos unos tramposos y no avanzamos. Esa es la conclusión del estudio dado a conocer esta semana por el Instituto Mexicano para la Competitividad, el Imco: La corrupción en México. Transamos y no avanzamos.

El documento es sumamente rico en datos, ejemplos, diagnósticos y recomendaciones. Una de las principales premisas es que la corrupción nos cuesta a todos y tiene efectos contrarios a los deseados.

En el modelo de negocios de una compañía, la corrupción hace que su éxito no dependa de la innovación o la eficiencia sino de los contactos con las autoridades correctas.

Esto genera obstáculos que, para sortearlos, el empresario debe invertir tiempo, dinero y esfuerzo en un rubro que nada tiene que ver con el negocio en sí. Por ello, para un empresario pequeño, por ejemplo, este proceso de acercarse a un gestor (¡qué manera más elegante de llamar a un traficante de influencias!) puede llegar a ser tan costoso que hace inviable la inversión.

Y para un gran empresario, sujeto a extorsiones de las autoridades o de los mismos gestores, el monto puede llegar a ser tan descarado que es preferible abandonar la misión. Eso ha sucedido, por ejemplo, con el escandaloso caso de la construcción del acueducto Monterrey VI, en Nuevo León, en donde a una empresa extranjera le pidió un funcionario local una mordidita de ¡100 millones de dólares!

Si eso piden a nivel local, enferma pensar con qué cuchara quieren servir a nivel federal.

A veces parece que no tiene sentido señalar la corrupción, ya que en México no hay consecuencias negativas. Hay corrupción e impunidad, una mezcla letal que inhibe el cambio o la salida del círculo vicioso.

Sin embargo, alienta pensar que así como hemos logrado comenzar a darle la vuelta a otros lastres que hemos arrastrado por décadas, como la cerrazón en el sector energético y el clientelismo en materia educativa, en corrupción también podemos, si queremos, darle la vuelta.

Escribe en el informe Juan Pardinas, director del Imco, que con cambios institucionales, legales y voluntad política, el ataque a la corrupción puede, en efecto, darse. Aquí la clave es esto último: voluntad política. Pero en serio. No sólo voluntad para aplicar sanciones a los otros, y no a los encargados del gobierno.

Me encantaría llegar a ver el día en que esto suceda.

APOSTILLA: El Consejo General del INE aprobó un financiamiento público de cuatro millones 349 mil 769 pesos para los partidos en la elección a gobernador en Colima,  y fijó el tope de gastos de campaña en 4 millones 553 mil 165 pesos. Resulta una maravilla (sarcasmo) que por las trampas del PRI en el estado se tenga que repetir la elección… ¡con cargo a todos los mexicanos!

¿No sería prudente descontarle ese dinero al partido que ocasionó la anulación de la elección, en este caso el PRI?

@AnaPOrdorica

 

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