Inicio Reportajes Sin un adiós

Sin un adiós

Comentarios desactivados en Sin un adiós
1
533

Los cementerios cerraron sus puertas al iniciar la pandemia por el Covid-19. Dagoberto, encargado del panteón General, es quien tiene la difícil labor de atender a los deudos, e impedir la entrada para evitar aglomeraciones

 

Yolanda PEACH

 

Soledad infinita. El vacío queda infiltrado en el panteón General de la capital oaxaqueña. Muchos son los que han intentado entrar, previo a las festividades de muertos, a dejar flores y veladoras. “Se me hace feo, pero los tengo que regresar, cumplo con lo que me toca”, afirma Dagoberto, el encargado del camposanto.

 

RESPETO A LA MUERTE

 

“Al principio sí da miedo trabajar acá”, confiesa Dagoberto Hernández Cruz, encargado de los panteones General, San Miguel y Anexo. Lleva 31 años de servicio.

Recuerda cuando empezó. Laboraba para el Ayuntamiento de Oaxaca de Juárez. El sindicato logró que los trabajadores no trabajaran en vacaciones. “Éramos una cuadrilla de seis. Nos tocaba cubrir a los compañeros en los panteones de Xochimilco, San Juan Chapultepec, Jardín, Montoya, Ex Marquesado”.

Tenía miedo, lo admite, como cualquiera que empieza a servir en cualquier camposanto. “Mi primera experiencia fue muy triste. Gente muy humilde (…) uno también tiene sentimientos, lloraban con tanta congoja que me contagié”.

Ha visto tantas cosas, que en ocasiones no sabe si las personas que ve están vivas o muertas. Recuerda a una abuelita, caminaba con pasos lentos camino a las trastumbas. Pasó delante de ella para no molestarla y la esperó como a los cinco metros. Al voltear ya no estaba nadie. La buscó por toda el área sin localizarla.

“Una vez vinieron a enterrar las cenizas de una niña. La señora explicó que su nena penaba en su casa y era señal de que no estaba a gusto”. Sepultaron las cenizas en el área que le tocaba cuidar. Ese sepulcro tiene un techo de lámina. “Un día después, empezó a azotarse el techo muy fuerte, como si alguien lo moviera. Es verdad lo que dicen, que hay almas que penan”.

Es la tercera vez que queda como encargado, la primera vez de 1998 al 2000, la segunda del 2015 al 2016 y ahora, desde que comenzó la pandemia por el coronavirus. Hace mucho le dieron su base. Cada trabajador tiene la tarea de mantener un área limpia. La suya siempre la mantuvo aseada.

Su papá también trabajó en el panteón. Le advirtió que, en ocasiones, las almas se manifiestan y le recomendó que cuando le tocara sacar los restos de una persona, primero le pidiera perdón, pues sólo con su permiso lo dejaría dormir.

“Un compadre, que ya murió, llegó un día a trabajar un poco alcoholizado. Nos tocó sacar un cuerpo. Como estaba mal, se le cayó y lanzó groserías. Le pedí que respetara, que trabajara con humildad. Nos fuimos a descansar y al otro día, cuando llegamos, me contó que no pudo dormir. Le respondí que, aunque no lo conocimos, merecía todo nuestro respeto, así que se fue a disculpar y sólo así lo dejó tranquilo”.

No olvida a una española. Llegó en los corredores del panteón San Miguel y le reveló que en otra vida estuvo casada con un caballero que ahora estaba en el área de nichos. Le explicó que vio en un sueño el lugar exacto donde descansaba su gran amor.

Le sorprendió el testimonio y la acompañó a buscar el nicho. Nunca había visto a esa señora. Ella insistió que había reencarnado. Encontraron el lugar donde estaba su esposo de su vida anterior. “Vemos personas, no sabemos si están vivas, son apariciones que pueden pasar aquí en el panteón”.

Repite que al inicio da miedo trabajar en el panteón, “después te acostumbras. Hay compañeros que cuentan que están escarbando. Sienten que los tocan y al voltear, no hay nadie”.

Todo es posible. “Se escuchan cosas y no vemos nada… sé que lo que enterramos es el cuerpo, es materia… pienso que a lo mejor el alma está observando que lo están sepultando”.

 

CAMPOSANTO CERRADO

 

El panteón San Miguel estuvo cerrado por seguridad. Sufrió daños severos tras el terremoto de 2017.

Se tuvo que apuntalar para las Fiestas de Muertos. Muchos traen música, banda, así que se debía garantizar que los visitantes estuvieran protegidos.

“Es una fecha que parece fiesta oaxaqueña. El panteón se llena al 100 por ciento de su capacidad. Llegan familias enteras. Se celebra que vienen los seres queridos a estar con nosotros”.

Los domingos es el día que más personas llegan al panteón, de ahí, las dos fechas clave es el Día de la Madre y el Día del Padre. En Fiestas de Muertos está a reventar. Muchos vienen de fuera a ver a sus familiares que ya fallecieron.

Al iniciar la Jornada Nacional de Sana Distancia el panteón cerró sus puertas. “Las decisiones las toman de arriba y uno debe ejecutarlas”.

No hay acceso para nadie. Esa orden es inflexible. Al inicio se le indicó que dejarían entrar para sepulturas sólo a quienes no murieron por Covid-19, después, les dieron acceso.

“Si se trata de una muerte de otro tipo, se deja entrar hasta 10 personas a acompañar al difunto, si es por Covid, sólo a dos, en estos casos, mis compañeros se ponen un traje especial, pese a que el ataúd esté sellado con nylon”.

Los primeros servicios que le tocaron, en marzo, fueron lamentables. Los deudos no comprendían la orden y se ponían pesados, querían entrar todos. “Estuvieron violentos, alguno incluso agredió a un compañero, a mí, que soy el encargado, me recordaban a mi mamá, que en paz descanse (…) Muy impulsivos y querían ingresar a la fuerza. No se vale, no es por nosotros”.

Respetan su religión, dejan entrar al rezador, pero no pueden entrar más que los permitidos y por poco tiempo.

Cuando la pandemia llegó a Oaxaca los servicios aumentaron, sobre todo, depósito de ceniza, “no hemos descansado”.

Refiere que las personas, cuando llegan a sus manos, vienen “ciegas” y hay que orientarlas, “muchas veces regresan a darme las gracias, me reconocen que me porté muy amable en los momentos más difíciles”.

Recuerda a personas que llegaban puntualmente al panteón a cuidar sus tumbas y luego regresaron en un cajón. “He tenido experiencias buenas y malas, reclamos, pero, por más que me insulten, me quedo tranquilo, comprendo su dolor”.

Los trabajadores del panteón están en pie de lucha. “En lugar de quedarnos en casa, como los otros trabajadores, para cuidarnos de la enfermedad, estamos acá, exponiéndonos”.

Asegura que no se quita el cubre bocas para nada, ya hasta tiene marcada la cara y de dos tonalidades de la piel, por el sol.

Sin embargo, disfruta su labor. “Quiero mi trabajo, me gusta el área, es muy tranquila, la cuido. Me deleita el cantar de los pájaros, oír maullar a los gatos; en cambio, vas al centro y es puro bullicio”.

Exhorta a todos a hacer consciencia de la pandemia, a cuidarse y reconocer que se trata de una nueva enfermedad de la que poco se conoce. “Cada capítulo de nuestra vida nos deja experiencias”.

Precisamente la estampa que se le quedará grababa de esta época tiene que ver con su labor. “Jamás podré olvidar la imagen de las personas que se quisieron despedir de sus deudos y no pudieron entrar”.

 

Cargar más artículos relacionados
Cargar más en Reportajes
Los comentarios están cerrados.

Compruebe también

Emite SSO y Cofepris Alerta Sanitaria de producto engaño Prostalif

Oaxaca de Juárez.- Los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) informan que tras un proceso de …