Alejandro Aparicio convoca a la sociedad a donar libros para alimentar el acervo bibliográfico de lo que será un centro cultural en Hacienda Blanca, que inicia con un lote de 800 textos
Flor HERNÁNDEZ
La poesía de Alejandro Aparicio no cabe en un libro, en dos, en tres, requiere de una biblioteca entera. Sus poemas sobrepasan el soneto, el verso libre, su creación se refleja en la difusión de autores jóvenes de Oaxaca y México, en la publicación de los libros de otros y recientemente, arrancó su más grande proyecto –hasta el momento–: la construcción de un centro cultural en Hacienda Blanca.
El director de la editorial independiente oaxaqueña Astromelia, pide un chocolate de agua para comenzar el día, espera a que se enfríe antes de dar el primer sorbo, mientras el vapor emerge por sobre la taza.
A tres años de haber puesto en marcha la publicación de libros de su propia autoría, así como antologías poéticas de autores nacionales, el gestor cultural ha procesado 11 títulos, además de imprimir la revista “Cardumen” que en este enero próximo llegará al número tres.
Pero los retos son muchos y el que se ha autoimpuesto para el 2018, es la edificación y puesta en marcha de la biblioteca “Cecilia Morales”, por lo que desde octubre de este año emprendió la colecta de libros de distintas disciplinas.
El escritor refiere que a finales de 2016, sin ayuda de ningún tipo –ya que desconfía de las instituciones–, emprendió la construcción de “La Astromelia”, una casa estudio en Hacienda Blanca que brindará talleres de pintura, literatura, fotografía, música, entre otras actividades gratuitas y artísticas, a niños y adolescentes de la agencia municipal perteneciente a Oaxaca de Juárez.
En una primera etapa, indica, se pondrá en marcha la biblioteca, debido a que pese al abundante número de escuelas públicas en la zona, e incluso de instituciones de nivel medio y superior, no se cuenta con espacios destinados a la investigación, a la reunión y encuentro de ideas.
“Desde niño quise tener una librería, pero ahora que me dedico a la poesía, a la edición y a las actividad culturales, me doy cuenta que es necesario ampliar la expectativa y acercar el conocimiento a los jóvenes”, apunta.
Pero reconoce que le es imposible realizar la totalidad del trabajo por sí mismo, por lo que recurre al apoyo de la sociedad civil, artística, profesionistas y público en general para la donación de libros.
Precisa que en octubre de este año lanzó la convocatoria a través de redes sociales y que en poco más de un mes ha recibido 11 donaciones, por un lote de 140 libros de diversas disciplinas, ya que recalca, recibe títulos de literatura (poesía, ensayo, novela, cuento, teatro), artes visuales, temas especializados como medicina, arquitectura, psicología, derecho, entre otros, enfocados en la formación académica.
Alejandro Aparicio, confía en que la ciudadanía se sume al proyecto y pone a disposición los números celular, 951 3253684 y fijo, 51 8 76 81, así como el correo [email protected], para los interesados en donar se pongan en contacto.
Los temas incómodos
La temática provocadora del autor que se asume como poscorrientista –ismo artístico surgido en la segunda década de este siglo en Oaxaca— está publicada en los libros “Redondas atravesarán las cosas”, “Belladonna´s club”, “El sueño ligero de los gatos” y “Cartas para Ana”.
El literato de formación confiesa que su poesía ha dado giros a lo largo de los años. En un inicio, indica, componía sonetos que aunque cumplían con la formalidad misma de la poesía, lo mantenían alejado del público.
“Decía Ángel González (poeta español de la generación del 50) que escribir simple es lo más complicado. Y tuve que dar otro rumbo a mi trabajo para acercarme a los lectores”, cuenta Aparicio y luego da un sorbo al chocolate que dejó de estar caliente hace un buen rato.
La temática de sus poemas, como la masturbación, los viajes en camión urbano y la pornografía lo convierten en un literato fuera de lo común.
Dos veces por año, el también estudiante de Derecho y comerciante, lanza convocatorias para publicar a los poetas que tienen trabajo artístico. El último de este 2017 tuvo como eje temático la masturbación, del cual emergió el “Skene”, compilación de cinco autores, de un total de 35 que enviaron sus trabajos.
Al hacer un recuento de esta antología, reconoce que el tema resultó un reto, principalmente para las mujeres dedicadas a la escritura, debido a que solo dos participaron con material. “Fue difícil, porque me decían que no tenían poemas o que no era su temática, pero al final de cuentas se pudo imprimir el libro”, apunta.
Astromelia, la editorial
Alejandro Aparicio es oaxaqueño, originario de Hacienda Blanca donde cursó parte de su educación primaria y secundaria. Esta agencia municipal es su casa, por ello fue el lugar elegido para establecer el centro cultural.
Desde muy joven comenzó a escribir poesía, el amor a una mujer lo acercó aún más con la literatura y decidió partir a la Ciudad de México para formarse en letras. Fue parte de la comunidad de la Universidad de las Américas y después del Claustro de Sor Juana, donde reconoce, obtuvo la mayor parte de su formación.
Los textos acumulados durante años lo obligaron a publicar, la necesidad de ordenar su trabajo le permitió formar Astromelia y la búsqueda de encontrarse con los otros poetas, le llevaron a difundir también la labor de decenas de autores.
En Oaxaca, dice, se ha topado con la apatía de los escritores, pero eso no lo detiene para continuar con la editorial, la revista, el centro cultural, la escuela, el trabajo y la escritura que lo mantiene activo permanentemente.
Para concluir lo iniciado, estudia la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” (UABJO), pero eso no lo ha alejado de la literatura.
Desde su incorporación a las letras oaxaqueñas en 2012, ha tenido grandes apoyos como Alberto Valenzuela, de la fábrica de papel de San Agustín; el pintor Spencer Farías, que ha ilustrado la mayor parte de las publicaciones de Astromelia, así como sus maestros y musas.
Alejandro Aparicio va por más, ahora sin pedir nada a cambio más que libros, emprende la construcción de un centro cultural, una biblioteca que le permita a los niños y jóvenes, nutrirse de letras.