Aterrizan a los capitalinos choferes de urbanos, no hay autoridad que los frene
José HANNAN ROBLES
Hay quienes los llaman Escuadrón de la muerte o Amos de la Ciudad, porque todo lo pueden.
La gente se refiere a las líneas del transporte urbano, sea Choferes del Sur, Transportes Urbanos y Suburbanos Guelatao (Tusug), Urbanos de Oaxaca o Servicio de Transportación Express de Antequera (Sertexa), que integran el pulpo camionero.
Los autobuses urbanos, muchos de ellos de modelo antiguo, manejados por conductores inexpertos, son vistos como un terror en las calles que erizan el cabello de quienes manejan sus automóviles y camionetas, de los peatones y aún de las personas que los esperan en las esquinas.
No una, sino infinidad de veces se han señalado la peligrosidad de los autobuses que prestan el servicio urbano, que tal vez por el poder económico de sus dueños son incontrolables.
Tal parece que la Comisaria de Seguridad Pública y su dependencia Tránsito Municipal, que hoy parece que no existe, no pueden meter al orden a los manejadores de los urbanos o son los dueños de estos vehículos los que ya desordenaron a las autoridades.
Los choferes de los urbanos no obedecen el reglamento de Tránsito de que son tan celosos los motociclistas y patrulleros que tienen su propio y muy personal reglamento pues los conductores de estos vehículos se pasan los altos de los semáforos, hacen las paradas donde se les da la gana, tratan al pasaje con la punta del pie, el estado mecánico de muchas de estas unidades están en deplorables condiciones contaminando el ambiente a ciencia y paciencia de quienes tienen la obligación de evitarlo, en fin son los amos de la ciudad.
Lo curioso es que precisamente frente a los ojos de la propia policía, sea de patrulla, moto (de motocicleta no de la verde) o de simple infantería los choferes de los urbanos hacen de sus vehículos lo que se les da la gana y todo mundo tranquilo, menos el automovilista al que le dieron un cerrón o una frenada imprevista, con los pasajeros cometen verdaderos atentados cuando los exponen a que les pase algo como abrir la puerta antes de tiempo o llevarlas abiertas como es cotidiano, bajarlos a media calle, pero los urbaneros todo lo pueden.
Bueno, la insensatez de los que han autorizado el crecimiento de este escuadrón de la muerte, no se puede creer, no encaja dentro de la lógica más elemental, se les ha demostrado los inconvenientes.
Pero estas líneas de la muerte son tan poderosas que ni siquiera esos grupos que se dicen ecologistas han advertido que estos vehículos aumentan la contaminación terriblemente, no porque consuman productos de Pemex, sino porque por no dejar los vehículos fuera de servicio ni siquiera por unos momentos, se olvidan de darle mantenimiento mecánico y como es defectuosa la combustión por fallas mecánicas, incrementan la contaminación.
Tampoco a esta contaminación, ponen atención las autoridades de Tránsito, como tampoco lo hace con ninguna de las faltas que cometen estos medios de transporte, lo que da mucho que pensar, pero mucho, mucho, mucho…
A más de cuatro años del actual gobierno estatal y año y medio del municipal, continúan los abusos y atentados de esta plaga, es tiempo de que se ocupen del pueblo y se reestructure la vialidad.
Los vecinos de la calle Crespo en distintas ocasiones han protestado por la contaminación que provocan los cuatro y hasta seis o más vehículos que al mismo tiempo tratan de rebasar para ganar pasaje.
Existen rutas donde van varias unidades a la vez, con unos cuantos pasajeros, cuando se pudiera optimizar el servicio para evitar contaminación y obstrucción del tráfico.
Las carreras entre los pesados armatostes por ganar pasaje es evidente durante todo el día, al igual que no cumplen con el reglamento de Tránsito al llevar las puertas abiertas y llevar chalanes.
Tal pareciera que los conductores están de acuerdo con los delincuentes para que diariamente dentro de las unidades se cometa una serie de atracos, especialmente en perjuicio de estudiantes y señoras.
No cabe duda que ante los amos de las calles las autoridades se doblan o se hacen de la vista gorda.
