Pascal BELTRÁN DEL RÍO/Excélsior
Ahora que el PRD anda buscando desesperadamente quien quiera dirigirlo, conviene recordar lo que ha hecho ese partido con sus cuadros, particularmente con los que han sido mandatarios estatales.
A diferencia del PRI, el PRD ha hecho muy poco por mantener en la cancha a sus exgobernadores.
De los últimos diez dirigentes nacionales del PRI —incluyo aquí a Manlio Fabio Beltrones, quien tomó posesión del cargo ayer—, ocho han tenido la experiencia de gobernar un estado.
En sus 26 años de existencia, el PRD ha ganado la gubernatura en ocho entidades distintas: Baja California Sur, Distrito Federal, Guerrero, Michoacán, Morelos, Tabasco, Tlaxcala y Zacatecas. En esas entidades, 17 personas vinculadas con el PRD han sido titulares del Ejecutivo local —dos de ellos como interinos—, incluyendo a los actuales mandatarios de Morelos, Tabasco y el DF.
De esos 17, nueve están completamente alejados del partido que alguna vez los llevó a la gubernatura: Cuauhtémoc Cárdenas (dos veces gobernador), Andrés Manuel López Obrador, Rosario Robles, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard, Zeferino Torreblanca, Ángel Aguirre, Ricardo Monreal yAlfonso Sánchez Anaya.
Otros, como Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy aparecen poco o nada en actividades perredistas.
Eso deja al PRD con sólo seis mandatarios o exmandatarios estatales aún comprometidos con el partido: Miguel Ángel Mancera (quien formalmente no milita en el partido), Graco Ramírez, Arturo Núñez, Leonel CotaMontaño, Narciso Agúndez y Amalia García. Es decir, menos de la mitad. Por supuesto, pronto se agregará a ese grupo Silvano Aureoles, gobernador electo de Michoacán.
Habrá quien incluya en esa lista a Gabino Cué, pero el gobernador oaxaqueño, quien llegó al cargo vía una coalición, más bien mantiene distancia.
¿Cómo no va a tener el PRD problemas de liderazgo si margina a sus exgobernadores o éstos, de plano, huyen de él?
Como he escrito otras veces, los gobernadores son personajes con amplia experiencia política y abundantes conexiones y deberían ser aprovechados por los partidos en los que militan o gracias a los cuales ganaron el cargo.
Eso es especialmente cierto de 2000 a la fecha, lapso en que los mandatarios estatales han acumulado mucho poder ante el debilitamiento del centralismo y la figura presidencial.
Los intentos por llegar a la dirigencia por parte de los exgobernadores Lázaro Cárdenas Batel y Marcelo Ebrard —más allá de los méritos que tuviera cada uno de ellos— incluso fueron bloqueados por la corriente hegemónica del partido, Nueva Izquierda, que está a punto de soltar las riendas de la organización después de siete años de asirlos férreamente.
Por supuesto, ser exgobernador no tiene que significar un ascenso inmediato a altos cargos de dirección partidista, pero un partido que no es capaz de aprovechar los conocimientos y la fuerza que da gobernar un estado del país —desde donde se mantiene relación con todos los partidos, los tres Poderes y los tres niveles de gobierno— se da un tiro en el pie y pierde ventaja competitiva.
El PAN adolece en alguna medida de lo mismo.
Lo hecho, hecho está, y se antoja difícil, si no es que imposible, que la próxima dirigencia del PRD logre atraer de nuevo al partido a los importantes cuadros que se alejaron.
Sin embargo, lo que sí podría y debería hacer es cuidar a los que aún tiene, entre ellos sus gobernadores y exgobernadores. Por lo pronto, Morena —el partido encabezado por Andrés Manuel López Obrador, que ha hecho un boquete en el PRD— ya tiene bajo su ala a Ricardo Monreal y Alfonso Sánchez Anaya, quienes fueron candidatos suyos en junio pasado. Y mantiene buenas relaciones con Alejandro Encinas, quien apoyó a Monrealen campaña y podría formar parte de una eventual bancada morenista en el Senado, si es que ésta no es bloqueada por uno o más de los tres partidos principales.
Hace tiempo que el PRI atrajo a su área de influencia a Rosario Robles, cuya hija será diputada local por ese partido. El guerrerense Zeferino Torreblancafue cobijado por el PAN en las pasadas elecciones. Y Movimiento Ciudadano trató de hacer candidato a Marcelo Ebrard.
Así no se puede.