Loma Bonita.- María Guadalupe Soriano, una mujer morena, de complexión delgada, le habló con el corazón en la mano a Alejandro Murat Hinojosa: “Quiero pedirle, señor gobernador, porque para nosotras las mujeres de Soyaltepec usted ya es el gobernador, que no se olvide de nuestro pueblo, que nos haga justicia, porque los indígenas mazatecos estamos olvidados por el gobierno”.
Bajo una temperatura que sobrepasaba los 40 grados centígrados, miles de voces empezaron a corear entonces “gobernador, gobernador, gobernador, gobernador”, encabezados por María, la dirigente del sector femenil.
En ambos poblados, Murat Hinojosa encabezó multitudinarios eventos y de su puño, firmó compromisos que se convertirán en realidad durante su administración, como la construcción del hospital regional para garantizar el acceso a la salud y la instalación de una universidad de calidad para los jóvenes de la región.
En Soyaltepec, el aspirante les aseguró que su administración regresará para rehabilitar la carretera Soyaltepec – La Granja que se encuentra en deplorables condiciones, y pavimentar la vía Soyaltepec – Tuxtepec.
En este lugar, interactúo con las familias reubicadas por la construcción de la presa Miguel Alemán o Temazcal, quienes no cuentan con ningún apoyo por parte de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a pesar de que hay dos plantas generadoras de energía, las cuales abastecen a Oaxaca, Veracruz y Puebla. Escuchó de voz de los habitantes: “a los oaxaqueños los hicieron veracruzanos y a los campesinos los hicieron pescadores”.
Mujeres de la zona externaron su preocupación por el tema educativo y el candidato anunció la construcción de una universidad que impulse la profesionalización en la región, además de la Secretaría de la Mujer.
Cuando Alejandro Murat se refirió al tema de la salud y ofreció equipar con medicamentos y médicos especialistas el hospital de este lugar, desde la multitud se escuchó las voz de doña Cristina Fernández León, quien suplicó al candidato que equipara con medicinas a los centros de salud, porque no hay medicamentos, sobre todo para los enfermos crónico-degenerativos y que resultan demasiado costosos.