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Ojo de Agua, una colonia sumergida en la miseria

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A unos cuantos minutos del centro de la ciudad, en el norponiente de la capital oaxaqueña, entre accidentadas veredas, se encuentra enclavada la colonia Ojo de Agua, sinónimo de pobreza extrema y abandono. Desde hace más de 26 años sus habitantes viven entre penumbras por la falta de energía eléctrica, no tienen acceso al agua potable ni al drenaje, mucho menos a pavimentación o servicio de limpia. La inseguridad ha echado raíces, los robos domiciliarios y asaltos son constantes, la policía tarda en llegar hasta tres horas

 

Texto: Yolanda PEACH

Fotos: Esteban CHINCOYA

 

Es como entrar a otra dimensión. Ingresar a la colonia Ojo de Agua es un cambio demasiado drástico con lo que se deja cuadras atrás.

Un cuadro de extrema pobreza, donde los servicios básicos no existen. No tienen agua potable, drenaje, luz, pavimentación, servicio de recolección de basura ni transporte urbano. Viven en la inseguridad, condiciones insalubres y marginación.

Hace tres años se llamaba Lomas de Xochimilco. Es lo único que ha hecho el municipio de Oaxaca de Juárez por esta colonia: cambiarle el nombre.

Colinda con varias Lomas: la de San Jacinto, Santa Rosa y Microondas, así como con la agencia Guadalupe Victoria; se ubica a unos minutos del centro.

Con una orografía muy accidentada, la vida en Ojo de Agua es lenta y penosa. Mucho calor durante el día. Completa oscuridad en la noche.

Margarita, una de las vecinas, nos cuenta que tiene 26 años viviendo en esta colonia. No recuerda ni siquiera que algún candidato para presidente municipal se dignara a visitarlos en las últimas campañas políticas.

Desde que vive ahí ha tenido que lidiar con la falta de servicios. No tiene luz y no hay forma de obtener la red eléctrica.

Cuida a sus chivos a los que lleva a pastar en el terreno cercano.

No tiene drenaje ni agua potable, pero lo que más teme es cuando llueve, es casi seguro que se inunda su casa, “por acá pasan dos venas de agua”, cuenta.

En la noche, al no haber luz, se convierte en una boca de lobo, por lo que lo mejor, es no salir de casa.

“Estamos muy cerquita del centro, por eso se llamaba Lomas de Xochimilco. Salimos caminando y ya podemos llegar a otras colonias a comprar lo que se necesita”.

Comentó que, aunque los vecinos están organizados, no han logrado ninguna mejora para la colonia. Están olvidados.

En uno de los caminos de esta colonia, en un pequeño claro, se reúnen algunos jóvenes a fumar mariguana. Las calles están desiertas, así que tampoco les importa mucho que los escasos transeúntes los observen.

Otra vecina de la colonia, doña Celina, nos cuenta que llegó a vivir a la colonia Ojo de Agua en 1994. “Es mejor que estar pagando renta. Cada vez pagábamos más”.

Cuida a sus nietos mientras protege su siembra. Tiene un pequeño cultivo de maíz; también tiene un cerdo, al que cuida con esmero.

“No tenemos nada, ni drenaje, agua, luz, servicio de basura. Nada”, lamenta.

Cada semana compra una pipa de agua de 150 pesos, “si la contemplamos mucho, nos puede durar hasta 10 días”.

Sabe que metieron un oficio para el alumbrado, pero no ha pasado nada.

“Hace un año se logró que se metieran tres postes de electricidad, pero no alcanzó para todos. A nosotros nos queda muy lejos, pero aun así logramos que nos llegue un cable, solo que así, sale muy caro el recibo”, comenta.

Cuenta que al tener que pagar por el agua y la luz, hizo que descuidara, desde que llegó a vivir ahí, a su familia. “Tengo que ayudar a mi esposo y trabajar, si no, no nos alcanza para nada”.

No pasa la basura, así que caminan hasta la colonia vecina a esperar a que pase el camión recolector para tirarla.

Durante la plática, sus nietos corren descalzos y se avientan piedras que encuentran a su paso, “abuelita, dile que ya no me molesta”, le pide uno de ellos.

Es mediodía y pareciera que no van a la escuela. “Sí van a estudiar allá arriba, tuvimos que dar mucho tequio para poder tener acceso a levantar esas aulas”.

Cuenta que al igual que la mayoría de vecinos, cada que llueve, les entra el agua.

Obligados a salir a trabajar, tienen que salir de sus viviendas, es cuando aprovechan los vándalos para entrar a robarles. “Apenas le robaron a la vecina, es que ella va todos los días a su trabajo”.

Lo peor, si por alguna razón se dan cuenta de que están robando o cuando son atracados, ni contar con la policía, “por acá ni dan rondines, además, si hablas a emergencias, tardan mucho en llegar”.

Tiene dos perros. Uno juguetea alrededor y el otro, amarrado, se cansó de ladrar.

“No tenemos seguridad, así que los perros te cuidan”, añade.

Doña Celina ni siquiera sabe quién es Oswaldo García Jarquín. Al preguntarle qué candidato fue a hacer campaña a la colonia no recuerda, pero definitivamente, “de ese Oswaldo que me dice no he escuchado hablar, ni siquiera se pusieron mantas o propaganda electoral de ese candidato”.

Al intentar acudir a la vivienda de la presidenta de la colonia, Angélica González, nos informaron que no se encontraba, “todos los días sale a trabajar, vuelve tarde”.

Sin embargo, en su casa, que es de las pocas que sobresalen por estar edificada con material de construcción, con el repellado terminado e instalación eléctrica, nos contaron que tiene un año que lograron meter ahí la electricidad y el drenaje.

La casa, de tres pisos, ya tiene instalada la red eléctrica. Le faltan las ventanas y las puertas. Provisionalmente tienen una lámina que hace de puerta.

“No tenemos agua potable”, nos cuenta una familiar de Angélica, por lo que tienen que comprar agua potable para llenar su cisterna.

“Gastamos 700 pesos al mes para pagar la pipa”, nos confía.

La basura la acarrean a la colonia Santo Tomás, ahí esperan el camión.

A esta colonia no llegan camiones urbanos. Ni siquiera los mototaxis se atreven a entrar.

“Hay mucho robo domiciliario de día y ha habido muchos asaltos”, comenta.

“Y si llamamos a la policía, se tarda hasta tres horas en llegar”, agrega.

Ojo de Agua se ha convertido en un sinónimo de la desolación y pobreza extrema.

Aunque es muy probable que se trate de un asentamiento irregular, la finalidad de los pobladores al vivir ahí siempre fue elevar el nivel de sus condiciones de vida. Se trata de una colonia donde la indolencia de la presidencia municipal de Oaxaca de Juárez es notoria.

Si las colonias más populares de la ciudad capital están descuidadas y el Centro Histórico se destruye cada día, pese a ser considerado Patrimonio de la Humanidad, estos asentamientos no tienen la más mínima esperanza de que el gobierno municipal voltee a verlos e intentar que estos vecinos gocen de una vida digna.

 

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