Las señales no son buenas para el presidente estadounidense, Barack Obama, en la búsqueda del apoyo en el Congreso -que vuelve el lunes de su receso vacacional de verano- para una acción militar limitada contra Siria en respuesta al supuesto uso de armas químicas por parte del presidente Bashar al Assad.
Y el propio presidente lo sabe. “Sabía que iba a ser un levantamiento pesado”, dijo Obama el viernes en una rueda de prensa en San Petersburgo al finalizar la cumbre del G20.
El presidente dijo comprender que “cualquier indicio de más implicaciones militares en Cercano Oriente va a ser revisado con suspicacia”, una forma sutil de hablar dada la fuerte resistencia con la que se encuentran los miembros del Senado y la Cámara de Representantes en sus distritos.