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Oaxaca y el culto a los muertos

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Convertida en Patrimonio Intangible de la Humanidad, la festividad del Día de Muertos cobra especial significado entre los oaxaqueños, quienes con altares pletóricos de comida, bebidas y antojos, oraciones y comparsas celebran la llegada de los seres queridos que partieron al viaje sin retorno. Los panteones se visten de fiesta, unos velan a sus difuntos toda la noche como ocurre en Santa Cruz Xoxocotlán, en otros lugares de la capital toman, comen, bailan y cantan en la tumba de la persona amada que ya se fue. Es toda una tradición el ritual a la muerte.

 

José HANNAN ROBLES

Fotos: Jairo Aragón

 

foto-dosEl miércoles 2 de noviembre, Día de Muertos, los panteones y las ofrendas a los muertos estarán pintados de intenso color amarillo, el color del cempasúchil o flor de muerto para dar la bienvenida al retorno transitorio a la tierra de familiares y seres queridos fallecidos.

El cempasúchil es uno de los adornos más populares para los altares y las tumbas de quienes nos antecedieron en el camino sin retorno. Se ha convertido en uno de los elementos representativos de esta tradición mexicana.

Desde 2003, el Día de Muertos es Patrimonio Intangible de la Humanidad, declarado así por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

En la ofrenda que se coloca en hogares, templos, oficinas, espacios públicos, se ofrece a los difuntos que llegan, pan de yema, mole, chocolate, amaranto, mezcal, fruta, nicuatole, arroz con leche, calaveritas de azúcar. Los alimentos que al difunto le gustaban en vida.

“Para los habitantes de Nueva York o Londres, la muerte es palabra que jamás se pronuncia porque quema los labios. El mexicano, en cambio, la frecuenta, la burla, la acaricia, duerme con ella, la festeja, es uno de sus juguetes favoritos y su amor más permanente.

Cierto, en su actitud hay quizá tanto miedo como en la de los otros; más al menos no se esconde ni la esconde; la contempla cara a cara con paciencia, desdén o ironía”: Octavio Paz, Laberinto de la Soledad.

Los mexicanos llamamos a la muerte de muchas formas, la tenemos presente todos los días, pero sobre todo el Día de Muertos. Es habitual que nos mofemos de ella, que le pongamos nombre: La Catrina, La Parca, La Calaca, La Huesuda, la Dientona, La Pelona, La Flaca, La Pálida, en las diferentes regiones del país se le conoce con un nombre distinto.

La Catrina como símbolo popular de la muerte, fue bautizada como tal por el muralista Diego Rivera, y aunque en sus obras se encuentran representaciones de esta dama blanca, elegante y delgada, no fue el primero en incluirla en su obra, ya que fue José Guadalupe Posada el precursor de esta representación.

La Catrina fue creada durante los gobiernos de Benito Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz, por artistas mexicanos para hacer una representación metafórica de la alta clase social de México, que prevalecía en esa época, es decir antes de la Revolución Mexicana.

La Catrina es una figura sin edad ni tiempo, que surgió para ridiculizar a las mujeres de alta sociedad de aquella época.

Hoy es la gran anfitriona de la celebración del Día de Muertos, que refleja la alegría que representa la muerte.

 

Xoxo da vida a

sus panteones

 

En Santa Cruz, Xoxocotlán, municipio conurbado a la ciudad de Oaxaca, celebra el 3I de octubre, en forma muy importante ya que el pueblo participa en la fiesta para recibir a las almas de los difuntos.

Las ánimas de los difuntos adultos se reciben en la noche del primero de noviembre para amanecer el día 2. En los hogares y en los panteones hay ofrendas florales, oraciones, repique de campanas, reunión de todas las familias.

El primero de noviembre llegan las ánimas de los difuntos angelitos.

Al entrar la noche, miles de familias se encaminan a los dos panteones con velas, incienso, veladoras, flores.

Todas las tumbas son iluminadas con velas y veladoras, se cubren de flores y se quema incienso creando un ambiente místico, de comunión entre vivos y muertos.

Esa noche, en medio de oraciones los habitantes permanecen al lado de las tumbas de sus deudos.

En muchas comunidades del estado, a las 12.00 horas del 31 de octubre se tocan las campanas de la iglesia para recibir a los niños difuntos, quemándoles incienso para darles la bienvenida; el primero de noviembre, a medio día se despide a los infantes con toques lentos y espaciados de las campanas. El día 2 se recibe a los muertos adultos.

En Oaxaca el Día de Muertos revive con alegría esta costumbre y la muestra a los visitantes.

Del 31 de octubre al 2 de noviembre todo este mundo de misterio se llena de colorido para darle un sentido simbólico al altar hecho con cañas que forma un arco que da el significado de la dualidad del cielo y la tierra.

La comida que se ofrenda son los platillos preferidos del difunto: mole, tamales, dulces típicos, calaveras de azúcar, mezcal, cerveza, chocolate, pan de yema, tejocotes y calabaza en dulce.

No pueden faltar las flores de cempasúchil de vistoso color amarillo y las crestas de gallo o borla aterciopeladas, cultivadas sólo en esta época.

En algunos panteones, entre ellos los de Santa Cruz Xoxocotlán y Miahuatlán, recordar a los seres queridos es velarlos toda la noche; el colorido de las flores, el  humo del copal y cientos de veladoras y ceras prendidas le dan el misticismo a esta celebración.

Otra de las costumbres que se escenifica en la mayoría de comunidades son las comparsas, en esta capital son famosas las del barrio del Polvo, Xochimilco, Jalatlaco, Cinco Señores, Candiani, entre otras.

 

Bullicio en la

última morada

 

Las avenidas centrales y los amplios corredores, donde existen más de 3 mil 300 nichos en sus muros de piedra, del panteón San Miguel o Panteón General, se llenan a partir del primero de noviembre, Día de Todos Los Santos, de bullicio al transitar por ellos miles de personas que visitarán la última morada de sus familiares y amigos fallecidos, con motivo del Día de Muertos.

Desde el domingo empieza a aumentar el número de visitantes, llegando cientos de personas de todos los niveles sociales y económicos.

La frase escrita en una de sus puertas: Postraos aquí la eternidad empieza y Polvo es la Mundanal Grandeza, hizo reflexionar a quienes la leyeron.

El 2 de noviembre, Día de Muertos, las tumbas estarán adornadas predominantemente con flor de cempasúchil, muchas de las que carecen de mausoleo serán revestidas totalmente de esta flor que dará un colorido especial al panteón, permaneciendo durante todo el día rodeadas de los familiares del difunto.

En las capillas o sobre los sepulcros serán colocadas las fotografías del finado, cuando en vida lucía la alegría de vivir.

Tríos, conjuntos, marimbas y solistas llegarán a ofrecer sus servicios al panteón más grande de la ciudad, serán contratados para cantarle al difunto las canciones que le gustaban.

Sin duda, se dejarán escuchar composiciones como Yo sigo Siendo el Rey, El Caballo Blanco, Amor Eterno, Dios Nunca Muere, y muchas más.

Algunas familias llevarán cervezas, mezcal y otros licores que beberán discretamente rodeando la tumba del que emprendió el viaje sin regreso.

Algunas tumbas, sobre todo antiguas, lucirán abandonadas, tal vez porque las familias se acabaron o están fuera de Oaxaca.

 

 

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