Martín MORENO/Excélsior
Dos años cuatro meses después de haber pronunciado aquella frase del “Rosario, no te preocupes… hay que aguantar”, Enrique Peña Nieto decidió no aguantar más y, ante los nulos resultados en el combate contra la pobreza, decidió relevar a la experredista en Sedesol y encabezar así los tan cacareados cambios en el gabinete.
Pero de los cambios anunciados ayer, uno llama poderosamente la atención: la llegada de Aurelio Nuño —personaje de alta influencia y cercanía con el Presidente de la República— a la SEP. De Los Pinos a secretario de Estado. Con un movimiento, Nuño se convierte, en automático, en presidenciable para 2018 por el PRI.
Así, la llamada “tríada” ya está compuesta por tres cardenales presidenciables: Luis Videgaray, Osorio Chong y Aurelio Nuño, sobre quien caerán reflectores y atenciones al sustituir a Emilio Chuayffet en Educación. El cuarto suspirante priista es Manlio Fabio Beltrones. Se abre así, aún más, la baraja dentro del PRI. Manlio tiene competencia.
Sorprendió la salida de José Antonio Meade de la SRE. Va a Sedesol, también con la etiqueta de presidenciable. Meade se ha consolidado dentro del gabinete peñista.
Claudia Ruiz Massieu deja Turismo y en su lugar llega un hijo de expresidente: Enrique de la Madrid. La hija del victimado José Francisco y sobrina de Carlos Salinas es nombrada canciller sin ser diplomática de carrera. Es abogada. En la SRE tendrá mayores responsabilidades y es una de las cartas del salinismo para 2018.
Otro de los movimientos cantados fue el del fiscal antisecuestro Renato Sales Heredia, quien llega como comisionado nacional de Seguridad en lugar de Monte Alejandro Rubido, quien cae fulminado por el efecto Chapo.
Intocables quedan las dos posiciones más importantes: Hacienda y Gobernación. Mientras Videgaray y Osorio Chong se mantengan en sus sillas, el gobierno peñista seguirá con el mismo rumbo mostrado hasta hoy. Un cambio de fondo en el régimen solamente se explicaría con enroques en cualquiera de estas secretarías. No será así. Al menos, en este momento.
Y como la pongan, pero Rosario Robles no pudo con el paquete en Desarrollo Social. Demasiada retórica y pose, con poca efectividad. Si alguien creyó que con una política supuestamente de “izquierda” (a discusión y en entredicho) el combate a la pobreza sería de mayor eficacia, se equivocó. Robles fracasó. Allí están las cifras y los escenarios que lo demuestran así:
Durante el gobierno peñista, el número de pobres creció en dos millones, al pasar de 53.3 a 55.3 millones (fuente: Coneval). Tres mil pobres más a diario durante el actual sexenio. Eso se llama derrota.
El ingreso no mejoró. El porcentaje de población con ingreso inferior a la línea de bienestar —aquella que no tiene recursos para comprar la canasta alimentaria— pasó de 60.6 millones a 63.8 millones de mexicanos. Uno de cada dos mexicanos. Son las cifras de la vergüenza.
Rosario, nada más, no pudo con el combate a la pobreza. Así lo marcan las cifras. Lo demás es verborrea.
Hoy se va de Sedesol y llega a ese laberinto burocrático llamado Sedatu, en lugar de Jesús Murillo Karam, que se va aún más cansado. Es un premio de consolación. Nada pasará ya con Rosario la experredista.
José Calzada, el gobernador priista de Querétaro que fue derrotado en las elecciones del 7 de junio por el PAN, asume como secretario de Agricultura, en sustitución de Enrique Martínez y Martínez.
Rafael Pachiano a Semarnat, mientras que Juan José Guerra se va de embajador a Italia.
Esos son los cambios… y sus significados.
Aurelio Nuño y José Antonio Meade ya son presidenciables.
TW: @_martinmoreno
FB / Martin Moreno
