EDITORIAL
Las súper carreteras al Istmo y a la Costa se han convertido en parte del discurso político, al que ya no se le da crédito en el imaginario colectivo. La primera obra inició en el gobierno de José Murat hace al menos 18 años; la segunda, en el de Ulises Ruiz, hace aproximadamente una década. Las dos han caído en serios baches de incertidumbre, sobre todo porque en el régimen anterior, el de Gabino Cué, ambos proyectos carreteros de plano fueron suspendidos. La vía al Istmo fue otorgada para su construcción a la empresa mexicana “Ingenieros Civiles Asociados” (ICA), que cayó en un bache financiero del que no ha podido levantarse. Una suerte similar ocurrió con la vía a la Costa.
Lo que más ha ofendido a los oaxaqueños es que no obstante conocer el gobierno federal la situación de ambas obras, aun así no han ofrecido concluirlas. Eso ocurrió en el régimen de Gabino Cué, quien mantuvo hasta meses antes de concluir su gestión, el argumento de que ambas obras –o al menos la del Istmo- se habría de concluir. En un hecho inédito, vino a Oaxaca el Secretario de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, a entregar la obra, pero sólo en partes: el tramo Mitla-Albarradas de 28 kilómetros y el de Santiago Lachiguiri-Tehuantepec, de 40 kilómetros. Para ese entonces, el Centro-SCT maniobraba con algunas comunidades mixes, para que dejaran avanzar los trabajos. Ya ICA estaba quebrada y los adeudos con los contratistas y transportistas, devinieron un serio dolor de cabeza para el gobierno estatal.
El abandono en que se encuentran ambas obras carreteras han dejado mucho qué desear. La vía a la Costa muestra los síntomas propios de la abulia. Maquinaria abandonada, tramos derruidos, puentes a medias, etc. Salvo los tramos en los que circulan vehículos, el resto bien puede decirse que está en completo abandono. Sin embargo, el arribo de Alejandro Murat al gobierno de Oaxaca, a partir del primero de diciembre de 2016 y la evidente buena relación que mantiene con la administración del presidente Enrique Peña Nieto, ha abierto nuevas expectativas. De hecho, reiniciar y concluir las dos obras carreteras fue una de sus promesas de campaña, lo cual caló hondo en el ánimo del pueblo oaxaqueño. Es más, hasta puso fecha para concluirlas: 17 meses.
El sábado 14 de enero, en el aeropuerto de Huatulco, el ejecutivo estatal, acompañado de algunos miembros de su gabinete y del Subsecretario de Comunicaciones y Transportes, Óscar Callejo, anunció el reinicio de operaciones y en una entrevista con los medios acreditados, subrayó que además de las obras ya citadas, se atenderá la rehabilitación del aeropuerto de Ciudad Ixtepec, que también fue una promesa incumplida del anterior régimen. Por lo que se ve pues, el tema de las multicitadas obras va en serio. Así lo esperamos los oaxaqueños, hartos de tantas promesas y discursos fatuos. No es ociosa nuestra insistencia en que Oaxaca requiere ya de obras de gran envergadura que la saquen del marasmo de atraso y rezago en que se encuentra.
Estamos convencidos que de mantenerse la buena relación y coordinación con el gobierno federal, que ha sido uno de los ejes del abandono de éste último, otro gallo nos cantará. Los oaxaqueños que habitan el Istmo y la Costa oaxaqueña se han mostrado incrédulos, luego de discursos políticos y promesas que, al final del día, han resultado un fiasco. Sin embargo, por lo que hemos constatado en los últimos días, tal parece que ahora sí van en serio.
