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México requiere justicia social

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Reflexiones constitucionales

 

Alfredo RÍOS CAMARENA

 

La Summa Theologiae de Santo Tomás de Aquino estableció los paradigmas morales del cristianismo a través de las virtudes teologales y cardinales; las primeras: fe, esperanza y caridad, resumen la conducta que debe tener la cristiandad. No obstante, estos fundamentos respetables y respetados en ocasiones son tergiversados y poco claros.

En efecto, en el caso de la fe —que tiene que ver con el dogma— el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, afirmó que deberíamos tener fe en las instituciones de justicia; sin embargo, en un país que se cae a pedazos por la violencia, la inseguridad y los homicidios, que han crecido exponencialmente, no es posible adoptar este concepto en la interpretación que se le dio, aunque cabe mencionar que poco tiempo después el secretario rectificó su apreciación. No, no es con fe, sino con eficiencia, honestidad y capacidad, como podemos afrontar este tema toral de la vida nacional.

En cuanto a la esperanza, el rector de la UNAM, Enrique Graue, declaró: “tengo la esperanza de que el narcomenudeo baje en todas las universidades, en la nuestra en particular, y que las medidas preventivas funcionen”; por supuesto, que este no es el camino, el rector —en sus inicios— anuncio e intentó, de alguna manera, desalojar el nido de delincuentes que por años se han apoderado de la Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras; toda la comunidad lo aplaudimos, ya que ninguno de los últimos directivos de nuestra máxima casa de estudios ha podido enfrentar, con valentía y coraje, este problema que es un cáncer creciente en el corazón del campus. Desde luego, no es con esperanza como podemos evitar del tráfico de drogas en nuestra casa de estudios, debe ser con decisión, valor y ganas de resolver en serio este tema tan añejo.

La caridad es una virtud teologal, que tiene que ver con el amor al prójimo y muchos la interpretan como una forma de apoyo a los más débiles, traducido en ocasiones en limosna; al respecto, no fue caridad, sino limosna lo que ofreció el secretario de Comunicaciones Gerardo Ruiz Esparza a los deudos de la familia Mena —que dramáticamente fallecieron en el socavón de Cuernavaca— al proponer 500 mil pesos del seguro y 500 mil pesos de las empresas, por la vida de estos inocentes que murieron de la manera más horrible. No, no es con caridad, es con justicia como debe tratarse este tema, que ha sido el resultado de la corrupción tan frecuente en la construcción de la obra pública, que tampoco se ha actuado para combatirla, a pesar de los esfuerzos que se han hecho al respecto.

La fe, la esperanza y la caridad son virtudes respetables y fundamentales en la moral cristiana, sin embargo, no son la forma de afrontar los temas que hoy nos tienen al borde del abismo; lo que se requiere es entender las causas que afectan la crisis que vivimos y que tienen que ver con la pobreza, la desigualdad y la ignorancia, que crecen monstruosamente, mientras la absurda acumulación de la riqueza se convierte en el leitmotiv de la sociedad contemporánea.

Entendamos el fondo social de nuestra Constitución y sus principios, que quedaron establecidos desde 1917 y de los que nos hemos alejado cada día más.

Lo que México requiere es justicia social, honestidad y trabajo.

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