Enrique ARANDA/Excélsior
Ni uno ni otro de los implicados en las cuestionadas negociaciones parece dispuesto a avalar un acuerdo que, en los hechos, beneficie (políticamente) a Moreno Valle.
De no experimentarse cambio sustancial alguno en las condiciones prevalecientes hoy al interior de PRD y PAN, o en las posturas personales de sus respectivos dirigentes para ser más claros, el próximo encuentro entre Agustín Basave Benítez y Ricardo Anaya Cortés, presumiblemente el lunes, estará orientado a concretar nuevas alianzas electorales en Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas o en cualquier otra de las entidades donde el próximo junio se elegirá gobernador y de las que aún no han hablado… menos en Puebla.
Y esto, no sólo por el explícito compromiso que la dirigencia nacional blanquiazul asumió ya con la senadora Adriana Dávila Fernández de apoyar su aspiración de representar a su partido en la puja por el gobierno de su natal Tlaxcala sino, también, porque ni uno ni otro de los implicados en las cuestionadas negociaciones parece dispuesto a avalar un acuerdo que, en los hechos, beneficie (políticamente) a Rafael Moreno Valle, el cuestionado gobernador de la vecina entidad.
Ocurre, para ser más explícitos, que la (voluntaria o forzada) decisión del CEN de apoyar a la aguerrida senadora en su pretensión de competir por la gubernatura —“iré por el PAN o, en caso de no tener su apoyo, como independiente”, les habría advertido ella misma— invalidó, en los hechos, toda posibilidad de que, como se había pactado inicialmente entre los negociadores, fuera la perredista Lorena Cuéllar Cisneros, senadora, o algún otro militante del sol azteca quien encabezara una eventual alianza ahí… a cambio de que un panista —el aún alcalde Antonio Gali, presumiblemente— lo hiciera en el caso de Puebla.
Ello sólo suena difícil de resolver. Pero habría que destacar que, un día sí y otro también, se consolidan evidencias de que ni Basave Benítez ni su queretana contraparte, Anaya Cortés, muestran interés alguno de avanzar por una ruta que, finalmente, abone al capital político del gobernador a suceder…
Uno, adivine usted, porque tendría en él a un claro competidor por la candidatura presidencial que, en cuanto a dirigente en funciones, no está dispuesto a entregar a nadie y, el otro, menos como dueño del partido que encabeza porque ni las corrientes internas del mismo —las tribus como gustan ser tipificadas— le apoyarían, y porque quienes sí lo hacen tienen ya puesta la mira en uno de los suyos, gobernante de la más importante ciudad del país para ser exactos, a su abanderado.
Alianzas adicionales a las ya definidas y firmadas en Durango y Veracruz con candidatos azules, o en Zacatecas y Oaxaca con amarillo al frente habrá, muy posiblemente, en algunas otras entidades de cara a los comicios del año que comienza pero, con absoluta seguridad, ninguna de ellas lo será en la tierra del camote y de los Fuertes donde, por cierto, la puja será por un periodo corto de escasos 18 meses. Ahí, salvo sorpresa de último momento, la disputa será entre candidatos de, al menos, tres partidos, más un(a) independiente.
¿No? Al tiempo…
ASTERISCOS
*Evidencia clara del ánimo que hacia su candidato al gobierno de Colima prevalece al interior del blanquiazul, la conducta y palabras que, en el cierre de campaña al que (“ni modo”) debió asistir, mantuvo el queretano Ricardo Anaya que, falaz, acreditó la nominación del impresentable senador a su antecesor, Gustavo Madero y, en lo posible —“alérgico como es a todo lo que dañe su imagen…”—, evitó fotografiarse o celebrar con él.
*La decisión de garantizar “unidad e inclusión” en la selección de candidatos a gobernador, de cara a los próximos comicios, sigue rindiendo a Manlio Fabio Beltrones. Ayer anunció la designación del senador Alejandro Tello para Zacatecas y, también, sacó la firma de un acuerdo de unidad a los siete aspirantes por Veracruz: Héctor Yunes Landa, José Yunes, Erick Lagos, Alberto Silva,Tomás Ruiz, Jorge Carvallo y Adolfo Mota.
