Los países ricos suelen pontificar sobre el manejo “irresponsable” y “corrupto” de muchas naciones, pero son los que lideran de lejos la tabla de los países más endeudados.
Japón encabeza el ránking por amplio margen y entre los 14 países más endeudados del planeta, sólo Zimbabue, Jamaica, Eritrea y Granada pertenecen a los más pobres.
Estados Unidos, Grecia, Italia, Portugal e Islandia están entre los países desarrollados con deudas por encima del 100% de su Producto Interno Bruto (PIB), es decir, de todo lo que produce la economía nacional en un año.
Según una autoridad mundial en temas de deuda, Robert Pollin, co-director del Political Economy Research Institute (Peri) de Massachussets, EE.UU., este endeudamiento es un privilegio de los países ricos que, sin embargo, tiene un precio.
“Muchos países desarrollados pueden endeudarse en sus propias monedas y acceder a los mercados financieros a muy bajas tasas de interés. Endeudarse de esta manera para financiar el crecimiento o salir de una crisis es una gran ventaja, pero no es un viaje gratis. Todo depende de las circunstancias de cada país”, indicó.
Impacto de la deuda
El impacto económico de la deuda es materia de mucho debate.
En la década de 1990 el consenso avalado por el Fondo Monetario Internacional era que un 60% de deuda pública en relación al PIB constituía un umbral prudente para un país desarrollado, mientras que en una nación en desarrollo debía ser un 40%.
Esta diferencia marcaba la distinta capacidad de pago (recaudación fiscal, exportaciones, acceso a los mercados para refinanciar la deuda, etc.) de los distintos países.
Pero en un estudio publicado en 2010 que levantó una fuerte polémica, dos expertos en temas de deuda de la Universidad de Harvard, Carmen Reinhart y Ken Rogoff, señalaron que una deuda pública por encima del 90% impedía el crecimiento.
El estudio coincidió con la crisis de la deuda soberana en la Eurozona y fue usado para justificar los planes de ajuste promovidos por la Troika (Fondo Monetario Internacional, Comisión Europea y Banco Central Europeo).
El problema surgió cuando un estudiante de la Universidad de Massachusetts, bajo la supervisión de dos profesores, halló gruesos errores en los datos que condujeron a un artículo en que los tres rebatieron la tesis de Reinhart-Rogoff.
Robert Pollin fue uno de los profesores que supervisó el trabajo y escribió la respuesta a Reinhart-Rogoff.
El estudiante Thomas Herndon cuestionó un famoso ensayo académico usado para defender planes de austeridad.
“Plantear que hay un umbral determinado que produce problemas muy graves por sí mismo, sin que importe el país o la situación económica, es obviamente errado. La razón por la que se elevó tanto el nivel de deuda en el mundo desarrollado fue la crisis financiera de 2007-2008”, señala Pollin.
“El sector público tuvo que intervenir para impedir una recesión peor, pero el impacto de este endeudamiento no fue tan grave porque no produjo la tan temida disparada de las tasas de interés.
Todo lo contrario: las tasas siguieron a un nivel bajísimo. Por otro lado, Estados Unidos, que puede emitir deuda en su propia moneda, no es lo mismo que Grecia, que no puede hacerlo, así que tiene que crecer o exportar más para pagar los servicios de deuda. Aplicar el mismo umbral a casos tan disímiles es absurdo», agregó.
Deuda creciente
El problema es que la deuda ha crecido a pasos agigantados en muchos países desarrollados en los últimos 20 años.
Japón pasó el umbral del 100% del Producto Interno Bruto en 1997: hoy se sitúa alrededor del 240% del PIB.
En Grecia era un 115% en 2007 y se acercará a 200% a fin de este año. Portugal y España duplicaron su deuda en seis años. En Italia pasó del 112% hace siete años a más del 130% hoy.
El manejo de la deuda depende sobre todo de la tasa de interés. Hoy está a niveles muy bajos históricamente tanto en Estados Unidos como en Europa y Japón, pero tarde o temprano, aumentará.
“Un aumento de las tasas de interés puede complicar las cosas. Esto sucedió en Estados Unidos en los 80 con Ronald Reagan, porque se pagaba un 10 o 11% a diferencia de hoy que pedimos prestado a un 1 o 2%. De modo que en aquella época una buena parte del presupuesto se destinaba al pago de intereses», indicó Pollin.
Es uno de los peligros de un aumento exponencial de la deuda: América Latina conoció el problema de primera mano.
La década perdida
En los años 80 la deuda fue un albatros que ahogó la economía regional y condujo a lo que hoy llamamos la década perdida.
La “salida” de esta crisis incluyó varias reestructuraciones de deuda, mucha ingeniería financiera (Plan Baker, Plan Brady), cesaciones de pago y heridas que no terminan de cerrarse como se puede ver en el caso de Argentina y los fondos buitre.
Según el Coordinador del Observatorio Económico de América Latina (Obela) y académico de la UNAM en México, Oscar Ugarteche, el precio económico regional fue muy alto.
“El servicio de la deuda se llevó una porción cada vez más grande del presupuesto que se robó a la inversión pública en infraestructura o en educación o salud. El impacto de esta desinversión fue un menor crecimiento económico que dificultó aún más el pago de la deuda y que a mediano y largo plazo creó problemas de competitividad por la falta de inversión en la infraestructura que necesita toda economía para desarrollarse”, precisó.
Esta penosa experiencia no pasó en vano, como señala un informe sobre las finanzas públicas de la región, publicado este año por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
“En 2013 el promedio de deuda se mantuvo cercano al 31% del PIB para la región. La caída del pago de intereses ha sido significativa en los últimos años en América Latina. Se trata de una tendencia de gran relevancia en la perspectiva de la calidad de las finanzas públicas, al permitir espacios para una mayor inversión y para el gasto social”, señala el informe.
En términos de porcentaje del PIB la mayoría de los países tienen una deuda pública que se sitúa entre el 20 y 40 % del PIB con Brasil, El Salvador y Nicaragua entre los más endeudados en términos porcentuales y Chile y Paraguay entre los que menos deben.
Los más pobres
Medido en relación a su capacidad económica, es decir, a su PIB, Zimbabue es el segundo país más endeudado del planeta después de Japón con más del 200% de su PIB.
Medido en términos de su capacidad de pago real, Zimbabue tiene una poco envidiable corona: está a la cabeza de los Países Altamente Endeudados, naciones pobres que, según reconoce el mismo FMI, no pueden pagar su deuda.
Unos 39 países forman parte de este grupo: unos 33 han recibido un alivio parcial o total de la deuda que mantienen con organismos multilaterales, países y, en menor medida, entidades privadas.
Según Sarah-Jayne Clifton, directora de Jubilee Debt Campaign, que promueve una solución a largo plazo del tema, la creciente deuda de los países ricos está perjudicando a los más pobres.
“Por un lado está el impacto que tiene sobre la demanda de los productos de estos países. Pero además estamos viendo, por la baja tasa de interés del primer mundo, que hay un boom de los préstamos a países que no podrán afrontarlos y que puede conducir a una repetición de lo que fue la crisis en los 80, tanto en América Latina como en países de África y Asia», advirtió.
En el universo de la deuda soberana, estos países han caído en la famosa trampa de la Cándida Eréndida de Gabriel García Márquez que, por más que entregara vida y cuerpo, sólo conseguía prolongar la agonía de una deuda que jamás llegaría a pagar.