Cada uno de los nuevos institutos políticos recibirá poco más de 6 millones de pesos mensuales.
Rodolfo Aceves Jiménez
@racevesj
Un acuerdo del Instituto Nacional Electoral (INE) otorgó el registro de tres expresiones políticas nacionales, que vienen a incorporarse al espectro político nacional.
Se trata del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el Partido Encuentro Social (PES) y el Partido Humanista (PH), quienes buscarán el voto popular que los favorezca con diputados a la LXIII Legislatura del Congreso de la Unión.
En el primer caso, se trata del partido de Andrés Manuel López Obrador en pos de su tercer candidatura a la presidencia de la República; en el segundo, de Hugo Erick Flores, a quien se ha señalado de ser pastor evangélico, y de ser cierta esta versión, se estaría en franca violación a la Constitución y la Ley de Asociaciones de Culto; y en el tercer caso, se afirma que es la propuesta del expresidente Felipe Calderón.
Cada uno de estos nuevos institutos políticos recibirá poco más de 6 millones de pesos (mdp) mensuales, para sumar un total de casi 32 mdp en lo que resta del año.
Pero más allá del origen de estos partidos, la pregunta debería ser, si es necesario incorporar nuevos partidos al espectro político, cuando existe una crisis de representación en los partidos políticos vigentes.
Es de representación, porque sus legisladores aunque fueron electos mediante el voto directo de la ciudadanía, su permanencia y proceder como tales está íntimamente ligada a los intereses del instituto político que los impulsó y muchas ocasiones, sus intereses no coinciden con los de la ciudadanía, como por ejemplo, la ausencia de justicia en casos como la Guardería ABC.
Estos intereses políticos han llevado a proponer la reelección legislativa, pero sin embargo, quien adquiere derechos genera obligaciones, y por tanto, el derecho de ser reelecto no está compensado con el aumento en una obligación de transparentar toda la información relativa a su ejercicio. La transparencia es todavía un valor con más obscuros que claros.
Y mientras siga habiendo cacicazgos en las regiones del país, no prosperará uno de los espíritus en la continuidad de planes y proyectos de la reelección, más que para que las familias políticas sigan colonizando y heredando el poder. Así veremos relaciones consanguíneas perpetuarse en escaños y curules, creyéndose con el derecho de ser los depositarios de los Sentimientos de la Nación, y por tanto, los traductores de la voluntad histórica del pueblo mexicano.
Prosiguiendo en otros casos de crisis de representación, porque fueron impulsados para representar los intereses de algún sector o interés particular, como por ejemplo, los llamados integrantes de la telebancada, compuesta por legisladores que participan de manera directa o indirecta en la industria de la radio y televisión.
Pero lo más importante, es de representación porque los servidores públicos electos provenientes de los partidos políticos han dejado de lado las causas ciudadanas para convertirse en buscadores de votos, o bien, ver sólo por sus intereses.
Una tercera vía en las crisis de representación lo constituye, los intereses eminentemente particulares que provienen cuando son malentendidas las candidaturas ciudadanas.
Aquí sale a la luz pública el caso de Hilario Ramírez Villanueva, presidente municipal electo de San Blas en Nayarit, quien en campaña como candidato ciudadano a esa localidad, afirmó que “robó poquito” del erario público en una anterior ocasión que el voto le favoreció impulsado por el Partido Acción Nacional.
Este acto de reconocimiento deja al descubierto el cinismo en algunos integrantes de la clase política, quienes sin pudor alguno confiesan a la menor provocación sus actos, como si fueran dignos de orgullo.
Estas son las deudas políticas que la ciudadanía esperamos que no nos hereden los integrantes de la clase política, por el costo económico, político y social que representa.
Pero en el plano histórico-ideológico también hay deudas pendientes: En lo que pareciera una venganza ejecutada por el brazo político de la iglesia, algunas de las administraciones emanadas del PAN han retirado el nombre de Benito Juárez a 417 calles, plazas y municipios del país, siendo sustituidos por nombres como San Miguel Arcángel, Juan Pablo II, entre otros.
Sin embargo, Juárez no era tan malo como dicen algunos: él fue quien decretó el 12 de diciembre, Día de la Virgen de Guadalupe, como fiesta nacional.
El 20 de marzo del 2006, y por primera vez después de 134 años, la iglesia celebró una misa a Benito Juárez, en el templo de San Felipe Neri de Oaxaca, oficiada por José Luis Chávez Botello -Arzobispo de Oaxaca- quien por cierto, fue párroco de la iglesia de San Sebastián de Analco en Guadalajara, durante las explosiones de 1992 de esa ciudad, bajo el arzobispado del malogrado Juan Jesús Posadas Ocampo.
