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Los 8 minutos en que Mancera pudo morir

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El Jefe de Gobierno del Distrito Federal ingresó al Hospital ABC para que realizaran un procedimiento de ablación cardiaca por cateterismo para corregir una taquicardia que le fue detectada durante su chequeó anual, pero la situación se complicó, los médicos le perforaron la aurícula y arteria aorta, lo que provocó una intensa hemorragia y enseguida un paro cardiaco durante 480 segundos

 Alejandro Lelo de Larrea / Director Mensaje Político

FOTO 2  Al mediodía del sábado 1 de noviembre, la tempestad había pasado. Entre los cercanos al jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera Espinosa, la calma, aunque tensa, volvió.

A Mancera se le retiró el ventilador artificial y ya respiraba por sí mismo; estaba despierto, lúcido, sin secuelas por los 8 minutos en que estuvo a punto de morir por la fibrilación ventricular (paro cardiaco) que sufrió porque le perforaron la aurícula y la aorta, durante un procedimiento de ablación por cateterismo (introducción de un catéter por vía venosa hasta el corazón).

Lo anterior, de acuerdo con información que obtuvo MENSAJE POLÍTICO de fuentes del propio hospital ABC, donde atendieron al jefe de gobierno, así como de políticos de su entorno cercano. En todos los casos, por la delicadeza de la información, solicitaron el privilegio del anonimato.

La información proporcionada por las fuentes es muy precisa, con detalles, definiciones médicas y sus explicaciones, lo que la hace fidedigna, y más porque lo que aquí se publica estuvo corroborado por al menos 2 fuentes.

 

Nombres de los médicos

 

Los médicos que atendieron a Mancera se presentaron públicamente el sábado 1 de noviembre en la conferencia de prensa vespertina que encabezó el secretario de Gobierno, Héctor Serrano y donde participaron el doctor Carlos Riera Kinkel, Cirujano Cardiovascular; doctor Joel Estrada Gallegos, Cardiólogo Intervencionista; doctor Enrique Martínez Flores, Cardiólogo Electrofisiólogo y doctor Germán Ordoñez Espinosa, Cardiólogo Intensivista.

En la víspera, el viernes 31 de octubre, Mancera llegó al hospital ABC ubicado en Avenida Observatorio, al poniente de la ciudad de México.

Acudía a realizarse un procedimiento de ablación por radiofrecuencia, que se hace clásicamente por cateterismo. Ello, porque hace unos 3 meses, en su chequeo anual, a Mancera se le detectó una arritmia paroxística (taquicardia paroxística auricular), que principalmente le “despertaba” al hacer esfuerzo. Al fin deportista, aficionado a la carrera de fondo, al jefe de Gobierno le surgía la molestia al hacer ejercicio.

Decidió hacerse el tratamiento en viernes, en la lógica de que no representaba mayor invasión médica a su cuerpo, y con el reposo de fin de semana podría estar listo para volver al trabajo el lunes siguiente.

De acuerdo con los médicos consultados, la arritmia paroxística no era, en esta etapa de la vida de Mancera, un riesgo mayor. Este tipo de padecimiento le provocaba ciertas molestias y eventualmente algún mareo; sin embargo, si se dejan pasar “llegan a convertirse en intermitentes, luego crónicos y una vez en esta etapa, el peligro más común que llegan a provocar es una embolia cerebral”, destaca un médico que pidió el anonimato.

Por ello, la recomendación era atender el problema y curarlo en este momento de su vida en el que a sus 48 años goza de gran salud.

Y así lo decidió Mancera, pues al fin y al cabo no se trataba de una cirugía propiamente, sino de un procedimiento llamado “ablación por radiofrecuencia”, conocido popularmente como un “cateterismo”, en que se introduce un catéter por un vaso sanguíneo y se lleva hasta la zona del corazón donde se encuentran las células que producen la arritmia, y vía calor producido por radiofrecuencia, se destruye ese diminuto tejido cardiaco, y luego el corazón recobra el ritmo normal.

 

Los especialistas

 

Por la trayectoria de los dos médicos que realizarían el procedimiento, se pensó que difícilmente se presentaría alguna complicación. Ambos médicos tienen cargos de jefatura en el Hospital de Cardiología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS, considerado uno de los mejores nosocomios de América Latina: Joel Estrada Gallegos, “jefe de Servicio de Hemodinamia”, y Jerónimo Enrique Martínez Flores, “jefe de Electrofisiología” del referido hospital.

En el ámbito privado, Joel Estrada Gallegos da consulta y opera en el Hospital Star Médica Centro, ubicado en la colonia Roma, en la ciudad de México. Jerónimo Enrique Martínez Flores atiende en el Hospital Ángeles de México.

Se buscó a ambos médicos vía el IMSS para solicitarle su versión al respecto, pero en el área de Comunicación Social de la dependencia respondieron que están imposibilitados para comentar del tema debido a la “confidencialidad” de los pacientes. En el consultorio particular de ambos médicos se dejó recado con la misma idea de obtener un comentario de su parte, pero hasta el cierre de este reportaje la respuesta no llegó.

Jerónimo Enrique Martínez Flores es colaborador habitual de la revista electrónica de reciente creación, “Cardiología y Arritmias”. En su edición de octubre-noviembre, la Secretaría de Salud del Gobierno Distrito Federal, difunde un publirreportaje de 3 páginas (de la 15 a la 17), sobre el “Cardiotón 2014”, en el que destacan fotografías su titular, Armando Ahued.

 

¿Exceso de confianza?

 

La ablación por radiofrecuencia es una técnica en la que se utilizan catéteres de material plástico y metálico, electrodos, que se meten al corazón a través de las venas. Ello permite que el especialista (electrofisiólogo) ubique los puntos, las células cardiacas que producen la arritmia, los quema y ello hace desaparecer el problema.

La ablación por radiofrecuencia representa riesgos mínimos. Se concluyen sin mayor contratiempo en el 98.2 % de los casos. Sin embargo, siempre de acuerdo con las fuentes médicas consultadas, en el 1.8% de los casos se registra la perforación de la aurícula, debido a que “es una capa delgada”. Los pacientes asumen este riesgo por escrito.

El protocolo de este tipo de procedimientos establece que haya un stand-by quirúrgico (todo un equipo quirúrgico listo para entrar en acción por si se presenta una complicación. En el caso de Mancera, sorprendentemente, no estaban alertas para una complicación. Acaso pecaron de exceso de confianza.

Durante el procedimientFOTO 7 ENTRETEXTOo, hubo un primer hecho raro, que sólo ocurre en el 1.8% de los casos: le perforaron la aurícula a Mancera. Luego, se dio otro incidente más grave y más raro del que no se ha encontrado una estadística de riesgo durante el procedimiento de ablación: le perforaron la aorta.

 

Corriendo al quirófano

 

No queda claro el tiempo que pasó entre una perforación y otra, si fueron al mismo tiempo ni en qué momento los médicos lo detectaron. Pero lo que sí fue un hecho es que le provocaron a Mancera una hemorragia interna muy abundante en el pericardio (el saco que envuelve al músculo cardiaco), hasta convertirse en lo que llaman “tamponade”, que comprime el corazón y le impide trabajar adecuadamente.

De acuerdo con el parte médico que se dio a conocer, los médicos que realizaban el procedimiento de ablación, Joel Estrada Gallegos y Jerónimo Enrique Martínez Flores, al detectar la complicación realizaron una punción pericárdica para vaciar el saco. No funcionó. La hemorragia era sumamente intensa. ¿Acaso le perforaron la aorta con este procedimiento?

En la emergencia, entró en acción el doctor Carlos Riera Kinkel, quien forma parte del staff del hospital ABC de Observatorio. Fue un corredero al quirófano con el jefe de Gobierno desangrándose internamente, con tal gravedad que cayó en fibrilación ventricular (paro cardíaco) durante 8 minutos, según reportes de los médicos, quizá los 8 minutos más difíciles en la vida de Mancera.

Riera tuvo que drenar el tamponade haciendo una cirugía a corazón abierto a través del esternón (se le llama “cirugía a corazón abierto” porque se conecta el músculo cardiaco a una máquina que lo soporta), con lo que el cirujano Carlos Riera pudo tener control de la irrigación sanguínea total de Mancera, mientras cerraba las dos perforaciones, la de la aurícula y la de la aorta.

De acuerdo con los médicos consultados, las expectativas de recuperación para Mancera son del 100%, y su corazón podrá resistir el ritmo de trabajo como jefe de Gobierno del DF y más.

 

Preguntas en el aire

 

Aquí hay una serie de preguntas que quedan en el aire, de acuerdo con la visión de los médicos informantes de este reportaje:

¿Los médicos no detectaron a tiempo la primera perforación y la hemorragia, y continuaron el procedimiento provocando una segunda y más peligrosa perforación, ahora la de la aorta? ¿Si la perforación de la aurícula es muy rara, no es más raro aún perforar la aorta?

Cuando hay sangrado, éste se acumula entre el pericardio y el corazón, lo que “tapona” el funcionamiento de dicho músculo ¿puede no ser evidente al médico una vez que sucede? ¿Deben pasar varios minutos para que se dé cuenta? ¿Quién se percató de la gravedad del asunto y decidió su ingreso al quirófano?

Las horas que permaneció Mancera en la sala de operaciones, el paso de más de 30 personas por éste, entre médicos y asistentes médicos, la entrada del segundo equipo de cirujanos del staff del hospital ABC, e incluso la llegada de especialistas del Estado Mayor Presidencial (que no participaron activamente), llevó a toda clase de especulaciones, que incluso se filtraron a algunos medios de comunicación, pese a que lo peor de la cirugía de Mancera ya había pasado.

Sí, de todo se dijo, a grado tal que algunos de los principales colaboradores de Mancera recibieron llamadas telefónicas para preguntar: «¿Dónde va a ser el velorio?»

 

Recuperación al 100%

 

Lo cierto es que a las 15:00 horas de ese sábado 1 de noviembre, en conferencia de prensa, Mancera terminó con cualquier clase de especulación, al hacer una llamada telefónica con los reporteros, en la que declaró: “Si no es porque me pude ver un poquito la herida, no estaría convencido de que me intervinieron”.

La cuenta del hospital y honorarios de los doctores de Mancera los pagará su seguro personal de gastos médicos mayores, del cual no se dieron a conocer los detalles, pero por el monto, una poliza incluso mediana cubriría absolutamente todos los gastos por el incidente.

Por ejemplo, a solicitud expresa de este reportero, Seguros Monterrey cotizó una póliza de gastos médicos para una persona de 48 años, en un pago total de 23 mil pesos anuales, prorrateables a 12 pagos. La suma asegurada es por un máximo de 100 millones de pesos en gastos médicos, y el deducible o coasegur más alto no rebasa los 50 mil pesos.

El domingo 2 de noviembre, a las 14:30 horas, Mancera salió por su propio pie del hospital ABC. Se le veía buen semblante, incluso levantó su pulgar de la mano izquierda y saludó con la mano derecha a quiénes preguntaron cómo se sentía.

Sin embargo, para infortunio, de acuerdo siempre con las fuentes médicas consultadas, a Mancera no le resolvieron el problema de la arritmia paroxística, aunque el pronóstico es que no quedará secuela alguna por las perforaciones de la aurícula y la aorta.

Mancera ya está en casa. Anunció que volverá a sus actividades normales al frente de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Atrás, para su historia, quedaron esos 8 minutos en que Mancera estuvo a punto de perder la vida.

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