El arribo a la entidad de los elementos de la nueva división policiaca tiene el propósito de solucionar ya, el estado de crisis y anarquía que vive la entidad
Joel Hernández Santiago
@joelhsantiago
La madrugada del 2 de septiembre, mientras un contingente importante de la Sección 22 de la CNTE intentaba asolar a la capital del país y confrontar al gobierno de la capital, amenazando, al mismo tiempo con continuar sus protestas ‘hasta las últimas consecuencias’, de forma subrepticia llegaron a la capital de Oaxaca 27 patrullas y 2 camiones súper blindados, pertrechados y dispuestos a llevar a cabo su operativo “Oaxaca”.
También llegó un importante contingente de la Gendarmería Nacional “para proteger a los ciudadanos de aquella ciudad y municipios conurbados” que son los permanentemente perjudicados con el tono beligerante de los maestros que rechazan la reforma educativa federal y que, por lo mismo, inventaron una reforma local que, a la lectura, tiene más un tono de manifiesto que de proyecto educativo. De hecho, en el primer momento partirán a Chiapas, pero el mensaje ya está dado.
El objetivo de la operación federal es, se dice: Solucionar ya, el estado de crisis y anarquía que vive la entidad bajo dos escenarios políticos posibles como consecuencia: a)La desaparición de poderes en la entidad o b)El descabezamiento del liderazgo magisterial.
Ya desde la semana antepasada estaba llegando la fuerza federal a la entidad, una llegada hormiga: de forma discreta y muy bien organizada pero con una estrategia prediseñada.
El gobernador Gabino Cué dijo hace apenas unos días, tras concluir la 36 Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública, durante el abanderamiento de la Gendarmería Nacional, que “…Oaxaca se encuentra en disponibilidad de adoptar este nuevo modelo policial para servir a la ciudadanía y continuar combatiendo las expresiones de inseguridad y criminalidad en la entidad”.
Naturalmente no se refirió al problema central de la entidad: La confronta permanente a los ciudadanos de la capital del país y municipios conurbados por parte de maestros de la Sección 22 de la CNTE, así como su rechazo a la Reforma Educativa Federal, que les requiere exámenes de aptitudes, capacitación, procedimientos de revisión permanente para decantar al magisterio, de la aviaduría magisterial y para cerrarle el puño a dirigentes y cabezas del sindicato que…
La 22 fue estimulada desde el gobierno de Heladio Ramírez López (1986-1992), Diódoro Carrasco Altamirano (1992-1998), luego con José Murat (1998-2004) y más tarde con Ulises Ruiz (2004-2010): todos ellos beneficiarios de la capacidad de movilización y confrontación magisterial controlada: La usaban y manipulaban a cambio de prebendas y beneficios económicos o patrimoniales.
Los oaxaqueños, hartos ya de los excesos y abusos de los gobiernos priistas decidieron votar a favor de una opción que les prometía un cambio hacia la paz social, hacia la productividad, el bienestar social y el desarrollo. Así, en una alianza de agua y aceite, en una Coalición Unidos PAN-PRD y con el lema: “Por la Paz y el Progreso” llevó al gobierno de Oaxaca a Gabino Cué Monteagudo (2010-2016) un ex prisita converso en oposición de este partido.
Poco a poco los oaxaqueños se dieron cuenta de la incapacidad de gobierno de Cué Monteagudo; y poco a poco conocieron del fortalecimiento beligerante de la Sección 22-CNTE y su decidida confrontación social. Se acusa con frecuencia que los dos últimos ex gobernadores están detrás de la ingobernabilidad estatal, así como de la anarquía que ya se vive ahí.
Gabino Cué Monteagudo es un gobernador débil de carácter y débil político. Se ha rodeado de un gabinete que es, en muchos casos, más poderoso que él: y más ladino. Uno de ellos, Jorge Castillo, se dice allá mismo, es quien gobierna (¿gobierna?) a la entidad: y es éste mismo quien ha decidido quién está o no con él y cuando presiente peligro a su poder gubernamental, opera en contra: ya han tenido que renunciar dos secretarios de gobierno estatales.
En todo caso, el resultado es que Oaxaca vive una de sus peores crisis de gobierno en su historia; su crecimiento económico es nulo; su desarrollo social retrocede; la educación de los niños oaxaqueños es una tragedia que tendrá consecuencias para ellos y para la entidad en unos cuantos años: la migración sigue en marcha ascendente, la producción agrícola es prácticamente de autoconsumo, la pobreza es exasperante y las contradicciones sociales dibujan a una entidad prerrevolucionaria.
Así que el caldo de cultivo está ahí: la anarquía se evidenció hace poco cuando los maestros beligerantes (no todos en la entidad) decidieron bloquear calles y carreteras, tomar por asalto comercios, gasolinerías de las que sustraían el líquido para ‘repartirlo entre la población’ a cambio de una donación ‘para la causa’; la quema de instalaciones del PRI y de la Sección 59 del SNTE…
La transformación de un magisterio cuya mística es la de la enseñanza, se convirtió en recipiente de grupos internos y externos hoy coaligados en secreto. El gobernador es presa de esa fuerza ahora extrema y accede a todo lo que le plantean, incluyendo esa Reforma Educativa a modo, en donde predominan los intereses de la dirigencia magisterial.
Con todo esto, y la indignación del gobierno federal por la nula acción política del gobierno estatal, el enojo de los capitalinos por la invasión magisterial en el DF así como el permanente desastre comercial y turístico en la entidad (lo que ha hecho que empresarios se reúnan con Miguel Ángel Osorio Chong en la Secretaría de Gobernación): Todo dibujaba ya una confrontación entre grupos pro y anti magisterio y pro y anti gobierno estatal.
¿Qué sigue en Oaxaca? La parte de responsabilidad federal comienza a operar el día del Mensaje Presidencial a la Nación. Corresponde al gobierno estatal de Gabino Cué y al gobierno federal, que la solución entre al terreno de lo político y, en caso de operar el factor Weberiano, que sea sin consecuencias físicas o patrimoniales para nadie.