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Libertad de expresión ultrajada por la violencia

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La impunidad predomina en todos los casos de asesinatos, desapariciones y agresiones contra comunicadores; México es uno de los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo, una labor sumamente peligrosa y desprotegida

 

Fernando ORTEGA

 

Desde el año 2000 a la fecha, en México han asesinado a 148 periodistas, de los cuales nueve han sido victimados en los primeros meses de 2019, lo que ha colocado al país como el primero de Latinoamérica en homicidios a este gremio.

Lo peor es que cerca del 90 por ciento de los casos de asesinatos a periodistas no se han resuelto.

Y si la cifra de homicidios es alarmante, el 100 por ciento de los 21 casos de comunicadores desaparecidos no se ha resuelto, así como tampoco los 52 atentados a instalaciones de medios de comunicación.

La actividad periodística se ha convertido como de alto riesgo en todo México, donde las entidades con mayor número de homicidios de periodistas son Veracruz (26 casos), Tamaulipas (16), Guerrero (16), Oaxaca (16) y Chihuahua (14).

Según el portal en internet de Artículo 19, organización internacional dedicada a la defensa de la libertad de expresión, los periodistas asesinados en su país, fueron muertos a causa de su labor.

 

México, el tercer país más peligroso

 

El 2018 cerró con el homicidio de nueve comunicadores. La suma que admite el gobierno federal indica que la cifra correcta es de 126 periodistas, 117 hombres y 9 mujeres; 47 de estos asesinatos ocurrieron durante sexenio de Enrique Peña Nieto.

Por entidad, Veracruz es la más letal para el ejercicio del periodismo, con 26 casos. Tan solo durante la administración de Javier Duarte, ocurrieron 17, entre ellos el de Rubén Espinosa. A la entidad jarocha, en número de asesinatos de periodistas, le siguen Tamaulipas, Guerrero, Oaxaca, y Chihuahua, con la triste aportación de dos de los casos más icónicos de los últimos años, los de Miroslava Breach y Javier Valdez.

Las cifras confirman a México, como el tercer país más peligroso para el ejercicio del periodismo en todo el mundo, solo detrás de Afganistán y Siria, que sumaron 15 y 11 asesinatos de periodistas en el 2018, pero que son países que atraviesan por guerras.

Para rematar, para el ejercicio fiscal de este año, se consideró un recorte de alrededor de 5 millones de pesos al presupuesto de la Fiscalía Especializada en la Atención a Delitos contra la Libertad de Expresión.

 

Auditan protección

 

El Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de Derechos Humanos ya es auditado por la oficina de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a cargo de Michelle Bachelet, ante el aumento de asesinatos contra esos sectores y con el objetivo de fortalecer su protección.

Lamentó que entre 2017 y 2018 fueran años terribles y lamentables en los que la violencia alcanzó al gremio periodístico; en 2019 llevan registrados nueve asesinatos.

Respecto a los periodistas asesinados en el sexenio del expresidente Enrique Peña Nieto, seis contaban con el mecanismo de protección. Los homicidios de personas que cuentan con esta protección (escoltas) también se han presentado en esta administración.

Apenas el 25 de marzo pasado, el subsecretario de Derechos Humanos de la Segob, Alejandro Encinas, reconoció que el mecanismo tiene fallas: “Hay que asumir que no se atiende la parte preventiva de protección a periodistas”.

Se pretende revisar de la metodología para identificar riesgos, agilizar procedimientos internos y el remplazo de escoltas privados por elementos de la Policía Federal capacitados.

La revisión al mecanismo se da en el marco de la conmemoración del Día de la Libertad de Expresión en México, que se celebra cada 7 de junio desde 1951.

Actualmente, son 890 las personas incorporadas al mecanismo, entre periodistas y defensores.

 

Incitación a la violencia

 

Si a los ataques y agresiones recurrentes que sufren los periodistas, se le suma el trato despectivo como se refiere el presidente Andrés Manuel López Obrador a los comunicadores, la situación empeora.

Considerando que son miles, los fieles seguidores de López Obrador, quienes, sin análisis ni reflexión por las consecuencias, escuchan cómo se refiere a los que se dedican a esta labor. “Hampa del periodismo”, “prensa fifi”, “chayoteros”, la labor está más peligrosa.

Sin ser preciso, casi es un permiso tácito para atacar a los periodistas críticos o a los que no están del lado con el poder.

El periodismo, se vuelve así, una labor sumamente peligrosa, no sólo desprotegida, sino en la mira permanente para ser víctima y estigmatizada como parte de la corrupción.

Si el camino sigue así, ser periodista será una labor a esconder, con la consigna de vivir en constante peligro.

 

 

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