Voces y hechos
El ánimo presidencial es sacar a soldados y marinos a las calles, que contengan todo desorden, que investiguen cualquier perturbación; en caso necesario, que hagan el trabajo del ministerio público. Con esta barbarie, estaríamos frente a un poder omnímodo, absoluto; se inaugurará el nuevo rostro del poder central en México.
Abraham CRUZ GARCÍA
LAS TANQUETAS A LA CALLE.- Hasta hace unos 20 años era impensable que en México aterrizara el fascismo. O algo que superara al porfiriato. Calificado por diferentes voces, como un retroceso generacional, y que pone a México entre los países más retardatarios en cuanto a la defensa de derechos humanos se refiere. Diputados del PRI, PAN, PVEM, Nueva Alianza y Encuentro Social, lograron en la Cámara de Diputados federal, la aprobación de una ley, conocida como “del garrote”, que pone en grave peligro todo derecho garantizado en la Carta Magna. La llamada Ley de Seguridad Interior, producto de la locura o demencia de Peña Nieto, tiene como propósito otorgar poderes meta-constitucionales al titular del Ejecutivo Federal para -vía ejército mexicano- poder acallar toda voz contraria al sistema. De hecho, el gobierno priista tiene ensangrentado al país, su proceder autoritario tiene relieve en Ayotzinapa, Acteal, Nochixtlán, Atenco, por citar algunos casos, en donde –se dice- se implican acciones castrenses. Pero, con la nueva ley, en el caso de que fuera aprobada por el Senado de la República, se vendrían a legalizar todos esos atropellos y violaciones que tanto apuntan hacia el accionar de las fuerzas armadas y vendría a coronar el reino de la impunidad ya patente. El ejército sería intocable, gracias a las facultades supra-legales que se delegarían al Presidente, porque cualquier exceso o abuso de las fuerzas castrenses, estarían amparadas en esa ley. El ánimo presidencial es sacar a soldados y marinos a las calles, que contengan todo desorden, que investiguen cualquier perturbación; en caso necesario, que hagan el trabajo del ministerio público. Con esta barbarie, estaríamos frente a un poder omnímodo, absoluto; se inauguraría el nuevo rostro del poder central en México. Peña Nieto clama el mando único de las policías, tal como se operaba en las monarquías, donde imperaba la voz de un solo hombre. Va ese mamotreto de ley contra la Constitución Federal, la cual, quedaría como letra muerta, cuando la libertad de expresión, la más hermosa de todas las libertades, esté acotada, según el estado anímico de quien tenga ese poder dictatorial. También estarían acotadas: libertad de manifestación, de tránsito, y todo aquello que está previsto en la ley. Ahora, según se pretende, se le concede al ejército toda libertad extraordinaria para poder llevar a cabo tareas -según- para combatir el crimen organizado; el proceder de Peña Nieto, de acuerdo a los términos de la citada Ley de Seguridad Interior, se trata del más certero y traidor ataque a los principios democráticos de que se ufanan los diputados del PRI y partidos secuaces. ¿Qué teme el Presidente? Estamos frente a un proceso electoral con un escenario encrespado por la enorme inconformidad popular contra un gobierno inepto que tiene al país en postración: socavado en todos sus valores, en la ruindad, con la economía colapsada de millones de compatriotas, con hambre, sedientos de justicia y que buscan las calles para hacerse escuchar. A eso -me dicen- teme el gobierno, por ello busca el arsenal como escudo para frenar ese descontento popular, que tiene en el precipicio político al PRI, octogenario partido responsable de tanta calamidad, que es sinónimo de robo, atracos e impunidad, reinantes en el sistema de gobierno. No pasa desapercibido que una mayoría de mexicanos, buscan un cambio y una esperanza, esa única alternativa, lo encarna Andrés Manuel López Obrador, hombre de tempestades, contestatario al sistema, verdadero “peligro” para la mafia pudiente encaramada en el poder público. Contra esa base social y abanderado va el mensaje de Peña Nieto cuando con las armas pretende someter al mar de gente inconforme. Llegó la hora de abrir los ojos, de actuar y de exigir que esa ley no pase, porque de no actuar, estaríamos cancelando los derechos que tanta sangre costó a nuestros héroes…
MURAT, TAMBIEN VA POR SU LEY.- En Oaxaca, el gobierno priista de Alejando Murat, para estar a tono con el gobierno de Peña, sin acudir a lo “obscurito”, también “cocina” su ley antimarchas. Es decir, estamos ante los tufos de la intolerancia, el junior no soporta tantas manifestaciones en las calles, tantas tomas de oficinas, tantas protestas; y so pretexto de imponer el orden, busca echar mano de la fuerza del Estado, como única alternativa de solución a tanto conflicto social. En la agenda del joven mandatario ya no existen las políticas públicas o la escucha que acostumbran los gobiernos democráticos, sino de tajo, acude también a la ley del garrote para resolver los problemas que lo tienen desquiciado. Y para no verse tan autoritario como Peña Nieto, simula una consulta para poder implantar su nefasta ley. Hay tanto miedo en el gobierno porque se viene una avalancha social de grandes magnitudes, cuando se dice, que al término de este año el precio del litro de gasolina estaría en 23 pesos, con ello, se dispararían los precios del transporte público y como consecuencia de todo ello, vendría la carestía de la vida para millones de almas que sobreviven con el salario mínimo; a todo esto le teme el gobierno sordo que no escucha voces que piden justicia, ni a la ONU le hacen caso, en una misiva dirigida al Senado de la República, dicha organización le hizo un llamado respetuoso a no aprobar la minuta con proyecto de decreto con el que se expide la Ley de Seguridad Interior. De igual forma, defensores de derechos humanos hicieron observaciones contra el referido decreto. (imparcial 5-dic-017).
