Animales muertos, escombro, plásticos, coliformes fecales, grasas-aceites, descargas industriales y hasta residuos de una planta petroquímica han provocado un alarmante incremento en el nivel de contaminación de los dos principales afluentes que atraviesan la capital del estado, lo que amenaza con daños a la salud pública al convertirse en una fuente de enfermedades como gastroenteritis, diarreas, infecciones estomacales, renales, de la piel y tejidos conjuntivos, mientras las autoridades de los tres órdenes de gobierno sólo han dejado en el discurso la promesa de rescatar ambos ríos
Textos: Yolanda PEACH
Fotos: Esteban CHINCOYA
Una herida es lo que llora el Río Atoyac al cruzar Oaxaca. Sinónimo actual de insalubridad. Basurero. Foco de infección. Un peligro que acecha a los pobladores cuando fue el dador de vida.
El agua que décadas atrás era cristalina, hoy se ha transformado en un líquido sucio que lleva trastornos.
Hasta ahora, tras la sentencia que ordena que se protejan los ríos Atoyac y Salado, sólo hay discursos. Promesas. Planes de estudios. Nada en concreto.
Sentencia histórica
El Poder Judicial de la Federación confirmó la sentencia que ordena la protección de los ríos Salado y Atoyac y otorga a la ciudadanía una herramienta para la protección del medio ambiente frente a la inacción de las autoridades.
El Tribunal Colegiado del Centro Auxiliar de la Séptima Región de Acapulco, Guerrero, emitió la resolución que confirma la sentencia de la jueza primera de Distrito en el Estado de Oaxaca que concedió, el 28 de marzo de 2018, el amparo indirecto número 621/2016 que ordena a las autoridades federales, estatales y municipales se coordinen para el rescate de los ríos Salado y Atoyac.
El amparo lo promovió Litigio Estratégico Indígena. Varias voces, entre ellas Francisco Toledo, Greenpeace y Earth Law Center, respaldaron la petición. En un movimiento inusual, recabaron miles de firmas, de las autoridades del Congreso de Oaxaca, de la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, del Colectivo Huizache.
La carta que envió Francisco Toledo fue muy emotiva. Premió al rescate del río que posibilitó el nacimiento y desarrollo de esta ciudad.
Rememoró que el 25 de noviembre de 1521, día en que llegaron a Oaxaca las fuerzas expedicionarias de Hernán Cortés, dijeron la primera misa en la margen derecha del Atoyac y al pie de un árbol de guaje.
En su vera sucede la historia de Donají y el advenimiento del lirio del Valle. En la actualidad, “animales muertos, escombro, plásticos, forman parte del paisaje del río”, lamentó.
“Respetuoso de la función judicial les digo: Es hora de salvar a los ríos, ustedes tienen la última palabra”.
Hace unos días, el congreso estatal, a través de tres exhortos, requirió a las autoridades, federal, estatal y municipales, a rescatar los ríos.
Aprobaron un primer exhortó a las autoridades municipales de San Francisco Telixtlahuaca, San Pablo Huitzo, San Pablo Suchilquitongo, San Juan del Estado, Magdalena Apasco, Villa de Etla, Nazareno Etla, Soledad Etla, San Felipe Tejalapam, San Lorenzo Cacaotepec, Santa María Atzompa, San Jacinto Amilpas, Oaxaca de Juárez, Santa Cruz Xoxocotlán, San Agustín de las Juntas, Ánimas Trujano, San Bartolo Coyotepec, Villa de Zaachila, Ciénega de Zimatlán, San Andrés Huayapam, San Antonio de la Cal y Santa Lucía del Camino.
Denuncia internacional
El caso Contaminación del Río Atoyac, Oaxaca, llevado al Tribunal Latinoamericano del Agua, advierte en su denuncia que, en las últimas dos décadas, el río ha mostrado un incremento alarmante en su nivel de contaminación, lo que le ha valido la denominación de río tóxico, por la organización ambientalista Greenpeace.
Señalan que los problemas del Río Atoyac se remontan a los años 70, pero fue a partir de los 80 cuando la extracción de agua se hizo tan intensa, que en algunas épocas del año prácticamente se queda sin agua.
A principios de los 90 el cuerpo del agua ya estaba dañado por las descargas municipales, pero hace algunos años la contaminación de la región se diversificó con las descargas industriales de los corredores industriales y en una planta petroquímica.
Actualmente, el agua residual vertida en sistemas de recolección proviene de zonas residenciales, comerciales, instituciones y centros de recreación, a lo que se agregan descargas clandestinas.
Los estudios refirieron que las aguas subterráneas que se extraen en las proximidades del río rebasan los niveles de contaminantes permisibles en aguas para consumo humano.
Entre las consecuencias nocivas están los daños a la salud pública, ya que los coliformes fecales convierten al río Atoyac en una fuente de enfermedades, como gastroenteritis, diarreas, infecciones estomacales, renales, de la piel y tejidos conjuntivos.
Así como el deterioro de la seguridad alimentaria; alteración del hábitat, daño a la vida silvestre y deterioro generalizado de la calidad de vida de la población.
Indiferencia municipal
El 95 por ciento de la contaminación en los ríos Atoyac y Salado son las aguas residuales, advierte la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
El director de administración del agua del organismo de Cuenca Pacífico Sur, Noel Espinosa Hernández, advirtió que, de seguir contaminando los ríos, la salud pública se verá afectada, porque también se contamina el subsuelo y después, los pozos.
Tan sólo en los Valles Centrales, indicó, están asentados 39 municipios, de los cuales 29 descargan sus aguas residuales a los ríos Atoyac y Salado.
Sólo 23 tienen plantas de tratamiento; sin embargo, sólo dos operan al cien por ciento: La Raya, que opera Conagua y Ocotlán de Morelos, que opera la minera Cuzcatlán. Las demás, están inoperables por el alto costo de la energía eléctrica o porque no se les da el tratamiento idóneo.
El especialista indicó que el Río Atoyac está contaminado principalmente desde San Francisco Telixtlahuaca hasta 103 kilómetros abajo, en Santa Ana Tlapacoyan.
El río Atoyac nace en Las Sedas, Etla. La planta de tratamiento de San Francisco Telixtlahuaca está 10 kilómetros abajo y es la primera en descargar sus aguas residuales sin tratamiento. Ahí inicia la contaminación.
Etla es otro municipio sin planta de tratamiento de aguas residuales; descarga cerca de 18 litros por segundo al afluente, lo que provoca que el río Atoyac esté superado en la autodepuración.
En el caso del río Salado, desde Mitla se descargan aguas crudas sin tratar y le siguen los municipios que se localizan aguas abajo.
Reveló que son coliformes fecales, grasas-aceites y sólidos suspendidos totales, los contaminantes que comprueban que las aguas son de drenajes sanitarios de los municipios.
No obstante, enfatizó que los municipios están obligados, de acuerdo con la Carta Magna, a sanear las aguas residuales antes de verterlas a los ríos por ser propiedad nacional.
En tanto la Conagua, en su facultad de inspección y vigilancia, realiza visitas de inspección a cada uno de los municipios que descargan sus aguas residuales al río.
Aseveró que han impuesto sanciones de alrededor de 150 mil a 750 mil pesos a los municipios, a los reincidentes, se les dobla la multa; no obstante, insisten en no echar a andar sus plantas de tratamiento.
Para el funcionario, la solución es sanear las aguas residuales y tratar de que esas aguas tratadas, se utilicen en la agricultura.
Hacinamiento, otra causa
En otro tenor, Cutberto Cruz, meteorólogo en la Coordinación Estatal de Protección Civil, explicó que el desarrollo urbano induce a que la vulnerabilidad crezca en los municipios que se asientan en la franja.
Detalló que aparte de los fenómenos que se forman con una alta intensidad, al estallar una tormenta, por mínima que sea, el hacinamiento en que viven las poblaciones apremia los desastres.
Reprobó el desarrollo urbano mal planeado, la basura inmensurable, el crecimiento de la plancha de concreto generan que el riesgo crezca, los ríos se reduzcan, la fuerza aumente y el desbordamiento sea inevitable.
Enfatizó que la basura a orilla de los ríos, necesariamente reduce el cauce, por tanto, la zona de mayor vulnerabilidad es la Central de Abasto.
Recordó que por ley, 10 metros de cada margen deben estar libres. La naturaleza marca periodos de retorno y los afluentes, tarde o temprano, buscarán las salidas.
Por lo pronto, las autoridades federal, estatal y municipal, implementaron un operativo para recuperar el playón del Río Atoyac que invadían comerciantes en la zona del Mercado de Abasto. Ocuparon 800 efectivos, entre policías y militares.
El siguiente paso, informó el secretario de Seguridad, Raymundo Tuñón Jáuregui, es la reforestación y trabajos para mejorar la imagen.
En definitiva, se requiere la coordinación de todas las autoridades: estatal, federal y las municipales. Todas deben poner de su parte y dejar de ser omisos. El río que trajo la vida a Oaxaca está en peligro de muerte y si éste fenece, todos estamos en riesgo.