Coronel, casada con El Chapo desde 2007 y madre de sus dos hijas gemelas, vio cómo esta vez era por otra por quien se había jugado la libertad su marido
En la entrevista defiende a su marido.»Temo por su vida», dice la esposa del narcotraficante más poderoso. El jefe del Cártel de Sinaloa es el preso más vigilado del mundo, existen motivos: una tercera fuga asestaría un golpe mortal al Gobierno mexicano. Recordemos que el narco había escapado de una cárcel de máxima seguridad en julio de 2015 y regresó a la misma el pasado enero por saltarse algunas normas básicas de prófugo de la justicia para recibir a la actriz mexicana Kate del Castillo y «tres amigos» de Hollywood. Uno de ellos, Sean Penn. El motivo: hacer una película sobre su vida y cumplir el sueño de beberse una botella de tequila con ella.
Coronel, casada con El Chapo desde 2007 y madre de sus dos hijas gemelas, vio cómo esta vez era por otra por quien se había jugado la libertad su marido. Cuando en 2014 la Marina estaba ya pisándole los talones al capo, poco tiempo antes de su segunda detención, él se tomó un momento para despedirse de Coronel y de sus niñas. Pero de la última captura no hay ni rastro de su esposa. En el recuerdo colectivo se repite el nombre de Kate y los mensajes secretos filtrados por la inteligencia mexicana: «Te cuidaré más que a mis ojos». A Coronel sólo le tocó la cena de Nochebuena.
Todo el día están ahí, están pasando lista a cada hora, no lo dejan dormir, no tiene privacidad ni para ir al baño.
EMMA CORONEL, ESPOSA DE GUZMÁN LOERA
«No sabemos si está comiendo bien. En general no sabemos en qué situación se encuentra porque no lo hemos podido ver», denuncia en la entrevista. Y añade que le están haciendo pagar por haberse fugado el año pasado. «Dicen que no lo están castigando, por supuesto que sí», asevera.
El Chapo está vigilado las 24 horas a través de cámaras de seguridad, hay sensores térmicos a cada paso y continuamente lo cambian de celda. Además, los perros que lo custodian prueban su comida y sus guardias son controlados por otros guardias.»Todo el día están ahí, están pasando lista a cada hora, no lo dejan dormir, no tiene privacidad ni para ir al baño», se queja su mujer. «Yo pienso que cualquiera tiene derecho a tener por lo menos las cosas vitales de un ser humano, no se las están haciendo valer a él, me consta», asegura.
