Inicio Noticias La Colombia irreal de García Márquez

La Colombia irreal de García Márquez

Comentarios desactivados en La Colombia irreal de García Márquez
0
850

Es un país que vive en guerra desde hace más de medio siglo, atrapado entre el narcotráfico, la pobreza y marginación,  su realidad no es la belleza literaria que dibuja en sus obras el Premio Nobel de Literatura, sostiene la cineasta colombiana Marta Rodríguez

  Ernestina Gaitán Cruz

marta_0 (1)La cineasta Marta Rodríguez ha demostrado con casi 50 años de trabajo, que Colombia no es la belleza literaria de las obras del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.

Con sus documentales filmados aún a riesgo de su vida, ha expuesto una realidad que los medios de comunicación soslayan, el que Colombia es un país que vive en guerra desde hace más de 60 años, atrapado entre el narcotráfico, la pobreza, marginación de sus indígenas, masacre de migrantes, explotación del trabajo infantil, matanza de escolares y comunitarios y la existencia de sicarios.

“Nos tocó la violencia desde muy chicos, luego tuvimos el proceso de las guerrillas, que nace después de la muerte de (Jorge Eliecer) Gaitán, el narcotráfico, donde desgraciadamente las víctimas son los grupos minoritarios, indígenas, campesinos, mujeres, niños”, dice Marta Rodríguez, Premio Nacional «Toda una vida dedicada al cine» 2008, por el Ministerio de Cultura.

Desde 1966-1972 cuando junto con su esposo Jorge Silva filmó Chircales, que trata sobre las condiciones en que trabajan adultos y niños de tres a cuatro años de edad en una ladrillera, no ha dejado de denunciar, además de documentar movimientos agrarios, sindicalistas, estudiantiles y de las comunidades indígenas.

De visita en Oaxaca, la también antropóloga reconoce que Colombia vive en guerra desde las protestas por el asesinato del candidato presidencial Jorge Eliecer Gaitán en 1948 y la consecuente represión gubernamental, hecho que marcó las vidas de los grupos minoritarios. “Colombia no ha conocido etapas de paz”.

La cineasta que ha usado el arte como medio de transformación social, explica que gracias a sus estudios de antropología y cine etnográfico con Jean Rouch en Francia, ha podido documentar condiciones de vida y aspectos socioculturales de los sectores marginados, como también lo hizo con su segunda película Planas: testimonio de un etnocidio (1972).

La cinta narra la masacre de los migrantes indígenas, los guahibo, víctimas de la explotación en grandes haciendas ganaderas. Cuando los terratenientes quienes los consideraban irracionales y menores de edad para tomar decisiones, se dan cuenta que están organizados en una cooperativa, mandan al Ejército quien dispara sobre mujeres, niños y ancianos.

Acompañada del también cineasta Fernando Restrepo con quien ha filmado sus recientes producciones, Marta Rodríguez hizo un llamado urgente porque dice que la guerrilla sigue acabando con la población indígena y citó el caso de la niña Maryi Vanessa quien murió en un enfrentamientos entre la guerrilla y el Ejército de Colombia.

El caso fue documentado en No hay dolor ajeno (2012), a partir de los materiales grabados con las cámaras de resistencia de la población y que le fue enviado por el padre de la niña, un trabajador de la radio comunitaria de El Cauca, uno de los 32 departamentos de Colombia, localizado al suroccidente del país.

La cinta, editada por ella y por Fernando Restrepo, muestra la muerte de la pequeña a las puertas de su casa, por un explosivo que lanzaron los de la guerrilla. Las escenas son muy fuertes e impactantes e incluso tuvieron discusiones sobre qué imágenes exhibir.

“Afortunadamente desde la resistencia (los pobladores) tienen cámaras y filman lo que pasa ahí, lo que los medios de comunicación no dicen. Los chicos y las mujeres se han vuelto la carne de cañón, el botín de guerra y ellos se preguntan por qué no los ayudan. Nos mandaron un material complicado porque son imágenes muy fuertes, y nos hemos cuestionado mucho qué mostrar o no. Como documentalistas tenemos que plantearnos cómo darle forma al conflicto, a todo ese caos que viven los pueblos indígenas”, sostiene Restrepo.

Sobre el impacto de sus obras en la transformación de la sociedad, Marta Rodríguez asegura que sí han influido y citó “Amor, mujeres y flores” (1989), sobre los daños que causan los pesticidas en la salud de las mujeres y sobre las condiciones precarias en que trabajan en el cultivo de flores. El documental generó un proceso de denuncia que llevó a cambiar el uso de pesticidas.

En cuanto a si las series televisivas sobre los narcotraficantes, las “narco novelas” ensalzan sus figuras, coinciden que los retratan como héroes o víctimas de las circunstancias, pero hay que tener mala memoria para no reflexionar frente a la historia, y “a los colombianos les gusta que les escriban la historia con aceitico”.

La realidad de los medios es que “ellos ayudaron a edificar el andamiaje del narcotráfico, lo construyeron a sangre y fuego y dieron todas las pautas para que el narcotráfico se construyera tal cual es, al igual que el paramilitarismo. Esas son sus herramientas, así es como ellos construyen la política, la vida y la agenda colombiana… Nada de eso se cuestiona, ni se reescribe, ni siquiera los libros de historia llegan a profundizar, es como si hubiera un bache entre los años 30 y la memoria actual”, afirma Fernando Restrepo.

Marta Rodríguez (Bogotá, 1938) dirigió entre otros filmes, Campesinos (1975), Nuestra voz de tierra, memoria y futuro (1982), Nacer de nuevo (1987), Memoria viva (1994), Amapola, la flor maldita (1996), Los hijos del trueno (1998), Nunca más (2001), La hoja sagrada (2001), Una casa sola se vence (2004) y Soraya o el tiempo de amar (2006). Fue Premio Fiperesci Festival de cine de Berlín, Alemania (1982), Premio a la mejor película y mejor director por Nuestra voz.

 

Cargar más artículos relacionados
Cargar más en Noticias
Los comentarios están cerrados.

Compruebe también

Emite SSO y Cofepris Alerta Sanitaria de producto engaño Prostalif

Oaxaca de Juárez.- Los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO) informan que tras un proceso de …