Arsenal
Francisco GARFIAS
Excélsior
No hace mucho, un exgobernador del PRI nos contaba que los empresarios más poderosos de su entidad sostenían reuniones periódicamente para discutir la forma de parar el ascenso de Andrés Manuel López Obrador y evitar su llegada a Los Pinos en el 2018.
Saben que la principal escalera del tabasqueño es la creciente inconformidad de los ciudadanos. El “humor social” del que habló el presidente Peña.
El miedo a El Peje los moviliza. Desconfían del cambio de tono del precandidato de Morena. No creen que de la noche a la mañana haya pasado de radical a institucional. Están convencidos de que se trata de una estrategia para hacerlo “presidenciable”.
La fórmula que los empresarios inquietos han puesto en la mesa de discusiones es la de promover un acuerdo secreto entre el PRI y el PAN. El famoso “compló” del que habla el tabasqueño. “Es una posibilidad”, nos dijo otro gobernador vinculado con el secretario de Hacienda, Luis Videgaray.
Le pedimos su opinión a Jorge Castañeda. “Es con Meade”, nos dijo incluso antes de que culminara la pregunta. La bronca es que el titular de la Sedesol no es militante del tricolor y fue secretario de Estado con Felipe Calderón.
El voto duro del PRI podría hacerse suave con un abanderado que no fuese militante. Para ponerlo en palabras que le escuché al gobernador de Campeche, Alejandro Moreno. “Los priistas sólo votan por un priista”, dijo.
No estamos lejos de que la sociedad exija el uso de la fuerza para controlar a los maestros disidentes, nos dice Jesús Zambrano, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. El perredista, sin embargo, es un convencido de que la CNTE busca más represión y muertos para desestabilizar y decir: “El gobierno ya se chingó”.
El riesgo de que eso ocurra se multiplicó con la ruptura del diálogo en Bucareli, pero también con el ultimátum del presidente Peña de que el gobierno no volverá a la mesa de negociaciones, hasta que se reanuden las clases en los planteles que están en paro, sobre todo en Chiapas y Oaxaca.
La Coordinadora ganó terreno mientras se mantuvo el diálogo. Rubén Núñez y Francisco Villalobos, líderes de la Sección 22 detenidos en pleno conflicto, ya están libres. No se sancionó a los maestros en paro, ni hubo ceses.
A cambio siguieron los bloqueos en las carreteras, el vandalismo, las marchas en las ciudades. Nada a cambio de lo logrado dio la Coordinadora. Así ni cómo ayudarlos.
Zambrano ubica al gobierno en el peor de los escenarios. La ruptura del diálogo es de alto riesgo. Reanudarlo es signo de debilidad. “Lo que necesitamos es una sociedad más activa”.
Parece que lo escucharon los padres de familia. Vimos escenas en Chiapas donde rompían los candados que puso la Sección 22 en alguna escuela para que pasaran sus hijos. Ya le mandaron un mensaje a la CNTE: “Somos más y se agota la paciencia”
Es cierto que los periódicos sirven para matar moscas o limpiar vidrios, como dice Rosario Robles. Y si quiere también para envolver losas y hasta para ir al baño.
Pero también para denunciar actos de corrupción, informar sobre violaciones a los derechos humanos, reportar injusticias, tirar presidentes tramposos, como en el caso de Richard Nixon y el Watergate, mantener informada a la comunidad y muchísimas cosas más.
Es imposible negar que muchos casos son vehículo de calumnias, instrumento de gobiernos autoritarios para atacar opositores, fuente de escándalos sin fundamento. Destruyen prestigios, ocultan verdades incómodas, son escudo de tiranos.
El comentario de la titular de Sedatu refleja su desprecio por la prensa. No es novedad. Hizo una injusta generalización de la utilidad de los periódicos.
Como reportero de la prensa escrita con décadas de trabajo soy un convencido de que los periódicos aportan muchos más beneficios que perjuicios. Yo lo invito a reflexionar qué pasaría si de pronto los periódicos desaparecen y dejamos todo en manos de las redes sociales.
No se hagan bolas, diría el clásico Carlos Salinas de Gortari. La decisión de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados no le corresponde al jefe nacional del PAN, Ricardo Anaya. Es el pleno camaral el que decide con su voto.
Para sentarse en la silla que actualmente ocupa el perredista Jesús Zambrano se requiere una mayoría calificada, es decir, dos tercios de la asamblea. En otras palabras: el PRI tiene capacidad de vetar.
Es cierto que el reglamento en San Lázaro obliga a rotar la Mesa Directiva entre las tres principales fuerzas políticas. Un año legislativo el PRI, otro el PRD, otro el PAN. Éste le toca al azul. Pero en ningún lado se establece que los diputados están obligados a elegir al que escoja el partido en turno.
Sabemos que César Camacho Quiroz, coordinador de los diputados del tricolor, le hizo saber al PAN que no podía garantizar el voto de los diputados del PRI por Gustavo Madero. Y es que el exjefe nacional del PAN, firmante del Pacto por México, le declaró la guerra al tricolor desde que llegó a San Lázaro.
Madero se queja de que Anaya le prometió que ocuparía la Mesa Directiva cuando le tocara a Acción Nacional. No lo dudamos. La cosa es que el jefe nacional del PAN no puede garantizar una elección que rebasa con mucho a su partido.
Es probable que también hayan jugado otros factores en el seno del blanquiazul para que se haya dado el acuerdo de que Javier Bolaños y Guadalupe Murguía ocupen, seis meses cada uno, la presidencia de la mesa directiva en San Lázaro.
