José HANNAN ROBLES
La Ciudad de los Niños y Niñas de Oaxaca, A. C. hace posible que 87 niños pobres, algunos de ellos en total abandono de sus padres, tengan alimentación sana, vestido y educación, mejorando el nivel de vida que en otras circunstancias nunca hubieran tenido.
Fundada el 6 de febrero de 1958, por el presbítero José Miguel Pérez García (Qepd), fecha en que cambió la vida del joven sacerdote y la de miles de niños, niñas y bebés, que a lo largo de 58 años, que cumple el próximo lunes 24 de febrero, han recibido cobijo, alimentación y, lo más importante, dice su actual director padre Baruc Soriano García: amor, que sana lo que no se logra con cosas materiales.
La gran familia de la Ciudad de los Niños y Niñas de Oaxaca, está formada por recién nacidos hasta adolescentes de 14 años.
Cuenta con el Hogar de las Niñas, que funciona en la colonia Cuauhtémoc, con 26 chiquillas que cursan la primaria; la Ciudad de los Niños, localizada en la ex hacienda Viguera, donde conviven 39 niños y, la casa ubicada en el centro de la ciudad, donde se atienden a 10 niños menores de seis años, y 12 pequeños que padecen enfermedades físicas y psicológicas que requieren constante atención médica, los cuales suman 87 menores.
El padre Baruc estima que a lo largo de 58 años de fundada esta institución han pasado por ella entre 2,500 y 3,000 mil infantes, algunos lograron cursar una profesión. De este lugar han salido dos sacerdotes, uno de ellos es él.
La población es variable, en 1990 se atendieron a 187 niños. De tres años a la fecha se ha incrementado la estancia de menores debido a la necesidad de la gente, comentó el padre.
“No se busca o llama a los niños, sus familiares los traen porque conocen de este espacio de caridad y amor. Se evalúa su situación económica, familiar y sus necesidades para darles el acceso”.
A los padres, cuando los tienen, se les orienta para que atiendan mejor a sus hijos y sean más responsables con ellos.
Cuando son huérfanos o viven una situación muy difícil por habitar en comunidades de pobreza extrema o padecen enfermedades “no hay que buscarle, se les acepta luego, con una responsabilidad de quien los trae o la anuencia de la autoridad de su comunidad, para que haya certeza jurídica”.
La mayoría sufren el abandono de sus madres a los tres o cuatro años de edad.
De acuerdo a las estadísticas de la institución, los niños y niñas provienen, sobre todo, de familias muy pobres, disfuncionales, con desintegración familiar, de padres divorciados o que abandonan el hogar, siendo los primeros que sufren las consecuencias del trato en su casa.
Se ha documentado que algunos padres de familia mientras se van a trabajar dejan encerrados a sus hijos, pues no pueden abandonarlos en la calle.
El padre Baruc Soriano García, quien se hizo cargo de la Ciudad de los Niños y Niñas de Oaxaca hace cuatro años al morir su fundador el padre José Miguel Pérez, el 25 de octubre de 2012, a quien acompañó en la responsabilidad de este lugar desde 2008, sostiene que cada vez es más frecuente el abandono de los niños.
En las periferias de la ciudad, cruceros, Central de Abasto, se ven a pequeños de 12 y 13 años en el abandono y vicio “qué podemos hacer, si con lo que hacemos nos sentimos abrumados a veces”.
Gracias a Dios, agrega, son pocos los niños que llegan con adicciones, algunos fuman o toman licor.
Reciben atención integral: alojamiento, alimentación, atención psicológica, médica, actividad deportiva y educación académica.
Junto a estos satisfactores, se les educa en la fe, sobre todo como gente de iglesia, “una de las primeras cosas es el principio de la vida cristiana, que siempre se ha mantenido en la casa como algo básico para fortalecer la espiritualidad, no nadamas por rezar, sino para fortalecer la espiritualidad del quehacer de la misma casa, y no perdernos en este caminar”.
La Ciudad de los Niños y Niñas, requiere de otros espacios, más personal, en este sentido, precisó que las personas que trabajan en esta institución no reciben un sueldo sino una compensación que se obtiene del apoyo generoso de la sociedad.
Las necesidades más apremiantes son: alimento, vestido, zapatos, calcetines y ropa interior, los cuales no llegan fácilmente, así como útiles escolares, hojas, crayones, entre otros artículos más.
Todos los niños cursan la primaria y tres la secundaria.
Médicos particulares, sin cobrar honorarios, ofrecen atención a los niños, los medicamentos se obtienen con el apoyo de la gente, pero con frecuencia hay que comprarlos.
Por lo que toca a los alimentos, los niños y niñas visitan el mercado una vez por semana donde los locatarios los apoyan con frutas, verduras, hay personas que llevan frijol, arroz, leche, pastas. Cuando falta el alimento se adquiere con los donativos de personas caritativas o de los recursos que se obtienen de un bazar donde se comercializa la ropa usada que llega a la ciudad.
“Hemos tenido momentos en que las cosas se ponen difíciles, porque no se puede dejar sin comer a los niños. Pedimos en el mercado, en las parroquias solicitamos a los sacerdotes nos den la oportunidad de buscar ayuda. Es un quehacer de iglesia porque se hace por la fe”.
“No pedimos apoya de la parte oficial porque habría una dependencia, Ciudad de los Niños y las Niñas, es una asociación civil que con la ayuda y fe de la gente se lleva a cabo”
La Ciudad de los niños es un monumento a la caridad, decía el padre Miguel, porque se manifiesta el amor de la gente, subrayó.
El padre Baruc Soriano García, recuerda que la Ciudad de los Niños y Niñas comenzó a trabajar con su fundador el padre José Miguel Pérez García, con mucho esfuerzo y trabajo en el templo de la Merced, con gente de buena voluntad que él invitó para ofrecer este servicio a la comunidad a sabiendas de la necesidad que desde ese entonces había para la atención de niños abandonados.
En la Merced se percató de la cantidad de gente que llegaba de las comunidades en busca de ayuda.
Se organizó con gente del barrio para formar el primer patronato con doce personas, emulando a los doce apóstoles de Jesús, para luchar por la atención de los niños.
“Empezaron con los primeros niños, de ahí ha sido un peregrinar, un esfuerzo continuo los 58 años de existencia de la Ciudad de los Niños”, refirió.
Refirió que el padre José Miguel Pérez, platicaba que
empezaron con muchas dificultades para el
sostenimiento de los niños, gente de buena voluntad
los cuidaban. Hubieron ocasiones en que los
menores tenían que irse a vivir a la casa de algunos de
los integrantes del patronato, donde duraban poco
tiempo porque los pequeños daban guerra o se
enfermaban.
Finalmente tuvieron la oportunidad de ocupar el casco de la hacienda de Viguera, que había sido propuesto para seminario, pero el arzobispo Fortino Gómez León, alegó que estaba muy lejos y no aceptaron la donación que le hacían los señores Del Valle.
Al recibir la propuesta el padre José Miguel, la aceptó de inmediato, recibiendo paredes derrumbadas y paredones, construyendo en el acceso una casa de cartón y lámina, fue la primera vivienda.
Para cubrir las necesidades más urgentes, el padre José Miguel hizo la Tonelada de Plata, con la recaudación inició la construcción con materiales, al año siguiente, llevó a cabo El Kilómetro de Plata, que se utilizó para edificar otra parte de la Ciudad de los Niños.
El padre Baruc fue invitado en diferentes ocasiones por el padre José Miguel, para que lo apoyara con la marcha de la institución pero no aceptaba porque tenía a cargo una parroquia, integrándose cuando el padre José Miguel cayó enfermo y, posteriormente falleció.
“Es fuerte la responsabilidad, muy diferente al quehacer de la parroquia, aquí hay que atender las 24 horas, es más difícil”.
