Yuriria SIERRA/Excélsior
Y, pues, David Korenfeld, el otro “Señor de los Cielos” no volaba alto: volaba mucho. Y nos mintió: no sólo utilizó un helicóptero de Conagua para ir de su casa al Aeropuerto de la Ciudad de México el 29 de marzo de 2015… Lo utilizó en, al menos, 27 ocasiones como su Aero-Uber personal (por supuesto, a cargo del erario). Para salir de su casa, ir a su oficina en Conagua y a la de Santa Fe, para ir al aeropuerto, ir a Toluca… E incluso para, simplemente, “ir a dar la vuelta”…
Recordemos el incidente: un vecino subió a redes sociales una fotografía del entonces titular de Conagua en un helipuerto cercano a su casa en Bosque Real abordando con toda su familia un helicóptero propiedad de la institución que dirigía. Días después, Korenfeld se disculpaba en su cuenta de Twitter: “Cometí un error inexcusable al utilizar un helicóptero de Conagua para transportarme al AICM. Ofrezco por ello una disculpa pública”. Y en otro tuit añadía: “Tal y como se informó, el estado de salud de mi rodilla y cadera se han ido agravando y requiero tratamiento médico”. Y procedía a garantizarnos que tal vuelo no nos costaría un solo peso a los mexicanos: “He procedido a cubrir el costo por la utilización del helicóptero, mediante el depósito a la Tesorería de la Federación”, aunque jamás nos dijo de cuánto era el costo, ni mucho menos compartió el comprobante del pago correspondiente.
Total que David Korenfeld “aguantó” todavía diez días al frente del cargo, seguramente esperando que la presión mediática —en redes y en medios tradicionales— disminuyera y el episodio pasara al olvido o “planeara por lo bajito” hasta desaparecer… Pero no ocurrió y, finalmente, el 9 de abril por la noche presentó su renuncia al cargo.
Pero no fue aquella mañana del 29 de marzo la única ocasión que utilizó un helicóptero oficial para fines personales. Documentos (bitácoras de vuelo) en poder de esta columna permiten contabilizar la cantidad de veces que el exdirector de Conagua usó el helicóptero para traslados que nada tenían que ver con atención de emergencias, visitas de obra, revisión de infraestructura hidráulica o giras de trabajo. Korenfeld volaba de Interlomas a Las Lomas y de ahí a Virreyes (unas cuantas cuadras de distancia), seguramente para evitarse el tráfico que los demás tenemos que sortear todos los días. Claramente, jamás perdió un vuelo en el AICM, el viaje de su casa al mismo tomaba (dependiendo de la fuerza del viento) entre 12 y 15 minutos. Claramente creía que estaba en todo su derecho (o en toda su impunidad).
Korenfeld ya no es servidor público, pero el tema de este tipo de episodios es: el de transparencia. Cualquier funcionario que haga uso indebido de un bien público sólo puede ser fiscalizado y sancionado vía la transparencia de datos y la rendición de cuentas. Y el llamado es para el secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade, a que audite, revise y sancione a todos los que “vuelan” o “se vuelan” en sus cargos. De otra forma, el desencanto con la democracia y las instituciones, que tantos años tomó levantar, sufrirá una crecida inevitable. Con todas las nefastas consecuencias (políticas, económicas y sociales) que de ello derive. Y, lamentablemente, ya no bastará con que los ciudadanos los manden a volar con su voto en las urnas. La indignación puede “volar” (en el sentido más explosivo de la palabra) el pacto social en mil pedazos.