La prevalencia de la política no sólo ha detenido el avance académico del “sistema educativo oficial”, sino que ha provocado que varias de esas instituciones, incluida la Universidad de Oaxaca, enfrenten situaciones incluso de quiebra, dice el rector de la Urse, Benjamín Alonso Smith Arango
David Méndez
El sistema público de educación media y superior de México está en crisis porque la academia ha sido desplazada por la política, lo que ha creado una relación tanto nociva como tóxica, sentenció el director de la Universidad Regional del Sureste (Urse), Benjamín Alonso Smith Arango.
El ambiente que priva en las universidades públicas está contaminado por los intereses que prevalecen en su interior y que someten al conocimiento y al aprendizaje a cuestiones partidistas y de grupo, lamentó el también docente y médico de profesión.
La prevalencia de la política no sólo ha detenido el avance académico del “sistema educativo oficial”, sino que ha provocado que varias de esas instituciones, incluida la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), hayan entrado en una severa crisis financiera y, en algunos casos, ésta haya llegado al estado de quiebra.
No obstante, en entrevista con Real Politik, el integrante de la Asociación de Médicos Cirujanos y de la Escuela de Postgrado en Homeopatía de México sostuvo que este proceso de crisis del sistema público ha afianzado, a su vez, a las instituciones privadas como la principal alternativa de aprendizaje de nivel superior, con una matrícula de más de un millón 200 mil alumnos en el país, que representan al 30 por ciento de los jóvenes que cursan una carrera.
“El sistema educativo oficial público tiene muchas cuestiones (adversas), pues sabemos que la academia está desplazada por la política y no hemos podido deslindar una cosa de otra.
“Por eso, a veces, hay relaciones tóxicas entre lo que es la academia y lo que es la política; hay intereses, hay cuestiones partidistas, que van haciendo que se vaya contaminando un poquito el ambiente”.
A diferencia de los centros académicos particulares, enumeró que las universidades estatales cuentan con apoyo gubernamental, con instalaciones idóneas y, por si fuera poco, reciben múltiples concesiones; sin embargo, la exagerada crispación de ánimos que persiste en ellas provoca descontrol.
“Sabemos que están masificadas y, luego, se pierde el control porque hay intereses, hay grupos que tienen que manejarse ahí, a los cuales hay que darles ciertas concesiones; es de todos sabido ciertas irregularidades que suceden.
“Entonces, no es muy difícil ver por dónde está el problema, lo que yo veo difícil es la solución”, sentenció el alumno fundador de la Urse, institución conformada en 1978, escisión de la UABJO.
Una alternativa que parecía viable para terminar con cacicazgos y las malas prácticas al interior de aquellas instituciones, añadió, era la reforma educativa de 2013, promovida por el ex presidente priista, Enrique Peña Nieto, y que la madrugada del jueves 25 de abril de 2019 fue derogada por la Cámara de Diputados para impulsar un nuevo ordenamiento, éste, promovido por el nuevo presidente, Andrés Manuel López Obrador, de Morena.
“Para eso se trató de hacer la reforma educativa, con sus luces y con sus sombras; siempre hay algo que se puede ir mejorando y cambiando. Por cierto, faltó la participación de los maestros, se les tenía que consultar porque son actores, pero también tiene que ver hasta dónde (llegan) los campos y ámbitos de ellos y de la Secretaría; no puedes ser juez y parte”, analizó.
En sentido contrario al trato privilegiado de las instituciones públicas, condenó que las universidades privadas, la mayoría de las veces, reciben arremetidas administrativas del Estado.
“Les estamos cargando el 33 por ciento del paquete (la matrícula universitaria). Le pagamos el tres por ciento al Estado por nómina, pagamos de derechos a la Coordinación (de Educación Superior Ciencia y Tecnología); son millones de pesos los que se pagan y nos retardan los trámites porque dicen que no tienen personal.
“Yo eso lo dije en el foro (realizado de cara a la nueva reforma educativa): Yo le pido a nombre de las universidades privadas que no nos ayuden, simplemente que no nos obstaculicen. No queremos contemplación, queremos educación de calidad”.
Y reveló otras de las condiciones que deben tolerar las instituciones de paga. “Al año, pagamos un millón de pesos al IMSS, por el Fondo para el Fomento Educativo… porque dicen que un alumno practicante de Medicina cuando a un hospital entra gasta luz, va al baño; ocupa la toallita para secarse, el jabón. Hay una tarifa, de acuerdo a lo que se cobra en las colegiaturas; otra cosa, los alumnos que acuden a universidades públicas y tienen más de 18 años tienen derecho al Seguro Social, en las privadas no; eso aquí y en China se llama discriminación”.