Ernestina Gaitán Cruz
Fotos: Jorge Luis Plata
Ndalu de Almeida, Ondjaki, considerado por la crítica como uno de los más destacados escritores de África, inició su ascenso literario con “Buenos días, camaradas” (2008) obra que junto con su reciente novela Los transparentes (2014), fue traída a México por la oaxaqueña Editorial Almadía.
El Premio José Saramago 2014, Sagrada Esperanza (2004), Paulouro António (2005) y Gran Premio APE (2007), entre otros y traducido al francés, inglés, alemán, italiano, español, serbio, polaco, sueco y chino, confió desde Oaxaca que a pesar del buen recibimiento de su primera novela, estará completa hasta el momento en que encuentre a sus profesores cubanos que la inspiraron.
“Ya podría morir feliz, tranquilo después de encontrarlos, antes no, no quiero morir antes de abrazarlos eso es verdad, porque fue muy grande todo lo que nos dieron esos cubanos específicamente a un grupo de estudiantes”.
El autor nacido en Luanda en 1977, es un hombre emotivo, sensible, a quien la vida le ha dado la oportunidad de vivir y viajar por varios países y ciudades como Oaxaca, tan distante de su querida Luanda, y que sin embargo le hace sentir bien y donde sabe, tiene “un lugarcito secreto para cuando quiera volver y estar en paz; acá se está bien”, comenta entre el humo de los cigarros que fuma durante la charla.
Incluso, dijo que esta ciudad le inspiró un cuento que tituló Oaxaca. El personaje que conoció en el año 2008 cuando vino a presentar Buenos días, camaradas, es un saxofonista solitario que suele tocar frente a los portales del zócalo de la ciudad, y que en la narración es un hombre que intenta cantarle a una mujer a quien no puede ver.
La historia ocurre en el centro de la ciudad y al final, el narrador que no soy yo, dice, está en la plaza y cuando va al baño, una señora muy rara comienza a hablar. Después se conocen y aunque no la vea, dice esa señora soy yo. El personaje no lo sabe, el narrador sí y le dice, ahora vas a caminar sin mirar atrás, explica.
Realismo mágico o realismo real
El personaje, igual que otros que aparecen en su reciente novela Los transparentes, han provocado comentarios que lo clasifican como “realismo mágico” que él califica como “realismo real”. Al respecto citó a uno de sus protagonistas que se vuelve tan transparente y liviano que pierde la densidad y su hijo le ata un cordel al pie y lo lleva como si fuera un globo por la calle y lo parquea en cualquier lugar.
“Esto es realismo real, eso podría pasar en Luanda. Pasan cosas más raras que eso. Nunca he visto un hombre traslúcido en ese sentido, pero transparentes sí. En Angola hay muchísimos. La sociedad los ignora. Vivimos en pequeñas islas: financieras, políticas, sociales, partidarias y al final poco a poco nos estamos olvidando que la vida es como dice una canción portuguesa, es un par de días, son dos días y ¿qué vas a hacer con tus dos días?, ¿vas a ponerte en una isla o te vas a preocupar un poquito por los otros?”.
El también sociólogo quien manifiesta sus preocupaciones como ciudadano de un país que se encuentra en franca recuperación después de una guerra civil, también da muestras de su sentido del humor plasmado en sus relatos de “realismo real”, que cuentan por ejemplo, la mezcla de culturas africana, portuguesa, cubana, holandesa y últimamente brasileña y china que conviven en su país.
“Mi hermana es pediatra y me comenta que están naciendo niños mezcla de chino con angoleño, y eso está bien, es el futuro de un país. China es el futuro del mundo. Se están en Angola porque no caben en China. Son tantos que tienen que salir”, dice entre risas.
En Los transparentes, cita, “hay una escena de un señor que alquila la casa a unos chinos por un año, más o menos. Cuando alquiló eran siete personas y cuando regresa ya eran 11. Entonces dijo ¿qué pasa aquí? ¿Tú no sabes?, le responden. Que los chinos ahora no se toman nueve meses para tener un hijo. Ahora seis meses, seis y medio y ya. Una mujer en 13 meses ya tiene dos hijos. Eso ya es la fantasía, pero nos habla de que los chinos realmente están en otro ritmo. O sea, tienen más prisa, tienen técnicas biológicas fenomenales auto técnicas de reproducción intensiva”, agrega risueño.
La creación literaria
El autor de Y Si Mañana el Miedo, Los de mi Calle y Cuántas madrugadas tiene la noche, entre otras obras, también platicó sobre su proceso de creación en el que la música tiene un papel muy importante.
La música lo acompaña todos los días y determina sus historias. Por ejemplo cuando escribió el cuento Dos lunas llenas y la muerte, escuchaba rock portugués muy fuerte, “y era tan fuerte, tan incómodo que empezó a llover en la historia, porque no era posible que fuera desierto, que fuera noche de calma.
“Era lluvia y era un soldado perseguido por la muerte, pero no quería morir, entonces se escapa y la muerte le perdona porque entiende que él no está en el momento de morirse. Y si al escribir yo hubiera escuchado a Mozart o a Beethoven, quizá la muerte lo habría alcanzado”.
Respecto a sus lectores en Luanda, dijo que hay dos tipos, los que sí y los que no pueden adquirir libros y que sin embargo están interesados en ir a una biblioteca y hacen filas para entrar. “En un país de 20 millones de habitantes hay unos 10 mil lectores activos interesados”, consideró.
El tema es importante porque en 12 años de paz después de la guerra, se está haciendo todo para reconstruirlo y aunque lo más visible son las carreteras, los puentes, edificios y escuelas, también se empieza a rehacer la cultura, la educación, el trabajar con los jóvenes, todo lo cual necesita más tiempo y augura que tomará unos 50 años para lograrlo.
Sin embargo dice que Angola culturalmente es muy fuerte. La música y la narrativa son creativas. La música cuenta lo que está sucediendo, lo que sucedió, pasa mucho por la historia del país. La literatura está bien. No somos muchos pero hay muy buenos. Me incluyo en el grupo de los que están trabajando. Pero hay buenísimos de nivel internacional, agrega.
La escultura es muy buena, la pintura, ahora está empezando y los jóvenes también trabajan muy bien con la fotografía, haciendo cosas verdaderamente modernas. “La cultura en Angola está viva, era lo que faltaba. Ahora que terminó la guerra hay más espacios para las cosas bellas”.
“Cuando estás en guerra colectivamente hay una preocupación, una manera gris de vivir y después no. El fin de la guerra en el 2002, fue posiblemente una de las cosas más bonitas que nos pasó. Siempre es bonito cuando una guerra termina, en cualquier lugar”.
Ondjaki, que en lengua umbundu significa guerrero, comentó que en su país la gente sufre la desigualdad social que existe en todas partes del mundo incluso en Suecia o Colombia, “pero esa diferencia es la oportunidad que tenemos los ciudadanos y los políticos de trabajar para reducirla”.
“Algunos países están preocupados en reducir la desigualdad, pero en mi país no estoy seguro que lo estén. Entonces se transforma en una ciudad de violencia sicológica, la social, la necesidad del pueblo.
Angola es un país rico teóricamente, pero una nación que lo sea, no es que tenga gente rica, sino que los pobres no sean tan pobres, eso es un país rico, porque ricos hay en todos los lugares, el problema es cuan pobres son los pobres, o cual mal pasan y eso debería ser una de las principales preocupaciones de nuestros políticos y no estoy seguro de que lo sea, dijo.
En perfecto español, Ndalu de Almeida, Ondjaki, opina libremente sobre lo que acontece en su país y en otras partes como en Palestina, donde se pregunta por qué no está Dios. “No sabemos dónde está, si está o no. Parece que Dios está olvidado, está distraído, se olvidó de Palestina. Está en otros lugares, no sé, digo yo. Como está la Palestina, me parece que Dios está muy distraído. Es que es un señor muy ocupado, dicen”.
No obstante está convencido que el papel de los escritores es escribir. “Tengo muy claro que ese es el papel. Algunos van a incluir preocupaciones sociales o políticas en sus libros, eso es obvio, pero no creo que eso sea una obligación o un punto de partida, éste debe ser literario y alguna vez esa literatura llega a lo social o lo político, pero toda la literatura es un modo de pensar y de debatir las preocupaciones locales, sociales o universales”.
Asimismo, recordó que entre su primera y su reciente novela, Buenos días, camaradas y Los transparentes, hay más de 20 años de vivencias y de escritura. La primera que lo dio a conocer ampliamente se desarrolla en Luanda, en los años 80 cuando recién salían de la guerra civil angoleña y la otra es del país reciente, el que se tornó en una especie de capitalismo caníbal, lo que es muy malo, no hay respeto, sobre todo por la parte de los políticos, dijo.
El título de Los transparentes, no lo sabe explicar, pero dijo que es como nos vemos. Hay gente que a los ojos no sólo de los políticos, sino de cualquier persona son transparentes. Cuando una persona se pone transparente socialmente no la miras. Está ahí, la tocas pero no sabes, no te importa, no hay relación con esas personas. Me preguntan si son transparentes o son invisibles, yo prefiero la idea de transparentes, porque al invisible nunca lo has visto y al transparente es como un vidrio, sabes que está ahí pero no te interesa tanto, entonces miras más allá, pasando por él, pero ignorándolo porque es una transparencia social.