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Guerrero: tierra de caciques avalados por todos los partidos

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 Luis Carlos Rodríguez G.

 Tal Cual 

fher-ahuehuepan-001En las elecciones presidenciales de 1994 estuve asignado a la cobertura de ese proceso en La Montaña de Guerrero, donde visite la zona de Tlapa, Metlatónoc, Malinaltepec y Alzocauca, donde había informes de brotes de grupos guerrilleros.

Lo que encontré en las dos semanas de estancia en esa zona, la más pobre del país, no fueron indicios de guerrerillas, pero si una extrema pobreza donde pobladores del municipio de Metlatónoc sobrevivían en la absoluta miseria, las mujeres bajaban de las rancherías con el torso desnudo, descalzas, como en una escena del África Subshariana,  y los niños se morían y se siguen muriendo de una diarrea o por la ausencia de un doctor o un medicamento.

También encontré plantíos de marihuana y amapola, que florecían en la impunidad de los verdes parajes y cañadas. Brechas y terracerías intransitables donde sólo circulan camionetas que transportan lo mismo, cervezas, refrescos, ganado y a los pobladores en su mayoría indígenas, así como maestros normalistas que cada 15 días viajan seis horas para bajar de La Montaña a Tlapa a cobrar su salario.

Desde entonces, Guerrero ha sido una de mis principales asignaciones periodísticas. En varios procesos electorales, en el primer aniversario de Aguas Blancas, en la tragedia del huracán Paulina. Mi última asignatura fue en las elecciones para gobernador, donde se disputaron el cacicazgo en turno, el neo perredista Ángel Aguirre Rivero y el priista Manuel Añorve.

Fue una pleito electoral entre priistas y más claramente, entre dos grupos políticos que en ese entonces se disputaban la candidatura presidencial del tricolor: Manuel Añorve como el alfil de Manlio Fabio Beltrones, y Ángel Aguirre Rivero con cercanía al entonces gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto.

Incluso previo a las elecciones del 2011, en abril del 2010 en el cumpleaños de Ángel Rivero, en ese entonces senador y aspirante a candidato, el gobernador mexiquense Enrique Peña, fue a su fiesta en la ciudad de Taxco y declaró: “Sólo vine a celebrar con mi amigo su cumpleaños y desearle el mayor de los éxitos en todo lo que emprenda. Estoy muy contento en acompañarlo en este festejo”.

El resultado es de todos conocidos. El candidato del PRI y perdedor fue Manuel Añorve. Ángel Aguirre prácticamente compró al PRD la franquicia estatal y fue acompañado por el entonces presidente del PRD, Jesús Zambrano y por otros personajes como Marcelo Ebrard, entonces Jefe de Gobierno del DF, quien acudía todos los fines de semana a respaldar los actos de campaña del hoy gobernador.

Por cierto, Zambrano escribió una colaboración en El Universal, donde habla de la situación en Guerrero. Es tal el cinismo y la amnesia, que habla someramente de la situación después de la muerte y desaparición de normalistas en Iguala, pero nunca menciona ni su cercanía con Ángel Aguirre, ni su apoyo como candidato al entonces alcalde prófugo de la justicia, José Luis Abarca.

Guerrero siempre ha sido un estado convulsionado por las tragedias, la violencia, las matanzas. Alguna vez escuche una tesis de sociólogos, politólogos y periodistas, que hablaban de especie de determinismo geográfico y social, que era el origen de tanto crimen, masacres, violencia e impunidad.

Nunca he creído en esos determinismos. Basta con ver como ese estado rico en recursos naturales, con zonas turísticas excepcionales, inmensamente poblado por gente buena, ha sido gobernado por décadas por los mismos caciques: Los Figueroa, los Aguirre, Los Torreblanca y toda una recua de alcaldes, lo mismo de Acapulco, que de Iguala o de los  municipios más pobres de la Costa Chica, de La Montaña o de la Sierra, que solapan la corrupción, la delincuencia y son los responsables de la pobreza, la migración y las tragedias naturales con su cuota de muerte y destrucción.

Guerrero es la mezcla de esos cacicazgos que se pintan de cualquier color, que venden y compran candidaturas al mejor postor, como lo hizo el PRD con Aguirre y con el acalde de Iguala, y creen que con una disculpa pueden revivir los muertos por las masacres que cometen, o que solapan sus socios, sus amigos.

El PRI y el gobierno federal, también tienen su cuota de responsabilidad por ser omisos ante las denuncias, los informes, la nula inteligencia en seguridad. El PAN no ha dicho tampoco “está boca es mía”.

Pero en la víspera de las elecciones en enero del 2011, el entonces presidente del PAN, Gustavo Enrique Madero, anunció que su candidato a gobernador y su partido, declinaban a favor de Ángel Aguirre Rivero. Hoy ninguno de los tres principales partidos quiere asumir la paternidad de este cacicazgo en turno.

 

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