Luis Carlos Rodríguez / Mensaje Político
Tal Cual
El presidente Barack Obama intentó jugar con el voto latino, pero se le acabó su bono de credibilidad. Los latinos, pero incluso también la población afroamericana le dieron un adelantado “good bye” ante las promesas incumplidas.
Con una cifra récord de deportaciones de inmigrantes que alcanza casi los 2.5 millones en su mandato, la recurrente y nunca concretada promesa de una reforma migratoria y otros factores como el bajo crecimiento de la economía y el empleo, terminaron con el encanto y la popularidad del primer mandatario afroamericano en Estados Unidos.
El pasado 4 de noviembre, Obama cavó su propia tumba política ante el desencanto de alrededor de 25 millones de hispanos que viven y tienen derecho a voto, donde sólo participaron el 8 por ciento, muchos de ellos decepcionados, ya que un número importante de los latinos tiene familiares que fueron deportados o están en riesgo de serlo por la ausencia de una reforma migratoria.
La comunidad latina en Estados Unidos, decepcionada por la falta de una reforma migratoria, se siente “ignorada por los demócratas y atacada por los republicanos”. Esa es la conclusión de líderes hispanos y de promotores de una reforma migratoria largamente prometida desde la campaña presidencial de Obama en 2008 y que en su recta final de gobierno se ve cada vez más lejana, ahora con un Congreso dominado por los Republicanos.
Con ello, la situación de 11 millones de inmigrantes que viven sin estatus migratorio legal en Estados Unidos se complica. Lo mismo para salvadoreños, colombianos, guatemaltecos, ecuatorianos, brasileños, venezolanos o de cualquier otra nación del mundo, pero en especial para los mexicanos.
Frente a una economía mexicana que no crecerá más allá del 2.5 por ciento en este 2014, sin generación de empleos, ya no digamos bien remunerados, millones de jóvenes y profesionistas sin opciones laborales, así como un país cada vez más violento con casos como Iguala, Ecatepec, Tlatlaya y las interminables fosas clandestinas en Guerrero y otros estados, la migración hacia Estados Unidos seguirá siendo e incluso aumentará, como una de las únicas opciones de sobrevivencia.
Obama, después de su derrota, lanzó nuevamente el anzuelo electoral de cara a los comicios presidenciales del 2016 para buscar fortalecer al Partido Demócrata, con la promesa de que buscará antes de que finalice el año una “acción ejecutiva” en materia de migración.
Sin embargo, si en seis años de Presidente de los Estados Unidos no ha logrado, con una mayoría demócrata en el Congreso, que se apruebe una reforma migratoria en favor de los 11 millones de indocumentados, la mayoría mexicanos, poco podrá hacer en los próximos dos años, más allá de seguir rompiendo récords con las deportaciones, como lo ha hecho durante su mandato.
Incluso por estos días se revivió un mensaje de campaña del ahora senador republicano por Carolina del Norte, Mark Walker, quien dijo que está dispuesto a iniciar una guerra contra México para frenar la migración a Estados Unidos, utilizando la Guardia Nacional bajo el argumento de que “si tienen extranjeros que se escabullen con cárteles de la droga, para mí eso es una amenaza nacional, y si es necesario utilizar jets de combate, no tengo problema”.
Así las cosas y más allá de la difícil situación que enfrentarán los latinos y en especial los mexicanos con una mayoría republicana en Estados Unidos y un Obama de salida, en México es previsible que ante la grave situación social, de inseguridad y desempleo, nuevas oleadas de mexicanos reactiven la esperanza en el llamado “sueño americano” aún con todos los riesgos y consecuencias que ello implica.
