Sin duda, el atraso de Oaxaca, tiene mucho que ver con el nulo apoyo que ha tenido del gobierno federal.
Un lastre que se arrastra desde la época de la Revolución. Estudiosos creían que era represalia ante el rencor que se tenía en ese entonces contra Porfirio Díaz, presidente de México, oaxaqueño, y quien, desde luego, vio por su crecimiento y esplendor.
Porfirio Díaz fomentó el fortalecimiento de un poder central que permitió reconstruir un país en ruinas.
Creó un México industrial, urbano, que lo apartó del atrasó a nivel internacional. En la época porfiriana se construyen los edificios más importantes.
Son muchos los logros y el desarrollo de la entidad durante su mandato. Tanto amó a su tierra, que se dice, que las últimas palabras que repitió, antes de morir, fue: Oaxaca.
Después de Porfirio Díaz, Oaxaca se sumió en la desesperanza. Poco a poco fue decayendo hasta convertirse en uno de los tres estados más pobres del país.
En las últimas administraciones, se le ha dado impulso a Oaxaca, Chiapas y Guerrero, pero no ha sido suficiente para paliar décadas de abandono.
En el Tercer Informe de Gobierno que rindió el gobernador Alejandro Murat Hinojosa lo repitió varias veces: el gran aliado de Oaxaca es el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.
Los resultados son evidentes, se convirtió en la entidad mexicana que más redujo la pobreza extrema.
Prueba de ello, son las visitas que ha realizado el mandatario federal a Oaxaca. Es, precisamente, la entidad a la que más visitas ha realizado.
A López Obrador no se le puede engañar. No en balde estuvo 18 años recorriendo la República Mexicana, región por región. Conoce a fondo sus necesidades.
El mensaje del gobernador es alentador. El apoyo del gobierno federal, invaluable.
Los resultados que se han tenido en economía, en turismo y en servicios sociales son sustanciales. Oaxaca se ha convertido en un estado en el que los empresarios quieren invertir.
Los oaxaqueños tenemos grandes hombres, grandes pensadores y personajes valiosos, que han trascendido en el mundo entero.
Solo faltaba ese impuso, que ahora se tiene, para dejar atrás la pobreza y empezar a despuntar hacia el desarrollo.
Ahora, se debe contar con los maestros, pieza clave en este engranaje de prosperidad, a los que el gobernador también agradeció por no dejar sin clases a la niñez.
Sí se empieza a fortalecer las bases desde la más tierna infancia, se podrá lograr, a mediano plazo, no solo un Oaxaca próspero, sino uno seguro y con valores. Grandes expectativas, sin duda, y un gran futuro el que le espera a la entidad de seguir en este rumbo.
