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Entre lo dicho y lo hecho

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José RUBINSTEIN/Excélsior

Peña NietoDel dicho al hecho hay un trecho. Es una frase que resume la primera mitad ya transcurrida de los tiempos de Enrique Peña Nieto.

Del dicho: En optimista mensaje inaugural de 13 acciones a emprender, el presidente Peña Nieto anunció la presentación al Congreso de un paquete de austeridad en el ejercicio del gasto, contemplando cero déficit en el presupuesto fiscal de 2013. “Es tiempo de romper los mitos y paradigmas que han evitado el desarrollo del país”.

Al hecho: El déficit fiscal de 2013 fue de 375 mil 322 millones de pesos, 2.3% del PIB. El déficit fiscal de 2014 fue de 544 mil 991 millones de pesos, 3.2% del PIB. El déficit fiscal del primer semestre 2015 fue de 345 mil 035 millones de pesos. Dichos déficits excluyen a Pemex. La estimación del PIB en 2013 fue de 3.5%, el real de 1.4%. En 2014, la estimación fue de 3.9%, el real de 2.1%. En 2015, la estimación de 3.5%, a la fecha se ha reducido a un rango entre 1.7 y 2.5 por ciento.

Un trecho: Contundente muestra de que el hombre es él y su circunstancia es el cúmulo de imprevistos sucesos que marcan la gestión de Enrique Peña, iniciada a tambor batiente, venciendo inercias mediante el valorado Pacto por México, signado por opuestas visiones políticas del país, dando luz verde para mover a México, aplicando once aprobadas reformas estructurales, esenciales para el desarrollo de la nación. Y es entonces, como suele suceder, que el hombre propone y lo imponderable dispone: Ayotzinapa, Tlatlaya, marchas, paros, saqueos, abusos y afrentas a la autoridad por parte de la disidencia magisterial; Ficrea y antes Oceanografía; la llamada Casa Blanca e Ixtapan de la Sal, Malinalco, Higa y la frustrante investigación de la Función Pública; helicóptero de Conagua, desmedida deuda de los estados, imbatible inseguridad, inconcebible fuga de El Chapo Guzmán. Todo esto y más en un entorno global de desplome de precios del petróleo y la hasta ahora imparable devaluación de nuestra moneda.

Decía un expresidente de México, bueno para las frases —principalmente— ser responsable del timón más no de la tormenta. En un mundo globalizado con un fortalecido dólar, un decaído mercado asiático, principalmente el de China, una Unión Europea quebrantada financieramente, una América Latina en pleno declive económico, especialmente Brasil, nuestro país no puede ser la excepción. Sin embargo, si somos responsables del timón y la tormenta nos afectaría menos siendo cautelosos en el gasto, previsores al contraer deuda en moneda extranjera, principalmente en dólares, y austeros, por principio.

El gasto excesivo, incurriendo en temerario déficit público a cuenta de proyectados futuros ingresos derivados de una supuesta inversión extranjera, primordialmente por la privatización de nuestro petróleo, constituye un alto riesgo. ¿Qué tal si bajan dramáticamente los precios del petróleo y al capital extranjero le deja de ser atractivo invertir en dicho hidrocarburo? Como dijo Confucio: “Los cautelosos muy poco se equivocan”.

En diversos spots alusivos a su tercer año de gobierno, el presidente Peña se dice con más ganas y fuerza para afrontar la segunda mitad de su mandato. Recalca el Ejecutivo la firme determinación de llevar a cabo la Reforma Educativa pese a las resistencias, reconociendo tres frenos que impiden a México moverse a la velocidad requerida: corrupción, desigualdad y complicada situación mundial reflejada en la caída del precio del petróleo.

Con respecto a la corrupción, reconocemos que se trata de una endémica conducta que nos sitúa en el sitio 103 entre 175 países considerados, según el índice de Transparencia México. Reiterando lo ya dicho, el antídoto a la corrupción es poseer leyes puntuales al respecto, aplicando firmemente las mismas, empezando por la autoridad, la cual habría de predicar con el ejemplo.

En cuanto a los ingresos petroleros, éstos se reducirán en 2016 en otros 300 mil millones pesos, proyectando una producción de 2.4 millones de barriles diarios. La SHCP adquirió cobertura petrolera para 2016 —67.2% más cara que en 2015— a 49 dólares por barril, sin embargo, el costo de la cobertura netea el precio por barril en cuatro dólares menos. La dependencia de México a los ingresos petroleros ha disminuido del 40 al 16 por ciento.

Algunos cambios anunciados ayer en el gabinete sorprenden, lo deseable es que cada nombramiento corresponda al área de fortaleza del designado. Compartimos con Enrique Peña las ganas, que México se mueva en dirección correcta y a la velocidad requerida. Que haya un menor trecho entre lo dicho y lo hecho.

 

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