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Entre la controversia, el asilo de México al ex presidente de Bolivia

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La postura del gobierno mexicano de otorgar asilo político a Evo Morales, quien salió de su país en medio de una crisis política y social propiciada por su intención de reelegirse para un cuarto mandato presidencial, que concluiría hasta el 2025, desató una ola de críticas en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador en las redes sociales y opiniones contrapuestas entre la comunidad empresarial, política e intelectual, en una nación donde existe una creciente irritación social por la violencia e inseguridad

 

Alberto NÁJAR / Rafael ROMO

 

CIUDAD DE MÉXICO.- El presidente Andrés Manuel López Obrador ve como “un timbre de orgullo” el asilo político en México para el expresidente de Bolivia Evo Morales. Pero no todos están de acuerdo.

La decisión provocó una ola de críticas entre políticos de oposición, grupos empresariales y algunos intelectuales.

La inconformidad se expresó sobre todo en Twitter, donde en pocas horas etiquetas como #Evonoeresbienvenido, #AMLOtraidorMx o #AMLOtraicionero fueron algunas de las más vistas en esa red social.

Entre los que expresaron sus dudas está el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Gustavo de Hoyos.

En un mensaje por Twitter dijo que el asilo a Morales “es cuestionable dada su conducta pública, pero conveniente para el restablecimiento del orden jurídico en Bolivia”.

 

 

“NO ESTAMOS TODOS DE ACUERDO”

 

Marko Cortés, presidente del conservador Partido Acción Nacional (PAN), también rechazó la protección al ex presidente boliviano.

“Nuestro rechazo a la decisión del Gobierno de México de dar asilo a quien violentó la voluntad popular para perpetuarse en el poder”, publicó en su cuenta de Twitter.

También algunos miembros de la comunidad boliviana en el país cuestionaron el asilo a su ex presidente.

“Evo Morales debió haberse quedado en Bolivia a asumir responsablemente todos los cargos y ser juzgado por el nuevo gobierno”, dijo Erika Camacho, una de las representantes de la comunidad.

Muchos se enfocaron en los comicios del 20 de octubre, tachados como un fraude por la oposición boliviana y otros cuestionaron a la figura de Morales.

Las críticas aumentaron cuando un avión de la Fuerza Aérea Mexicana lo recogió en Bolivia la noche del lunes (11 de noviembre).

Al día siguiente en su conferencia matutina López Obrador encaró la tormenta. “Yo entiendo que exista alguna inconformidad de los conservadores de México” dijo.

“Ya no debe haber simulación, entender y aceptar que tenemos posturas distintas, comprender que no vamos a estar de acuerdo todos”.

 

IRRITACIÓN SOCIAL

 

Históricamente existe un amplio respaldo a la política de asilo de la diplomacia mexicana, según algunas encuestas.

De hecho, entre quienes cuestionan el refugio al ex presidente de Bolivia, varios consideran que proteger a los perseguidos políticos es correcto.

México concedió asilo a Evo Morales porque consideraba que su vida estaba en riesgo.

Pero en este caso en particular se muestran inconformes. ¿Por qué?

Algunos como Emilio Lezama, analista político y columnista en el diario El Universal, ven “oportunismo político” de un sector de la oposición al actual gobierno.

“Toman prejuicios e ideas de clase que están muy arraigadas en un sector de la población para atacar políticamente al gobierno de México”, dice a BBC Mundo.

Es una narrativa que pretende combinar una decisión de política exterior con los problemas internos del país, añaden otros como el periodista Julio Hernández.

De hecho, en las últimas semanas el presidente López Obrador enfrenta una ola de críticas por su estrategia contra la inseguridad.

La polémica surgió tras la fallida operación para capturar a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín «El Chapo Guzmán» en Culiacán.

Las críticas aumentaron después de la masacre contra la familia LeBarón en Sonora, donde murieron seis menores de edad y tres mujeres adultas.

En este contexto se desató la crisis que derivó en la renuncia de Morales y la decisión del gobierno de México de otorgarle asilo.

“La irritación social se está potenciando a partir de la espiral creciente de inseguridad pública”, escribió Hernández en el diario La Jornada.

 

DEBATE DE ÉLITES

 

Pero los críticos sostienen que México no debería apoyar a un personaje acusado de cometer fraude electoral.

Por ejemplo, la escritora Elena Poniatowska cuestionó el intento de una nueva reelección de Morales.

“¿Por qué los presidentes de la república quieren eternizarse en el poder”, escribió en Twitter. “¿Por qué insiste Evo Morales en creer que no hay nadie más que él?”.

Por qué hay cuestionamientos y denuncias de fraude sobre los resultados que sitúan a Evo Morales como ganador en primera vuelta

En la misma red social respondió la senadora Lily Téllez postulada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), el partido en el poder.

“Porque el poder los enloquece”, publicó. “Son traidores de la democracia, su prioridad es conservar los privilegios del cargo”.

¿Cuál puede ser el costo del asilo para el gobierno de López Obrador? Poco, responde el analista político Eduardo Huchim.

Muchas de las críticas son por el apoyo a un personaje señalado por sus detractores de cometer fraude electoral. Pero al mismo tiempo hay reconocimiento a la protección humanitaria que representa el asilo.

Además, hasta ahora la polémica se concentra en redes sociales, políticos y empresarios.

“El interés que tiene este asunto no está entre las prioridades de los mexicanos”, le dice Huchim a BBC Mundo.

 

EL ASCENSO Y LA CAÍDA

 

Cuando Evo Morales llegó por primera vez al poder hace casi 14 años, como primer presidente indígena de Bolivia prometió un gobierno enfocado en las necesidades de los pobres.

Después de su primera campaña exitosa, se declaró una “pesadilla” para el Gobierno de Estados Unidos

“Detengamos la guerra falsa y tengamos una guerra efectiva contra las drogas”, dijo.

Evo Morales nació el 26 de octubre de 1959 y creció en una comunidad agrícola rural.

Conquistó a los votantes prometiendo regresar lo que les habían quitado a los pobres y discriminados.

Morales apoyaba abiertamente los cultivos de coca y luchó contra los esfuerzos bolivianos y estadounidenses para erradicar el cultivo porque creía que era una parte de su cultura indígena.

“Esta hoja de coca representa los cultivos andinos. Representa el medio ambiente y la esperanza de la gente. No es posible que la hoja de coca sea legal para la coca cola y sea ilegal para otros consumos en nuestro país y en todo el mundo”, afirmó.

En 2008, audazmente expulsó a la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. de Bolivia.

Y en 2013 hizo lo mismo con a la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, acusándola de injerencia y de conspirar contra su Gobierno, acusaciones que EE.UU. desestimó y calificó de infundadas.

En 2011, dijo en una convención de trabajadores agrícolas que temía que las autoridades de EE.UU. estaban tratando de poner algo en su avión presidencial para vincularlo al tráfico de drogas.

En 2013, el Tribunal Constitucional determinó que Evo Morales podría presentarse por tercera vez a una campaña presidencial, algo sin precedentes. La decisión fue declarada como abusiva por la oposición.

Morales declaró ante una multitud de simpatizantes en La Paz en 2014 que prometía hacer de su país la capital energética de América del Sur.

“Este triunfo democrático del pueblo boliviano está dedicado a todos los pueblos de América Latina y del mundo que luchan contra el capitalismo y contra el imperialismo”.

Morales fue un líder instigador que, como otros latinoamericanos de su tiempo, se aferró al socialismo como respuesta a la desigualdad.

Pero no estuvo exento de la polémica.

Apoyó al dictador cubano Fidel Castro y al presidente Hugo Chávez (ambos ya fallecidos) y también dijo que estaría dispuesto a otorgarle asilo a Edward Snowden, el ex contratista de la NSA acusado de revelar documentos clasificados.

En 2015, Morales fue forzado a reconocer una relación secreta con una mujer que fue detenida por supuesta malversación de fondos.

A pesar de estar al frente de Bolivia durante una era de crecimiento económico, la economía del país comenzó a decaer al mismo tiempo que aumentaban los escándalos en torno a su figura.

En 2016, Morales perdió un referendo constitucional con el que pretendía postularse como candidato para un cuarto período en la presidencia.

Reacio a renunciar al poder, Morales encontró una forma de volver a ser candidato después de que un fallo judicial le permitió aspirar de nuevo a la presidencia.

El 20 de octubre de este año, Morales al parecer había ganado un cuarto periodo como presidente, pero fue una elección señalada por la oposición por un supuesto fraude, algo que Morales negó.

Después de que la publicación de resultados se suspendió por 24 horas, el conteo mostró una significativa tendencia a su favor.

Los manifestantes llenaron las calles de la capital administrativa de Bolivia. Las muchedumbres indignadas calificaban a Morales de “dictador”.

El país caía en la agitación a medida que los llamados a que Morales dejara el poder se hacían más contundentes. Las Fuerzas Militares dijeron que no se enfrentarían a los manifestantes, y algunos policías se sumaron a la revuelta.

El domingo (10 de noviembre), el comandante-en-jefe de las fuerzas armadas y el comandante de la policía nacional le pidieron a Morales que renunciara.

Le quedaban pocas alternativas y Morales decidió ceder.

Después de cerca de 14 años como presidente, Morales dejó atrás a una Bolivia que cambió mucho bajo su mando. Y también dejó un vacío en el poder.

 

 

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