Agencias
Lo primero que golpea es el olor: acre, penetrante, nauseabundo. Después se ve la primera fosa: un hueco de un metro y medio de diámetro por metro y medio de profundidad.
Parece imposible que allí, a las afueras de Iguala en Guerrero, alguien haya apilado 28 cuerpos en seis fosas, para luego quemarlos. Pero así lo hicieron.
A poco menos de 200 kilómetros al sur de Ciudad de México, hay seis fosas, una detrás de otra, rodeadas por cintas amarillas de la Procuraduría.
El sábado 4 de octubre fueron encontrados, apilados uno sobre otro y carbonizados, más de dos docenas de cuerpos.
Las familias no pueden creer que los cuerpos que aparecieron en las fosas sean los cadáveres de sus hijos.
La pregunta, desde que se conoció la información, es si los cadáveres pertenecen a algunos de los 43 jóvenes estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, que se encuentran desaparecidos desde el viernes 26 de septiembre.
Esa noche, la policía local de Iguala, junto a presuntos sicarios del grupo criminal Guerreros Unidos, atacó a un nutrido grupo de estudiantes que protestaban en las calles de la población. Siete personas murieron y desde entonces los 43 jóvenes no aparecen.
Lo que sí es prácticamente imposible es alguien haya cargado tantos cuerpos hasta la montaña en las afueras de Iguala, completamente cubierta de vegetación. El kilómetro final es un sendero estrecho y rocoso, por una empinada pendiente.
La única conclusión posible es que las 28 personas fueron obligadas a subir y ahí mismo las mataron.
Es la versión que -según Iñaky Blanco, procurador regional del estado de Guerrero- dio uno de los sicarios detenidos: que la noche del viernes 26 de septiembre, luego del tiroteo en el que murieron seis personas, policías locales y civiles arrastraron hasta ese sitio a varios de los estudiantes para luego asesinarlos.
Sin embargo, el propio procurador -y otras autoridades- se muestra precavido con esta versión: dice que tomará al menos 15 días -quizá más- realizar las pruebas pertinentes de identificación, incluyendo las de ADN.
Entretanto, familiares de los 43 estudiantes desaparecidos -y quienes ya proporcionaron muestras para las pruebas de ADN- se niegan a aceptar que los cuerpos encontrados en estos huecos pestilentes puedan ser sus seres queridos.
La sola visión del lugar, de las fosas marcadas con banderines de la Procuraduría, de los guantes quirúrgicos de los investigadores abandonados a la vera del sendero, es abrumadora.
Y pensar que 28 personas perdieron la vida en ese sitio produce vértigo.
Por eso, padres, compañeros y familiares siguen luchando por encontrar a sus hijos, hermanos y compañeros con vida.
“Los quemaron vivos”
Algunos de los policías encargados de la seguridad de las fosas en las que se encontraron los cadáveres que podrían corresponder a los 43 estudiantes desaparecidos, aseguran que “los quemaron vivos”.
“Pusieron todos los cuerpos en la fosa, les echaron diésel y les prendieron fuego”, relatan.
José García, vecino de la comunidad de Pueblo Viejo del municipio de Iguala, lugar donde fueron encontradas las fosas, asegura que por las noches las camionetas de los criminales son las dueñas de estos caminos y que los delincuentes suelen ocultarse en cuevas de los cerros próximos. A veces se detecta su presencia cuando encienden fogatas.
La policía nunca venía por aquí “hasta esta semana, que estuvieron pase y pase para allá arriba”, dice García mientras señala el punto donde se unen dos montañas y en cuyas faldas se hallaron las fosas clandestinas.
Las autoridades sospechan que policías municipales de Iguala colaboraron en la desaparición de los 43 estudiantes ocurrida después de unos ataques conjuntos de agentes y presuntos criminales en esa localidad en la sierra de Guerrero.
Una treintena de personas ha sido detenida, incluidos al menos 22 policías municipales que balearon a los estudiantes y también presuntos miembros del grupo criminal Guerreros Unidos, al que presuntamente pertenecen los agentes.
Nada se sabe de las 43 personas que sobrevivieron a los tiroteos. Testigos aseguraron que tras los disparos decenas de ellos fueron trasladados en patrullas policiales hacia algún lugar desconocido.
Mientras las autoridades mantienen su hermetismo sobre el número de cadáveres hallados el sábado 4 de octubre y sus identidades, policías en el lugar dijeron que al menos 28 cuerpos han sido hallados en seis fosas.
Equipos forenses especiales continuaron el domingo 5 de octubre las tareas de búsqueda de cadáveres en las fosas, situadas en un lugar montañoso de difícil acceso, cercano a Pueblo Viejo.
Olor a muerte
El aire puro que suele respirarse en el lugar se ha impregnado de un olor a putrefacción emanado de las fosas.
Hasta esa zona, a dónde no puede acceder la prensa, solo se llega caminando más de una hora por una estrecha vereda de lodo, entre tupida vegetación tropical.
Un funcionario de la fiscalía del estado dijo que los responsables de las fosas debieron tener “ayuda de los (policías) municipales”.
Una caravana de camionetas del servicio médico forense recorrió la noche del sábado 4 de octubre las solitarias calles de Iguala, una ciudad de 140 mil habitantes que quedó perpleja tras las balaceras del 26 de septiembre, que dejó siete muertos y 25 heridos.
La fiscalía de Guerrero pide tiempo para confirmar con pruebas genéticas si entre los cadáveres de las fosas están estudiantes desaparecidos.
En las camionetas forenses fueron trasladados, envueltos en bolsas plateadas, los cadáveres, dijo Rodolfo Rueda, empleado de la funeraria El Ángel, que presta el servicio a la morgue municipal.
Una veintena de médicos legistas provenientes de otras ciudades llegaron a la morgue para apoyar con las necropsias y los trabajos de identificación.
Hasta el sábado por la noche, los familiares de los jóvenes desaparecidos no se habían acercado al lugar de las fosas ni a la morgue.
Las familias se mantuvieron reunidas en Chilpancingo, capital de Guerrero, donde convocaron a una serie de movilizaciones.
Para el funcionario de la fiscalía regional, “hay más de un 90% de probabilidades de que sean (los estudiantes). Están todas la evidencias”.
La fuente, que pidió mantenerse en el anonimato, dijo que en el lugar se encontró una bolsa de plástico negra con ropa y pertenencias que parecen ser de los jóvenes.
El hallazgo de las fosas fue producto de declaraciones de algunos de los detenidos por el caso.
Otro de los agentes de la fiscalía, desplegado en la zona de las fosas dijo que los detenidos dieron información para ubicar casas cerca de Pueblo Viejo, donde habrían tenido antes escondidos a los jóvenes. “Hace unos tres días cateamos uno de esos domicilios”, indicó.
Localizan 4 fosas más
La tarde del jueves 9 de octubre, las autoridades judiciales informaron que otras cuatro fosas clandestinas fueron encontradas cerca de Iguala, Guerrero.
El procurador General de la República, Jesús Murillo Karam explicó que las fosas comunes fueron encontradas tras el arresto de cuatro nuevos sospechosos en el caso.
La PGR realiza peritajes para determinar la identidad real de los detenidos. “No son policías», indicó.
Aún no se sabe cuántos cuerpos contienen las últimas fosas comunes halladas, ni tampoco si pertenecen a los estudiantes desaparecidos.
Es prácticamente imposible cargar más de dos docenas de cuerpos hasta allá. Lo más probable es que 28 personas fueron obligada a subir y luego asesinadas allí. Después las apilaron en las fosas y las incineraron, dijo
Juan Carlos Pérez Salazar, corresponsal de BBC-Mundo en México.
Según el fiscal, los cadáveres también fueron incinerados, al igual que los 28 cuerpos encontrados el sábado 4 de octubre en otras seis fosas comunes.
Las nuevas fosas no se localizan en el mismo sitio que las encontradas hace unos días, sino que están “cerca” de Iguala indicó Murillo Karam.
Juan Carlos Pérez Salazar, corresponsal de BBC Mundo en México, quien visitó las fosas halladas el pasado fin de semana, indicó que éstas se encuentran en una montaña cercana a Iguala. Para llegar a ellas hay que caminar unos 20 minutos por un camino empinado, rocoso y resbaladizo.
Hasta ahora se desconoce la suerte que corrieron 43 estudiantes tras ser agredidos por la policía de Iguala.
El hallazgo de estas nuevas fosas es parte de la investigación del gobierno federal para localizar a los estudiantes desaparecidos, que pertenecían a la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa “Raúl Isidro Burgos”.
El corresponsal indicó que el hallazgo de las nuevas tumbas añadirá más presión sobre el gobierno para que dé pronta respuesta a qué sucedió el viernes 26 de septiembre, cuando seis personas fueron muertas, al parecer todas a manos de la policía municipal de Iguala, y 43 estudiantes desaparecieron.
La semana pasada se anunció que la identificación de los cuerpos encontrados en las primeras fosas tomará entre 15 días y dos meses. “El hallazgo de más cuerpos en otras fosas sólo añadirá más días a esa espera”, indicó el corresponsal.
El jueves de la semana pasada fueron detenidos cuatro nuevos sospechosos en el caso.
Los cuatro capturados se suman a los 30 que ya habían sido detenidos en Iguala, al menos 22 de ellos policías.
Entre los últimos arrestos podría encontrarse el de uno de los jefes de la banda de narcotráfico Guerreros Unidos, a la que autoridades responsabilizan de ordenar la agresión a los estudiantes.
Al margen de las investigaciones judiciales aumentan las protestas para exigir la aparición de los estudiantes desaparecidos.
Se aplicará la ley
La noche del viernes 26 de septiembre, los hechos violentos se desataron cuando los jóvenes, que estudian para docentes en una escuela rural cercana a Chilpancingo, de gran activismo social, se apoderaron de autobuses de transporte público para regresar a sus casas desde Iguala, a donde habían ido a recaudar fondos.
Guerrero, uno de los estados más pobres de México, ha sido clave para el trasiego y venta de droga, y en los últimos años también se ha ubicado entre las primeras cinco regiones con los índices más altos de homicidios y secuestros del país.
El presidente Enrique Peña Nieto advirtió que se tomarán las acciones que permitan “el debido esclarecimiento de los hechos”, para “encontrar a los responsables y aplicar de manera estricta la ley a estos hechos”. “En el estado de derecho no cabe el más mínimo resquicio para la impunidad”, sentenció.
El caso se ha convertido en una prioridad de las autoridades mexicanas según reconoció el presidente Peña Nieto.
El jueves el mandatario dijo que ordenó al gabinete de seguridad nacional que acelere las pesquisas. “Éste es un hecho que no puede permanecer impune. En pocas palabras, no cabe, como lo señalé, el menor resquicio de impunidad”, subrayó.
Las autoridades federales ni confirman ni desmienten el hecho de que los restos encontrados en las fosas de Iguala, pertenezcan a los estudiantes desaparecidos, mientras que la ONU denuncia que “la extrema gravedad de los hechos, ligada a la desaparición de tantas personas, coloca lo acontecido entre los sucesos más terribles de los tiempos recientes”. (Con información de BBC-Mundo)