JORGE ALBERTO GUILLÉN ALCALÁ
El fútbol es el deporte más popular en el planeta, siempre habrá polémica entre quién fue el mejor jugador del mundo, en esto como en religión y en política jamás habrá un solo resultado.
Hoy toca homenajear a uno de los más grandes futbolistas que ha dado la historia: Diego Armando Maradona, argentino nacido en Lanús, año 1960, apodado “El Pelusa”. Desde muy niño estaba destinado a pasar a la historia por sus dotes para hacer de un balón un apéndice de su cuerpo. Con eso se nace y muy de vez en cuando es posible ver tanta habilidad para manejar una esfera que paraliza al mundo entero por noventa minutos.
El destino de éxito del Diego como lo conocía de cariño la gente de su natal Argentina es desde la cuna, con 9 años jugó en un equipo que entrenaba su padre con jugadores más grandes que él, debutó en primera división con solo 15 años en Argentinos Juniors, eso era difícil de conseguir para cualquier jugador. En 1978, en el Mundial de su país, una durísima decisión de César Luis Menotti lo deja fuera por considerarlo muy joven para el flaco. Quedará siempre la duda de qué habría pasado si hubiera jugado. El año siguiente en el Mundial Juvenil Tokio 1979 llega su desquite y es campeón, derrocha velocidad, talento y una pierna zurda que antes no se había visto en ningún lado. Con Boca Juniors el equipo de sus amores gana su primer campeonato de Liga en 1981.
La carrera de Diego Armando es siempre en ascenso sus equipos vieron de su mano títulos y gloria: Barcelona (82-84), Nápoles al que convierte en un grande (84-91), Sevilla (92-93).
Jugó cuatro mundiales brillando como nadie. En nuestro país en 1986, un bálsamo reparador después del terremoto de 1985, vimos y algunos tuvimos la suerte de estar en el Estadio Azteca el día histórico en contra de Inglaterra, se le conoció como la guerra de las Malvinas, los dos goles uno polémico por meterlo con la mano sin que el árbitro lo notara, el otro burlando ingleses desde medio campo hasta sacar al portero de su meta y anotar el considerado gol del siglo. Geniales los dos goles a pesar de “la mano de Dios”. La final se la ganan al gigante alemán, para hacer grande a ese pequeño gigante con el número 10 en la espalda. Todavía con aire lleva a la selección argentina a la final de Italia 90, país que vio su época de oro con el Napoli al que puso en el mapa europeo para siempre, quedan subcampeones, Alemania cobra su vendetta.
Esta columna es para recordar al que para muchos (el que escribe entre ellos) es el más grande futbolista que ha pisado una cancha de fútbol, no entramos en la vida fuera del campo, me quedo con una frase del 10 “la pelota no se mancha”. Queda el recuerdo de un pequeño gran guerrero de las canchas de fútbol, deporte que apasiona y hace que todos giremos alrededor de un balón y un grito de ¡gol!
¡Saludos a todos!