Ruptura tras ruptura y derrota tras derrota han hecho añicos al otrora partido omnipotente. Sus constantes fracasos electorales, anticipados por su estela de corrupción y violencia, aunadas a su terquedad de vivir en el pasado, encaminan al tricolor a una muerte lenta y segura; encima, visiblemente disminuido y con un recorte en sus prerrogativas impresionante que lo obligaron a despedir al 80 por ciento de su personal, este instituto político se encuentra a la deriva y con el riego inminente de convertirse en un satélite de Andrés Manuel López Obrador, quien pretende sepultarlo
Yolanda PEACH
Las últimas derrotas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) apuntan a ser el epílogo de un gobierno que no entendió a los mexicanos. Sufrió una estocada mortal.
El PRI parece no aprender de su historia. Lograron incorporarse de la derrota hace 19 años, después de ser gobierno por 71 años. Ahora, tras dos descalabros consecutivos, no se ven visos de que pueda levantarse.
Pese a la “oportunidad” que le dieron para enmendar errores, fueron suficientes seis años más para lograr el hartazgo de los mexicanos, saturados por los episodios de corrupción y violencia, quienes no dudaron en impedir que el PRI accediera al poder.
Tan mal está el PRI, que incluso ahora, en miras de la elección de su dirigencia nacional, ha sido el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, del partido que los desbancó, quien palomeó al será el próximo dirigente.
La propia Comisión de Diagnóstico del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, concluyó que en el proceso de 2018 el PRI se convirtió en una agencia electoral de colocaciones que dejó a un lado a sus políticos más valiosos en favor de una camarilla.
Anotó que contendió a partir de una estrategia fallida, anárquica, con la maquinaria partidista desmembrada, fracturada y moralmente derrotada.
Vacío inmensurable
Fracturado e inmensamente vacío, con la desidia y la secreta verdad de estar en el naufragio, así está el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Oaxaca.
Tan áspera está la situación que nadie se atreve a dar la cara. Las oficinas luces desoladas, apenas y movimiento. “Estamos en el proceso de inscribir militantes”, dice una mujer, quien revisa listas y mira el solitario salón donde están las mesas en donde se anotarán los nuevos miembros.
Se acudieron varios días a las oficinas del PRI en Carretera Internacional, a la entrada de Santa Rosa. Apenas los pocos empleados hacen acto de presencia.
“El presidente (Jorge González Ilescas) anda fuera, en las comunidades, invitando a pertenecer al partido”.
Conseguir una entrevista fue imposible. Paula Silva Zárate, encargada de Comunicación Social admitió, vía telefónica, que nunca va a la oficina, a menos que sea necesario. Quedó en conseguir una cita. Nunca llamó y no volvió a contestar.
Su auxiliar, dijo que sólo se podía entrevistar a un priista si se aseguraba “que se iba a hablar bien del PRI”.
Las últimas elecciones, los dejaron prácticamente en bancarrota. Sufre una crisis financiera luego de que perdió las elecciones el año pasado y pasó ser tercera fuerza política. Reciben casi la mitad de lo que le dieron el año pasado.
El Instituto Estatal Electoral y de Participación Ciudadana de Oaxaca informó que de financiamiento público tendrá este año 28 millones 993 mil 518.19 pesos que comparados con los 54 mil 956 mil 213.19 que recibe Morena, prácticamente es nada.
Tuvieron que hacer un recorte sustancial de sus programas y prescindir de muchos los servicios para hacer frente a esta etapa en declive.
La situación de apremio financiero ocasionado por las derrotas del 2000 y 2006 se agravó por la multa de mil millones de pesos por el caso Pemexgate, que ocasionó el despido del 80 por ciento de los empleados y que al 20 restante se le pagara la mitad de su salario.
Incluso, para la contienda interna, el Consejo Político Nacional del PRI aprobó por unanimidad la contratación de un crédito de 100 millones de pesos con garantía hipotecaria sobre el inmueble de José María Lafragua No. 3, colonia Tabacalera, donde se encuentra su escuela de formación de nuevos cuadros, luego de que les negaron un préstamo de 230 millones de pesos para sufragar los gastos.
Época muerta
Silvia Sánchez, ahora jubilada, quien fuera secretaria durante muchos años, recuerda que el PRI prácticamente era la oficina principal de gobierno.
Inició sus servicios cuando las oficinas estaban cerca de la Alameda, “venían de todas las poblaciones a hacernos peticiones. Era mucho el ajetreo. Nos pedían agua potable, luz, carreteras (…) incluso ahí se gestionaban las citas con el gobernador”.
En su opinión, los priistas de antaño debían ser leales, “ahora exigen cambios al nuevo gobierno, pero no quieren que los toquen”.
Lamentó que los personajes más beneficiados del partido, sean los primeros que se fueron “no quieren seguir en el fracaso”.
Diagnostica que el PRI no está moribundo, pero si sufrió graves rupturas que se agravaron con las elecciones federales pasadas y que confirmaron con los comicios para elegir gobernador en días pasados.
En un escueto comunicado, el PRI dijo “acatar el veredicto ciudadano emitido en las urnas de los seis estados en que se realizaron elecciones y continuará con su profundo proceso de renovación interna que le permita seguir siendo un partido competitivo y recuperar la confianza de los mexicanos”.
Coincide el sociólogo Antonio Emmanuel Berthier Sánchez, para quien, el PRI es “un partido joven”, al diagnosticarle 18 años de ser realmente un partido político.
Cambia su rol
Berthier Sánchez apuntó que el PRI no se crea como partido político, sino como partido institucional que permitía a las fracciones revolucionarias organizarse, “era un instrumento de control, tiene unir a un país traumático que acaba de vivir una revolución, tiene que homogenizar”.
Rememora que fue creación de Plutarco Elías Calles, quien creó al Ejército Mexicano para agrupar a todos los grupos militares que operaban en el país, el Banco de México, con los que unifica las monedas que circulaban en los estados y finalmente, crea el Partido Nacional Revolucionario (PNR), refundado por Lázaro Cárdenas como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y por Manuel Ávila Camacho como Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Con la creación de este partido institucional, consigue consensar lo suficiente para asumir una organización interna. Una institución se encargará de ordenar, en igualdad, a partir de lo original de su propuesta, la organización del poder.
“Realmente no tenían que competir con nadie. Eso Cárdenas lo entiende, que ya no puede ser una serie de facciones y van en busca de un México distinto”.
Así, el PRI se convirtió en una maquinaria del poder, que organizaba y elegía quién sería el siguiente en el trono. “La primera fractura inicia con Carlos Salinas de Gortari. Al ser elegido como presidente, rompe con la tradición del PRI, que escogía al militante, en base a su historial. Antes debió ser presidente municipal, diputado, senador, gobernador (…) encima, éste elige como miembros de su gabinete a tecnócratas, dejando de lado a los viejos priistas (…) es aquí donde el PRI se revela”.
La ruptura final viene cuando Ernesto Zedillo anuncia el triunfo de Vicente Fox, “es entonces cuando el PRI, finalmente, se convierte en un partido político”.
Explica que para el partido, verse como oposición, marcó grandes interrogantes sobre el rumbo qué tomar, es por eso, que para el sociólogo, es en este momento que el PRI nace como partido político.
Ahora, la ruptura que persiste es la generacional. “Un partido de Estado que perdió el poder, ahora es un partido nuevo que tiene que ver con el relevo generacional”.
Ausencia de figuras
La ventaja, asegura, es que el PRI tiene permitida la flexibilidad ideológica, recorrerse de izquierda a derecha dependiente del espíritu de los tiempos. La desventaja: no tienen personajes fuertes.
“No hay ideólogos. Carecen de figuras políticas, de cuadros, candidatos señalados como los idóneos. Les falta para alcanzar por sus cualidades extraordinarias un reconocimiento público”.
Sobre la renovación del partido, del que tanto se habla, Elías Cortés López, representante del PRI ante el IEEPCO, no parece estar tan convencido, “somos un partido nacional. Cuando se habla de una renovación, ¿a ver qué tipo de renovación? (…) Somos muy institucionales. Respetamos mucho la figura presidencial”.
Admitió que tienen que hacer política de manera diferente y crear la confianza en los electores.
Su salvación, para el político, es regresar al PRI a sus orígenes, regresar a la militancia. “Como visualizo las cosas, hay oportunidad de que muchos militantes que saben del PRI, que vienen desde abajo, puedan dirigir al PRI”.
Puntualizó que se necesita un dirigente de tiempo completo. “Como resultado de la elección última estamos empezando a visualizar un cambio o una renovación, y es eso lo que tenemos que entender los militantes del PRI, no de las siglas, sino el partido”.
En contraparte, Berthier Sánchez, apunta que los tiempos modernos se rigen por una sociedad más plural, con referentes normativos dictados más por el discurso global de redes sociales, que son los nuevos votantes y quienes marcan las tendencias.
Afirmó que aunque el sistema político mexicano no se subió conscientemente, se ha adueñado de un discurso muy rentable.
Dictaminó que el PRI debe construir, a partir de sus cuadros, un candidato lo suficientemente fuerte que pueda enfrentar “a un Trump, que sea cosmopolita, estratega, sagaz (…) un hombre tan extraordinario que pueda construir una plataforma política y competir con los demás”.
De nada sirve que ex priistas arrepentidos regresen a afiliarse de nuevo. La estigmatización ya la tienen. Huyeron del PRI cuando más se les necesitaba por la ambición de un puesto de poder y ahora vuelven a “enmendar errores”.
El PRI parece no salir de su sueño (o pesadilla), sigue deambulando con los ojos a ciegas, sin rumbo definido ni metas trazadas firmes, sin darse cuenta que su discurso de antaño ya no existe ni le dará resultados. Sigue vacío, como sus oficinas.